El Superior Tribunal de Justicia de la Provincia, condenó a prisión perpetua por femicidio al fotógrafo Cristian Daniel Vargas por la muerte de Rocío Antonella Bernhardt.
El STJ analizó la casación interpuesta por el fiscal del Tribunal Penal 1 de esta capital, Martín Alejandro Rau y modificó la sentencia que los jueces Viviana Gladis Cukla, Gustavo Arnaldo Bernie y Ángel Dejesús Cardozo, firmaron el lunes 13 de noviembre de 2023 una pena de 20 años de prisión por homicidio simple para Vargas.
El primer voto del fallo, dividido, correspondió al ministro Juan Manuel Díaz, quien esgrimió fundamentos en dirección a que Antonella fue víctima de un “homicidio agravado por femicidio”. El voto fue adherido por Cristian Marcelo Benítez, Cristina Irene Leiva, María Laura Niveyro, Jorge Antonio Rojas, Roberto Rubén Uset y Ramona Beatriz Velázquez. La presidenta del STJ, Rossana Pía Venchiarutti Sartori y Froilán Zarza se inclinaron por sostener el fallo de 20 años por homicidio simple.
Vale recordar que, los tres integrantes del TP-1 decidieron que Rocío Antonella Bernhardt de 27 años fue víctima de “homicidio simple” el 4 de abril de 2019 en Posadas en un departamento de la chacra 179 de Posadas y condenaron a Vargas (34) por la califición prevista en el artículo 79 del Código Penal Argentino.
En sus alegatos del debate realizado en el Palacio de Justicia de Misiones, la Fiscalía y Querella (encabezada por Maurio Fausto Vergara) pidieron perpetua por femicidio, artículo 80, inciso 11.
Tanto Rau como Vergara recurrieron el fallo en el que los jueces no percibieron violencia de género en el crimen.
La coartada del fotógrafo de 33 años durante el juicio fue que no tuvo “intención de matar a Antonella”, quiso quitarle el cuchillo con dientes (tipo tramontina) de la mano izquierda y que “de manera accidental” se le clavó en el cuello atravesando la laringe y cortarle la arteria carótida.
La misma coartada habría convencido a los jueces que Antonella cayó al piso y se golpeó la cabeza dos veces por los dos “tapes con la mano abierta” en la oreja izquierda que le propinó en la misma acción defensiva Vargas y que le dejaron sendas lesiones con fuertes hematomas y hemorragias en el cráneo.
Para el TP-1, los relatos del acusado habrían sido más creíbles que los brindados por las cinco mujeres que declararon y ratificaron sus relatos en la instrucción de la causa, llevada a cabo por el juez Fernando Luis Verón y la fiscal Adriana Marcela Verónica Herbociani.
Gracias a las vecinas de Antonella, la mujer que le alquilaba el departamento y una cuidadora de personas con discapacidad, Cristian Vargas fue identificado y atrapado rápidamente porque alertaron de los golpes en el departamento 1A de la calle Comandante Miño 980 en la chacra 179 (frente a la bahía El Brete) e intentaron rescatarla con vida pero también, una de ellas, lo grabó con un celular simulando una charla con la víctima cuando ya no tenía signos vitales y él solo quería alejarse del lugar para buscar su impunidad.
Pero, del total de cuatro declaraciones que dio Vargas (una en el expediente y tres en debate), tampoco habrían alcanzado el cúmulo de probabilidades hasta considerarse certezas, los informes de los forenses del Superior Tribunal de Justicia y de los peritos informáticos dependientes también del mismo máximo escalón judicial provincial.
El fiscal Martín Alejandro Rau detalló en su acusación en base al expediente y lo recogido en el recinto. Se apuntaló en las evidencias del expediente para internarse hasta en la conducta del acusado.
Resaltó el análisis de la psicóloga Florencia Dinnin Roldán Delpiano, quien señaló a Vargas como un hombre con características de “manipulación y simulación”, no tolerante “a la frustración”, entre otros conceptos. Repitió el fiscal lo dicho por acusado en cuanto al por qué borró el video que precisamente le iba a garantizar su coartada: “Formateó el celular de Antonella porque contenía lo que la mayoría de los hombres no quieren que sus parejas se enteren, dijo Vargas”.
Lo remarcó como ejemplo de la conducta y pensamiento que tenía el fotógrafo. El video de discusión nunca apareció, y los peritos de la Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas del STJ abrieron el celular de la víctima y recuperaron todo el material posible con el software que utilizan los investigadores de países desarrollados y, el video del acto sexual consentido que Vargas asegura mantuvo con Antonella, no estaba.
Pero Rau se apoyó con imágenes de la Policía Científica volcadas al expediente de la escena del crimen, aún con el cadáver en el lugar y destacó un detalle más: sobre la mesita de luz de la cama una carpeta tejida a crochet tenía encima frascos de pintura de uñas y sobre ella estaba apoyado el velador de madera que Vargas asegura se cayó en el forcejeo y se partió en tres partes.

El tejido, llamativamente no se movió un milímetro y el cráneo de Antonella tenía dos heridas de golpes extremos en la base parietal izquierda, además del hematoma a la altura de la oreja, también del lado izquierdo.
Rau solicitó a los jueces Cukla, Bernie y Cardozo que no se apartaran del proceso de deconstrucción cultural y social: “Falta la deconstrucción judicial respecto a la violencia de género. Les toca hacer su parte, cumplir con la Constitución, con la sociedad y que no haya ni una Antonella menos, nunca más”.
El STJ se lo recordó también a los jueces del Tribunal Penal 1, modificó la sentencia y ahora Vargas deberá cumplir 35 años de prisión efectiva.









