“Me preocupé por formar a los niños como personas útiles a sí mismas y a la sociedad, indicándoles que el único camino válido para concretar buenos resultados lo constituye el esfuerzo”, manifestó la exdirectora jubilada, Ana María Zabinski, al evocar los 110 años del establecimiento al que perteneció a lo largo de 39 años.
La escuela Nº 53 “Bartolomé Mitre” fue creada el 21 mayo de 1910. Nació en la chacra 132, a orillas del arroyo Mártires en una edificación era rústica, de ladrillo y barro, que hacía difícil la conservación. Las clases se iniciaron con 28 alumnos, con el acompañamiento de la directora, Susana Traslagles. Pasados los años, el edificio no satisfacía las necesidades de la matrícula que ascendió a 150 niños.
Más adelante asumió como director Medardo Alsina y la escuela se convirtió en un centro de actividades sociales que nucleaba a la comunidad ubicada en la chacra 119. Corría el año 1959 cuando el edificio fue destruido a causa de un incendio. Pero a pesar de ello, la escuela continuó su marcha y es donde por gestiones de directivos y docentes, siguió funcionando en una vivienda cedida gratuitamente por la firma Yohasá, en la chacra 111. Esta casa no reunía las condiciones requeridas para tal efecto pero, pese a todo, las maestras no perdían el buen humor y la esperanza de tener pronto un edificio propio para su escuela.
En 1960 el edificio estaba muy deteriorado por la acción del tiempo, y en 1961 existían posibilidades que fuera clausurado. Pero por gestiones de la directora Cándida Esponda de Alvarenga, se movilizó a la comunidad educativa, y así, padres, docentes y alumnos, aunaron esfuerzos en el trámite de la construcción de un nuevo local escolar.
Ese mismo año, el Gobierno de Misiones inauguró una prefabricada, construida en la misma chacra, por el Instituto Provincial de la Vivienda. “La escuela estaba en malas condiciones por el paso del tiempo, entonces tuvimos que trabajar entre todos. Conseguimos un terreno donado por el incansable colaborador Jorge Cossia, donde se construyó una de madera, muy linda, con todas las comodidades. Ahí luchamos muchísimo. Dimos de comer a los chicos (almuerzo, merienda), todo con la ayuda de los docentes, si no hubiera sido por ellos yo no hubiera logrado nada”, había rememorado, emocionada, Esponda de Alvarenga, en el video preparado para conmemorar el centenario.
Durante su gestión, también se hizo un tinglado de 15 por 35 metros, con escenario y sanitarios, que los maestros pagaron en cuotas mediante la venta de empanadas que cocinaban todos los sábados. Ese espacio llegó a albergar a más de mil alumnos durante los actos y las fiestas. Con un subsidio importante y la colaboración de la curtiembre Yohasá y de la arenera Alto Paraná se levantaron tres nuevas aulas.
También con esos fondos se encararon reparaciones en diversas dependencias del edificio. Eso hablaba de la buena administración que supo hacerse de los subsidios acordados, de las colaboraciones prestadas y de la inquietud de los docentes cuyas tareas excedían con holgura los límites del aula. Esta directora recurrió a la comunidad para lograr contribuciones para construir una cocina comedor que permitiera atender en forma adecuada el almuerzo de los chicos.
Había contado a un medio de la época que “la comida que se sirve diariamente a los escolares se prepara ahora de forma muy precaria, con fogones que se encienden en una casilla de madera que oficia de cocina. Los alimentos para la preparación de las comidas así como la leña empleada son donados por la curtiembre Yohasá”, ubicada en las inmediaciones.
Además, carecían de un lugar donde situar a los niños que, en consecuencia, deambulaban con sus platos de comida por el establecimiento. Es por eso que docentes y la asociación cooperadora, presidida por Cossia, resolvieron solicitar donaciones a los comerciantes posadeños así como proseguir con la realización de festivales a fin de reunir fondos y materiales para llevar adelante la tarea.
La población escolar superaba los mil alumnos, y ante el notable deterioro de la edificación, en 1999, por gestión de Zabinski -y los vicedirectores: Susana Wrobleski, Claudia Alesio, Lucila Medina, Guillermo Lazari y Carmen Gonzáles- ante el Ministerio de Cultura y Educación, se aprobó la construcción del nuevo y anhelado edificio. A fines de ese año se inició la obra pero por problemas presupuestarios quedó paralizada. De todos modos, en 2000 las aulas y otras dependencias, fueron ocupadas por los alumnos. El nuevo y confortable edificio se inauguró el 5 de agosto de 2005, en Zapiola y Brown, en la chacra 111, durante el gobierno de Carlos Rovira.
Dirigieron los destinos del establecimiento: Mario Rey, Aníbal Oudín, Nelly Stiegler, Juan Schiaffino, Olga Aguirre, Gerónimo Olivera, Mirtha Moreno, Cándida Esponda de Alvarenga y Ana María Zabinski de Pigerl, entre otros.
actuales: Lucina elena medina y mónica chamorro.
