POSADAS. Una verdadera tragedia familiar que pudo ser mucho peor envolvió ayer al conocido boxeador Víctor “Kojak” Ríos (31), después de que su padre, el también popular Julián “Taraguí” Ríos (59), le disparara luego de una disputa y posteriormente se descerrajara un tiro con el que acabó con su vida.El dramático episodio ocurrió en la madrugada de ayer en una vivienda de la chacra 237 de la capital provincial, donde “Taragüí” decidió ponerle punto final a una pelea con su hijo y apretar el gatillo.El balazo traspasó la mano derecha del pugilista y le provocó graves lesiones, aunque milagrosamente en ese interín el proyectil perdió fuerza e impactó en el pecho del “Kojak” sin llegar a ingresar a su cuerpo, lo que hubiera significado un desenlace fatal.De todas maneras, Ríos dio por muerto a su hijo y, quizás agobiado por el sentimiento de culpa, salió a la vereda y se quitó la vida de un disparo en la sien.Una decisión fatalLa fatal historia comenzó a gestarse alrededor de las 23 del último domingo, cuando padre e hijo coincidieron en la casa de un familiar, ubicada en inmediaciones de la avenida Santa Cruz y Soria.Por razones que se tratan de establecer, en ese lugar habría comenzado una disputa entre “Taragüí” y “Kojak”. Los hombres se trenzaron en un duro cruce de palabras que finalizó provisoriamente cuando Julián decidió abandonar el lugar a bordo de su característico automóvil Renault Fuego tipo coupé.“Taragüí”, conocido en el ambiente delictivo por varias causas ligadas al tráfico de estupefacientes e incluso a un homicidio, se subió al Fuego y manejó hasta la casa de otro de sus hijos, domiciliado en cercanías de la avenida Lucas Braulio Areco -115- y calle 112, en la chacra 237.La pelea parecía terminar ahí, pero a los pocos minutos arribó a ese lugar el “Kojak”, exponente del boxeo misionero en los últimos años, a bordo de su motocicleta.Fue entonces que se inició el drama. Aunque oficialmente no hay confirmaciones, los investigadores suponen que el cruce entre los hombres continuó dentro del inmueble, hasta que “Taragüí” extrajo de entre sus prendas de vestir un revólver calibre 32 largo y disparó contra su hijo.Fuentes ligadas a la investigación aseguraron ayer que el hombre mayor disparó al menos tres veces: las pericias habrían confirmado que el primer disparo pegó en un televisor; fue el segundo tiro el que le provocó heridas al boxeador.Aparentemente, cuando su padre le apuntó para dispararle, el “Kojak” intentó protegerse y cubrió con la mano derecha la línea de disparo del revólver.De todas maneras, “Taragüí” gatilló y el disparo salió. El proyectil le traspasó la mano al pugilista, provocándole la fractura del quinto metacarpiano. El recorrido a través del tejido de la extremidad le quitó potencia a la bala, que acabó en el pecho del “Kojak” y le provocó un importante hematoma, aunque increíblemente no ingresó en el cuerpo del deportista.Debido al impacto, los peritos suponen que el púgil voló hacia atrás. Entonces, “Taragüí” Ríos pensó que había matado a su hijo, salió a la vereda y se quitó la vida de un disparo en la sien.A los pocos minutos, efectivos de la comisaría seccional Decimotercera arribaron a la escena y se toparon con el dantesco cuadro. Enseguida, una ambulancia de la Red de Traslados de la Provincia asistió a Víctor Ríos y lo derivó al hospital Madariaga, de donde recibió el alta en la mañana de ayer pero debía volver para someterse a múltiples cirugías en la mano.En la escena estuvo presente el magistrado Ricardo Balor, al frente del Juzgado de Instrucción 6 de la Primera Circunscripción Judicial, quien dirigió las pericias y ordenó que el cuerpo de Julián Ríos sea sometido a una autopsia.Además, el juez dispuso la incautación del arma de fuego, del automóvil Renault Fuego Coupé y de la motocicleta en la que se movilizaba “Kojak”, elementos que ya forman parte de la causa.
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