Posadas. El puente sobre el arroyo El Zaimán y las inmediaciones es una eterna zona de obras a causa de la transformación del curso de agua por la represa Yacyretá, y en el marco de los trabajos que parecen lejos de finalizar, la seguridad vial no es prioridad. Si bien el viaducto siempre estuvo habilitado para el tránsito, existen “detalles” de obra que pueden costarle la vida a cualquier persona. Los ciclistas y peatones que se dirigen hacia la Rotonda de Posadas carecen de una senda segura para caminar al lado de la cinta asfáltica. Si bien en dos tramos hay una senda con separadores, en otro largo sector la irregularidad del terreno, pozos y escombros dificultan la normal circulación, sin contar el riesgo que corren por la falta de alguna baranda de contención. “El viento de los colectivos y camiones te empuja, es un riesgo terrible, pero no tenemos otra alternativa por donde circular”, contó José Luis Teles (28), quien diariamente cruza en bicicleta para dirigirse hasta el centro por cuestiones laborales. “El peligro está a la vista de todos, pero nadie hace nada”, lamentó el hombre, quien en algunos sectores se baja de su bicicleta, debido a que la irregularidad del terreno y a un pozo no puede seguir pedaleando.Oscuridad absoluta A plena luz del día es imposible no ver el pozo, pero el problema es por la noche, ya que la oscuridad en el viaducto es total. Ninguna farola está encendida sobre el puente del arroyo El Zaimán, porque aparentemente todavía no fue contemplada. Esa oscuridad también es aprovechada por los delincuentes, quienes agazapados esperan a los ciclistas o transeúntes para robarle lo que sea. “Algunos se hacen pasar por pescadores y están más cerca del arroyo, desde ahí esperan la oportunidad a quién asaltarle. A mí muchas veces me pararon y si no tenés plata hasta las zapatillas te sacan y con suerte te dejan ir sin lastimarte”, contó José Luis.Por la cinta asfáltica a paso acelerado un hombre empujaba un carro (más ancho que una bicicleta) con cartones y otras cosas. Los vehículos como podían lo desviaban, muy arriesgada la acción, pero si no caminaba por ese lugar no podía trasponer el puente. Hombres y mujeres, cargados con mercadería, adquirida en el mayorista de la zona, también se dirigían hacia los barrios San Jorge y Santa Rosa, buscando el equilibrio para no ser alcanzados por los vehículos.La colectora que cruza frente al supermercado mayorista muere llegando al arroyo. Un camión volcador estacionado espera que una máquina cargue la tierra removida al lado del cauce del arroyo. El problema, según dicen los vecinos y transeúntes, es que las tareas parecen nunca finalizar y de manera muy lenta avanzan. “Cuando parece que están por terminar, la máquina se va y no vuelve, repavimentan un sector y a los dos días vuelven a romper, en horarios pico se les ocurre desviar todo el tránsito por una sola mano para realizar alguna que otra demarcación, es un desastre”, opinó Antonio González, un conductor harto de la falta de planificación de obras.





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