Funciona en dos turnos, con una población escolar que alcanza los mil alumnos, en 41 secciones de grado, y comparte sus instalaciones con el CEP Nº 32 y la Escuela para Adultos Nº 37. Un total de 93 personas componen el plantel docente, directivo y personal de servicio. Es considerada una de las instituciones más importantes de Misiones.
Y Misiones caló hondo
Zabinski, que nació en la provincia de Entre Ríos, se inició como docente en la localidad chubutense de Doctor Ricardo Rojas, en la zona de la precordillera, un lugar muy inhóspito donde se encontraban los famosos médanos, con períodos de clases de septiembre a mayo. “Comencé a trabajar el primero de octubre de 1971. Finalizado el año escolar, en mayo de 1972 continué en Comodoro Rivadavia hasta terminar el ciclo lectivo.
Al regresar a mi Entre Ríos natal, decidí quedarme más cerca de mi familia”, dijo. Fue entonces que emprendió su viaje a Misiones junto a su hermano Jorge, que estaba trabajando como docente en Colonia Guaraypo (Montecarlo). La Inspección de Escuelas de ese entonces la ubicó en la misma Escuela 354, iniciando su tarea docente el 20 de mayo de 1973. “En los años 1974 y 1975 me desempeñé en la Escuela Nº 365, de Santo Pipó, y en 1976, el 19 de marzo, llegué a la Escuela Nº 53, de Posadas, como maestra de grado”, añadió. En 1991 pasó a ocupar el cargo de vicedirectora y en 1996, como directora interina, hasta el 2002. En el 2003 “soy designada como titular, cumpliendo así mi función directiva hasta finalizar mi gestión, el 31 de marzo de 2015, cumpliendo 39 años en la misma escuela: en mi inolvidable y querida 53”, recordó.
“La labor docente no era fácil pero cuando hay vocación de servicio, todo se puede. Con mucho agrado y responsabilidad, estando junto a los niños, me dediqué a enseñar, recibiendo de ellos el aprendizaje impartido”.
Sostuvo que la labor docente “no era fácil pero cuando hay vocación de servicio, todo se puede. Con mucho agrado y responsabilidad, estando junto a los niños, me dediqué a enseñar, recibiendo de ellos el aprendizaje impartido. ¡Qué tiempos aquellos! Ojalá pudiera volver…”. Para Zabinski, la satisfacción más grande era saber que los niños aprendían a pesar de las dificultades que, vaya si las había en aquella época, también con necesidades básicas insatisfechas. Pero siempre el acompañamiento de los padres y familias estuvo presente, participando y colaborando en todo”.
Aseguró que se preocupó “por formar a los niños como personas útiles a sí mismas y a la sociedad, indicándoles que el único camino válido para concretar buenos resultados lo constituye el esfuerzo para llegar a su meta”. De los colegas que tuvo en todo ese tiempo “puedo decir con mucho orgullo que fueron excelentes en todos los aspectos: colaboradores, solidarios, muy compañeros (en el mejor sentido de la palabra). A mis directivos los recuerdo con mucho afecto, aprendí mucho de ellos, lo que me sirvió luego para impartir en el plantel docente que tuve. Hermoso tiempo transcurrido!”.
Zabinski refirió que “tengo muchos colegas para nombrar pero no quiero olvidarme de algunos, generalizo a todos con quienes compartí mi carrera docente como grandes personas”. Finalmente, agradeció a su familia por todo el apoyo que le brindaron: esposo, Adolfo Pigerl (ya fallecido); hijos: Claudia, Gustavo y Guillermo, y nietos: Agustín, Federico, Helena y Martín, que “son mis tesoros” y “me alegran la vida”.
A mi querida escuela
provincial Nº 53
en sus 110 años
Autor: Docente Avelino
Aníbal Mongelos
Naciste con el ímpetu
de las cosas sencillas
en el comienzo mismo
de un siglo que se fue
tenían tus alforjas cúmulos
de ansiedades.
Te arraigaste a la tierra
con raíces de fe.
En tus precarias aulas
comenzaste forjando
un profundo destino de
lucha y poder
de esperanzas, de sueños,
de logros compartidos
de este amado suelo,
Posadas del ayer.
Tan solo un simple número
designó tu presencia
y fue cuando volcaste las
ganas de crecer,
directivos, docentes, nuestra
celeste y blanca
y fuiste desde siempre
nuestra 53.
En tus duros comienzos
de aquellos años bravos,
rodeada de montes, de
calles polvorientas
de sueños y misterios,
del sapucay mensú
fuiste venciendo al tiempo,
domando la tormenta
con la antorcha viva que
liberó las mentes
de aquellos niños pobres
que buscaron tu luz.
Tantas cosas hermosas
podríamos decirte
por esta trayectoria de hoy
y del ayer.
No alcanzan las palabras
para enmarcar tu historia
tu ciclo ya es leyenda,
tus vivencias también.
Yo tuve la dicha de enseñar
en tus aulas
de sentirme orgulloso de
estar en tu plantel
traslado esta vivencia a
todos los que fueron
partícipes forjando tu
continuo crecer.
Ciento diez años cumples
querida Escuela nuestra,
orgullo aquí en Misiones y
ejemplo nacional
que sigas adelante, la niñez
te precisa
el soberano exige tu
recto caminar.