El precio de la nafta vigente en la Argentina pasó a ubicarse entre las más caras de la región y, en consecuencia, los consumidores hoy tienen que pagar más a la hora de cargar el tanque. Todo llevaría a pensar que las estaciones de servicio ahora sí son un buen negocio y que ofrecen una ganancia más que interesante. Sin embargo, la cosa no es tan así.Pese a la fuerte suba de precios de los combustibles, las bocas de expendio no logran salir de una crisis económica y sectorial, que en poco tiempo cumplirá 20 años. Por lo pronto, ni las petroleras ni el Gobierno se resisten a ceder posiciones, mientras las personas se resignan a ver cómo el display del surtidor no para de mostrar importes cada vez más elevados. Un litro de nafta o gasoil hoy día es más caro en la Argentina que en cualquier otro país de la región, a excepción de Uruguay, que no tiene producción de hidrocarburos.Mientras que el promedio mundial por litro de súper es de 1,02 dólares, las pizarras locales marcan un 20% más. Es decir, cerca de 1,22 dólares. Así lo refleja la tabla que elabora el portal especializado Global Petrol Prices. El mismo ubica a la Argentina con cifras superiores a las que tiene Brasil, Chile, Perú, Bolivia, México, Ecuador o Paraguay.DetonantesCuando la cotización del crudo se desplomó a nivel mundial (de 100 dólares a menos de la mitad), en la Argentina se mantuvo invariable. Esto tuvo que ver con la instrumentación del “barril criollo”, política que había propuesto el Gobierno anterior para divorciar los valores internos de los internacionales: al mantenerlos altos, procuraba evitar despidos y apuntalar la producción doméstica.En otras palabras, hubo una suerte de “subsidio” de miles de automovilistas a las distintas compañías.Al asumir el macrismo, el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, comenzó a delinear una estrategia muy distinta, al tiempo que tomó medidas orientadas a desregular el mercado no consiguiendo hasta el momento un cambio.Los cierres Años atrás, las bocas de expendio de combustible cerraban y los empresarios argumentaban siempre lo mismo: tarifas que no acompañaban la incesante suba de costos.Las estadísticas son por demás elocuentes: cerca de 3.000 establecimientos dejaron de operar en los últimos 15 años. Este proceso se dio, incluso, con un parque automotor grande en el país. El propio Aranguren dejó caer gran parte de la red de Shell mientras estuvo al frente de la compañía: unas 500 estaciones, en su gran mayoría administradas por familias, situadas en pueblos y ciudades del interior, dejaron de operar. Ahora el Gobierno es otro, él es parte integrante, las calles siguen colapsadas de vehículos y el litro de súper “vuela” alto, ubicándose cerca de los 20 pesos. Sin embargo, lejos de revertirse, el proceso de cierre de estaciones continúa. A largo plazoLa disputa entre refinerías -interesadas en pagar el insumo más bajo- y las empresas de perforación y explotación, continuará por un largo rato.En esta batalla, el exCEO de Shell acordó con industriales que los valores se ajustarán trimestralmente, en función de variables propias del negocio y de la evolución del dólar.Si bien Aranguren es un convencido del libre mercado, para sorpresa de sus excolegas, el año pasado reguló las subas, acordando un escalonamiento con YPF, Shell y Pan American Energy.Su llegada al Ministerio de Energía fue muy bien recibida por los estacioneros. Veían en él un hombre “del palo”, capaz de poder revertir un proceso de cierre que data de varios años.Sin embargo, el total de puntos de venta sigue en baja y esto acrecienta el temor en los empresarios del rubro.El factor de la presión tributariaDel importe por cada litro, casi la totalidad son impuestos, los costos han seguido escalando y, en consecuencia, el margen de ganancia sigue resultando escaso. En otras palabras, facturan más, pero la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip) se lleva buena parte de la caja.Según datos aportados a iProfesional de varios expertos del rubro, de esos 20 pesos que abonan los consumidores, la repartición se da de la siguiente manera:• Un 48% son impuestos nacionales.• Un 35% se lo lleva la destilería.• Un 9% debe destinarse a gastos varios (fletes, gravámenes).• El 8% restante queda para el estacionero.Así las cosas, para un litro cotizando en los 20 pesos, el establecimiento se queda con apenas 1,6 pesos. Fuente: iProfesional
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