CAPIOVÍ. El afán de crecimiento tanto económico como personal lleva a conseguir metas, que en principio pueden ser pequeñas, para luego crecer hasta formar una cadena de crecimiento. Esto es lo que está intentando lograr José Kleiner y su familia, con la empresa Graja 4M, que adquirieron hace un tiempo. Kleiner y su esposa Silvia Acosta (docente) junto a sus cinco hijos llevan adelante un emprendimiento familiar que se propusieron hacer crecer para que forme parte de los ingresos familiares, aunque aún las inversiones son mayores a las ganancias, según cuentan. Esto no los hace decaer en el objetivo de hacer crecer la empresa que compraron hace cuatro años y que tiene como estrella a las codornices. “En principio yo tenía las codornices, compré la marca registrada, era chiquito, recién comenzaba, y compramos, calculo que crecimos diez veces de lo que fue al principio, tengo dos colonos que me proveen los huevos de codornices, y además hacemos dulces, mermeladas y pickles”, dijo Kleiner a PRIMERA EDICIÓN. Dedicado a la construcción, Kleiner decidió un día invertir en algo más y fue así como llegaron a la compra de la empresa que estaba registrada. “Primero nosotros hacíamos todo, yo tenía las codornices y hacíamos la producción, los primeros años el ex dueño nos prestó la cocina para seguir trabajando, ahora ya tenemos nuestra cocina propia. Y mi esposa y yo hacíamos la producción, cuidábamos a las codornices y llegó un momento en que se hacía imposible hacer todo. Las codornices son muy sensibles y rutinarias, producen mucho, porque todos los días te dan un huevito, pero también se estresan con facilidad. Nosotros vivimos en la zona urbana y por ejemplo el ruido de la calle, los gritos de los chicos, las estresan y no ponen huevos. También hay que ser cuidadosos porque tienen una rutina, le tenés que dar de comer y agua todos los días a la misma hora, limpiar la jaulas tres veces por semana, no cambiar las rutinas porque son sensibles y ya no ponen huevos”, explicó. Teniendo en cuenta esto y en vista que él y su esposa debían hacer todo en la nueva empresa decidieron “vender las codornices y comprarle a los productores los huevos y la carne, porque hacemos codornices al escabeche. Así, no sólo salimos beneficiados nosotros sino que también ayudamos a otros, porque ahora por ejemplo tenemos dos colonos que nos proveen de huevos, compramos 200 docenas pro semana, y todos tenemos un ingreso”, indicó Kleiner, quien también dijo que este año “está todo parado, estancado, y eso nos está perjudicando a todos, porque esto es una cadena”, afirmó. Y de esta forma comenzaron a expandirse, “ahora también compramos rosella, mamón y leche y hacemos dulces y mermeladas que son muy bien aceptadas en Iguazú, Posadas”, dijo. Pero además, afirma que promocionar sus productos los ayuda a crecer, por ejemplo “el Hecho en Misiones nos ayuda a mostrar lo que hacemos, ahora nos invitaron a Caminos y Sabores que se hace en Buenos Aires y también mi esposa llevó los productos para mostrar a Córdoba, esto es muy útil”. Aunque también opina que acceder a un subsidio sería un gran suspiro para que la empresa siga creciendo. “Nosotros queremos hacer un local y poder vender nuestros productos, pero no nos cierran los números. Ahora tenemos que aumentar los precios, porque todo está tan caro, pero no podemos hacerlo de una. Nosotros somos una empresa chica y lo hacemos todo a pulmón, es todo artesanal, entonces no podemos competir con las cooperativas o las instituciones que también elaboran dulces por ejemplo, porque los costos de ellos son distintos”, explicó el emprendedor. Aunque los vientos no soplan siempre a su favor, Kleiner y su familia no pierden la esperanza y el empuje del trabajo. “Nosotros tenemos gente que depende de nosotros y aunque está difícil el negocio, esperamos poder crecer más y recibir algún impulso del Estado”.





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