POSADAS. Por muchísimo tiempo el padre Bronislao Lagoski (78), retirado desde hace seis años, fue uno de los tres curas autorizados, con permiso obispal, para realizar el ritual más enigmático y escalofriante de la liturgia católica: el exorcismo. Este desempeño dentro de su ministerio fue tan relevante (entre otros aspectos de su vida pastoral), que hasta desde el Vaticano le llegó la invitación para participar en un Congreso Internacional de Exorcistas en Italia, dirigido únicamente a los escasos sacerdotes que lo realizan. La situación se fue dando casi sin querer, contó Bronislao a PRIMERA EDICIÓN, durante una larga y amena charla en el Colegio de Fátima de Miguel Lanús, donde pasa sus días de retiro, pero todavía no es poca la gente que lo va a ver hasta allí, en busca de ayuda. “Todo comenzó por pedido de una familia que llegó a mi iglesia, para que los ayudada en el caso de una poseída. Pero no es así nomás que se hace un exorcismo: el primer punto es hacer un estudio, buscar discernimiento. No podemos creer de entrada que alguien está poseído porque así lo dicen otros. Me pasó: muchos llegaban temiendo estar poseídos pero en realidad estaban atravesando problemas mentales. Por eso hay que analizar el comportamiento de la persona, cómo es en la casa, cuál es su relación con las imágenes de santos, rosarios y otros. Una cosa más: la persona poseída no quiere entrar a la iglesia ni a palos, como dicen. Si entra, no soporta”.Para ejemplificar que no todos los casos de supuesta posesión lo son. Don Bronislao contó el caso de una pareja que llegó a la iglesia en busca de ayuda en ese sentido.“El marido empezó a notar actitudes extrañas, crisis de agresividad contra otros y ella misma. Violencia en todo sentido: gestos impresionantes, se tiraba en el piso y lanzaba escupitajos, parecía poseía, según el marido. Les propuse hacer entonces una oración de liberación, no de exorcismo. Cuando terminamos le dije que la señora no estaba poseída, sino que necesitaba tratamiento psiquiátrico. Lo hicieron y la mujer se recuperó. La pareja era muy pobre y destaco el gesto del médico que les dio tratamiento gratis, al saber que yo los había enviado”, rememoró.“Hay que saber discernir para no echar al demonio donde no está”.Autorización del Obispo“Cada sacerdote tiene poder de hacer exorcismo pero con autorización del Obispo no puede y para cada caso hay que pedir permiso”, comentó el cura retirado, quien tiene en su poder los diez libros autorizados que existen para cumplir ese ritual, redactado en 1614 y que tuvo leves enmiendas en 1984 bajo el papado de Juan Pablo II. “Solamente con estas palabras: te autorizo, pero cuidate, ya se enviste de poder. Pero hay que tenerlo”, recalcó.La cuestión del cuidado, según refirió tiene que ver con que el demonio puede atacar al exorcista. “Una vez, cuando estaba por empezar un ritual, una mujer agarró una silla y me la arrojó. Gracias a Dios la pude esquivar, porque el maligno busca lastimar”. Sobre cómo se desarrolla un exorcismo contó que debe producirse en la iglesia a puertas cerradas, sobre una frazada y con ayuda de cinco hombres para sostener al poseído, mientras se hacen las oraciones en latín, el crucifijo y el agua bendita. “En la realidad, los exorcismos no son cómo las películas. No hay levitaciones, telequinesis, si sale de la persona una multiplicidad de voces que se pronuncian de distintas lenguas, creo yo para amedrentar a los que estamos haciendo el exorcismo, porque es tremendo esto. Antes de que el mal espíritu abandone el cuerpo la persona gruñe, patea, insulta”, detalló. Estos episodios ocurrieron hace varios años y por ello el párroco fue uno de los más notables exorcistas de la Iglesia Católica Misionera y Argentina. Además se trata de un hombre intelectual y estudioso de la medicina científica y naturista sobre lo cual contó que “en cuestiones de salud, siempre ayudé a la medida de mis posibilidades y, eso sí, siempre los mando al doctor”.
Discussion about this post