POSADAS. El médico Guillermo Roque Mendoza, uno de los cinco ex juzgados en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Posadas por crímenes de lesa humanidad, amplió ayer su declaración testimonial para negar en forma terminante haber asistido a las víctimas de la tortura en la Jefatura de Policía, en el año 1976. El ex médico de Sanidad Policial tuvo que salir al cruce de uno de sus propios testigos, el también médico Juan Carlos Ualpa, quien -convocado por el abogado de Mendoza, César Ortellado- conmocionó a la audiencia el miércoles al asegurar ante el Jurado que el propio Mendoza le había confesado -ya en democracia- que era convocado a menudo para constatar la reacción física de las víctimas a la tortura. Mendoza realizó ayer una ampliación de su declaración indagatoria, en la que intentó borrar el impacto de las declaraciones de su colega y amigo, a las que consideró “falsas de toda falsedad”.“Sentimiento de culpa”El abogado de la parte querellante, Héctor Rafael Pereyra Pigerl, sostuvo que la declaración del testigo Ualpa fue expresada “en forma clara y tranquila” al contar la confesión que “tal vez por un sentimiento de culpa” -interpretó- “le había hecho Mendoza, de que lo llamaban y les tomaba el pulso y la presión, auscultaba y tomaba los síntomas vitales a las víctimas y que muchas veces, aunque les dijera que no podían seguir con la tortura, lo hacían igual”.“El asunto de las armas”El abogado defensor de Mendoza recalcó ayer que el testimonio de Ualpa “no puede ser tenido como una cuestión incriminatoria”, a la vez que resaltó que el testigo fue convocado por el “buen proceder” de su defendido, “por este asunto de las armas”. Aludió así a que Ualpa y Mendoza se conocieron cuando el primero fue detenido por una falsa acusación de tenencia de armas y Mendoza intercedió para que lo liberaran. Ante el Tribunal, este último declaró que para salvar a su colega acudió al -por entonces- ministro del Superior Tribunal de Justicia Magno Pérez. Por la ausencia de tres testigos que debían declarar ayer, el titular del IPLyC, Eduardo “Balero” Torres, citado por su libro “Cosecha de injusticias”, pero que se encontraba fuera del país, y otros dos convocados por la defensa, que no pudieron ser localizados a la hora de declarar, el Tribunal suspendió la audiencia cerca del mediodía. Se reanudará recién el 16, oportunidad en que el cuerpo de jueces se constituirá en el domicilio del testigo de la defensa Raúl Báez, para recoger su declaración, debido a su estado de salud. El lunes 21, en tanto, el Tribunal se trasladará a Oberá, donde declararían varios testigos de la Fiscalía, quienes no pudieron llegar al Juzgado por su estado de salud. “No es algo insólito”“Mendoza trata de contradecir a su propio testigo y amigo (el médico Juan Carlos Ualpa). Ahora, cuando el testigo no declara a favor de lo que él pretendía, busca en su ampliación hacer una defensa en cuanto a la idoneidad o la falsedad del propio testigo”, destacó el abogado Héctor Rafael Pereyra Pigerl, de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Consideró que esta reacción inesperada del testigo “no es insólita, suele ocurrir, no en los procesos de esta envergadura, pero sí en otros, civiles, laborales o penales. A veces pretendemos que el testigo declare en tal o cual sentido, pero hay que recordar que él está obligado a decir la verdad, bajo juramento. Debe decir la verdad, percibida por sus sentidos, y este fue el caso de este testigo, que escuchó la confesión”.





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