CAMPO VIERA. Por falta de apoyo, José Cáceres, un vecino del barrio de relocalizados 30 Viviendas de esta localidad, desde diciembre dejó de brindar el desayuno que todos los domingos servía con mucho amor a los chicos del lugar.Durante casi cuatro años José y su esposa llevaron adelante este gesto de amor. Él es tarefero, pero dedicaba varias horas de su jornada para comprar leche, azúcar y pan para servir el desayuno a los chicos del barrio. “Después de Navidad tuvimos que dejar de hacerlo, porque desde la Municipalidad de Campo Viera nos dijeron que no nos iban a ayudar más con la leche”, contó ayer su esposa, Alicia Cardozo, mientras José trabajaba en la chacra. En su casa, Cáceres brindaba el desayuno a cerca de setenta chicos. Obra de amorLa historia del tarefero solidario se conoció en julio de 2010 por medio de PRIMERA EDICIÓN. De los días de la semana, el hombre llegó a trabajar dos enteros para solventar la copa de leche a los niños.Cuando no conseguía trabajo pedía ayuda para sostener la asistencia a los niños. Recibió colaboración de distintas personas e instituciones, por último el aporte lo realizaba la comuna de Campo Viera, pero de un día para otro dejó de hacerlo y hace casi cuatro meses que la acción solidaria está interrumpida.José contó hace más de un año a este diario que “el objetivo es amplio. Queremos llegar alguna vez a ser un hogar y crear un emprendimiento que sirva a los chicos. Por eso ahora también empezamos a enseñarles algo de carpintería a los varones y a las niñas le queremos enseñar a coser y bordar”, afirmó. De hecho, algo de eso se empezó a hacer, pero no tuvo continuidad debido a que se interrumpió la asistencia alimentaría con el desayuno. “Esto nació viendo la necesidad de la gente, por eso nosotros hablamos del valor de la integración del núcleo familiar y el amor que deben tener los padres hacia sus hijos, todos esos temas los venimos desarrollando si la familia de los pequeños nos deja entrar. La idea es inculcar el amor a los niños”, expresó oportunamente.José y Alicia viven con sus siete hijos y cinco nietos en la casa 14 del barrio de relocalizados. “La idea es seguir con esta tarea solidaria. Mientras tanto yo enseño oficio en la iglesia donde asisto”, dijo Alicia.
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