Trabajó durante 33 años como portero en la Escuela 129 de esta ciudad. Estuvo dos años, ocho meses y nueve días privado de su libertad.
Finalmente ayer el Tribunal Penal 1 de Eldorado resolvió absolver a Severo Mendoza (63) de la imputación por “abuso sexual gravemente ultrajante agravado por el uso de arma”, contra una menor que entonces tenía siete años. Los magistrados ordenaron su inmediata libertad.
En calma y con un rostro que expresaba paz, Mendoza escuchó el veredicto sentado seguramente por última vez en el banquillo de los acusados.
Tras saludar a su abogado, el doctor Claudio Paniagua, se fundió en un abrazo con sus hijas y con su esposa.
Durante las cuatro jornadas del juicio, los testimonios y las pruebas acercadas al debate no pudieron sostener la acusación contra Mendoza, acerca de lo que supuestamente habría ocurrido once veces en el baño de niñas de la escuela.
En la audiencia de este martes, restaba el testimonio de una psicóloga forense y posteriormente fue el turno de los alegatos.
Duró casi dos horas y el fiscal ante el Tribunal, el doctor Federico Rodríguez, desistió de acusar a Mendoza por el delito que se le imputaba.
Nadie la vio con el portero
En este sentido cabe recordar que en la primer audiencia, declararon las primeras docentes en la ronda de testigos. La maestra de la niña indicó que “la menor no salía con frecuencia en horario de clases al sanitario”, y de hacerlo, “iban de a dos”, es decir, en compañía de otra alumna.
También declaró la docente que era la maestra del jardín de infantes del hermano y señaló, en la etapa de instrucción, que a veces la niña iba hasta su aula a preguntar por su hermanito; no obstante, ante el tribunal aclaró que había sido solo una vez y que la hizo volver a su grado.
El lunes de la semana pasada, cuando se inició el juicio, Severo Mendoza tuvo la oportunidad de dirigirse al Tribunal. Ante los jueces María Teresa Ramos, Atilio León y Lyda Gallardo se declaró inocente de todos los cargos en su contra y especificó: “Tengo hijas y además de portero soy árbitro de fútbol, jamás pasaría por mi mente hacer algo así, estoy muy sorprendido por las acusaciones”.
Aquel primer día se vivieron momentos de tensión en los pasillos, dado que los padres querían ingresar a la sala de debate, pero hasta ese momento no se les había permitido debido a que ellos eran testigos y aún no les había llegado el turno. Finalmente, cuando la madre pudo entrar expresó ante los magistrados: “Ella me contó que todo sucedía en el baño de la escuela, lo hizo llorando un día que yo la estaba bañando, además tenía lesiones y por eso le puse crema. Yo creo en mi hija”, dijo compungida.
Se enteraron por la madre
Cuando llegó el momento del padre de la menor, fue consultado acerca de cómo se había enterado de lo que había sufrido su hija. Indicó que fue por lo que le contó su señora.
Una vecina también atestiguó ante los jueces que se enteró del caso por lo relatado por la madre en un grupo de Whatsapp. En este mismo sentido también declaró la abuela de la menor. Ante las preguntas de las partes, la señora dijo que todo lo que sabía del hecho lo había escuchado de boca de la madre de la niña.
Sin embargo, en su momento, había sido la abuela la que introdujo la figura del cuchillo en el supuesto abuso de Severo contra la menor. Esto agravaba la calificación penal contra el imputado, dado que se configuraba como “calificado por el uso de arma”.
Cuchillos distintos
Referido a esto, en Cámara Gesell, la niña explicó que el cuchillo con el que supuestamente la había obligado a someterla a abusos era de mango marrón.
Como contraparte, la portera de la escuela declaró ante los jueces que el único cuchillo que había en la portería tenía un mango de color rojo.
Esta colega de Mendoza dijo además que el hombre era una persona muy respetable, que nunca lo había visto entrar al baño de niñas y que cuando ella había estado ausente por enfermedad, era otra persona la que limpiaba los sanitarios de las nenas.
Detalle no congruente
Aquel primer día de audiencia, la madre había declarado que el portero le hacía señas desde afuera del aula para que la menor saliera. Esto motivó que ese misma tarde se convocaran a corroborar in situ en el establecimiento esta afirmación. Fue convocado personal de Criminalística de la Policía. Inclusive a simple vista no pudieron corroborar lo dicho por la progenitora.
Las directivas de la Escuela también formaron parte de la ronda de testigos. Ambas declararon que era imposible que la niña hubiera salido sola hacia el baño, porque tenían muy bien controladas todas las actividades de los alumnos. Esta declaración fue en el sentido de lo expresado por otra de las maestras, quien indicó que la puerta de su aula daba justo hacia la entrada de los baños y nunca había visto nada extraño.
A este punto, el único sostén de la acusación radicaba en lo expresado directamente por la madre, quien vio a su hija con marcas en la zona íntima. Justamente, una de las médicas forenses señaló al Tribunal que las lesiones que presentó la niña podía deberse al “roce de la ropa o la mala higiene”.
Ayer sólo restaba el testimonio de la psicóloga que había entrevistado a la menor para atender la ansiedad que presentaba la niña. La profesional aclaró que su rol no fue el de evaluar lo expresado por la supuesta víctima, sino que se basó en una descripción objetiva de lo declarado por ella y por la madre. Sí indicó que la menor era muy extrovertiva, con un histrionismo poco común en los niños de su edad. Explicó además que no podía determinar si hubo abuso sexual, porque no era su función y sí de los especialistas del Poder Judicial.
Ante las pruebas presentadas, el defensor solicitó la absolución de su defendido. En tanto, el fiscal ante el Tribunal, el doctor Rodríguez se abstuvo de acusar a Severo Mendoza.
Los magistrados se retiraron a deliberar sobre el caso hasta que regresaron a la sala con la sentencia.
La presidenta del Tribunal, la doctora Ramos procedió a dar lectura al fallo a través del cual resolvieron: “Absolver a Severo Mendoza del delito de abuso sexual gravemente ultrajante agravado por el uso de arma blanca…por el beneficio de la duda…ordenando su inmediata libertad”.
Tras la lectura, los padres de la niña se retiraron en silencio, en tanto que Mendoza celebró su libertad de forma calmada, con su abogado y los suyos, quienes lo esperaban desde hace más de dos años.