POSADAS. Figuras públicas o personajes desconocidos. Un asalto violento, una venganza o un “ajuste de cuentas” con sello mafioso. Principalmente el misterio. La muerte pasó a cobrar antes de tiempo en las manos de otro o de otros. El tiempo pasó para todos y, con él, escapó la verdad.Se trata de veinticinco casos que conmovieron a la sociedad misionera en su momento, muchos de los cuales todavía siguen siendo investigados y otros tantos terminaron “congelados” en el armario de algún juzgado, pero que tienen algo en común: todos permanecen impunes.PRIMERA EDICIÓN rescató las causas que piden a gritos por un esclarecimiento, desde las más recientes hasta las de varios años atrás, en un informe especial de varias partes que vale la pena leer para hacer memoria y no olvidar.Silencio de radioComo todas las mañanas, el polémico Héctor Carballo (56) manejaba hacia la radio para su programa diario cuando se topó con la muerte, disfrazada de plomo. Un sicario a bordo de una motocicleta de 125 cc. abrió fuego contra “Carballito”, que recibió dos disparos calibre nueve milímetros en la cabeza y otros dos en la espalda. El ex intendente intentó escapar, pero el Renault 12 terminó en la banquina de la avenida Raúl Alfonsín, a la salida del barrio Malvinas.Eran las 7.30 del martes 26 de octubre de 2010 y el misterio dejó en silencio a San Vicente. ¿Quién había matado a “Carballito” y por qué? Hoy, a casi un año y medio, la pregunta sigue sin tener respuestas.Al poco tiempo, la Policía detuvo como principal sospechoso a “Xhico” Borges, propietario de un bar en Garupá donde los uniformados hallaron un proyectil que pertenecería al arma que disparó contra Carballo. Borges estuvo preso casi un año, pero finalmente la Justicia le dictó la falta de mérito ante la ausencia de pruebas para incriminarlo: no había testigos cuando los uniformados hallaron la bala en el bar; además, quienes lo habían inculpado en San Vicente entraron en contradicciones.“Fui un perejil, nunca tuve armas y esas balas no son mías, me armaron una causa y estuve casi un año detenido siendo inocente. Ahora voy a luchar para que se esclarezca el caso”, dijo “Xhico” a este medio el 23 de octubre de 2011, horas después de recuperar la libertad.Desde ese día, el caso volvió a foja cero, sin detenidos y pruebas de contundencia. Mientras, los familiares de “Carballito” siguen reclamando por el esclarecimiento del hecho.En pleno centroCésar Javier Pauluk tenía 35 años cuando apareció muerto de tres balazo, cerca del mediodía del viernes 10 de abril de 2009. Un vecino de Catamarca casi Buenos Aires, en pleno centro de Posadas, notó que un hombre “dormía” con una toalla en la cara en el asiento de acompañante de un VW Country.Cuando la Policía llegó, el hecho salió a la luz. El ingeniero informático había recibido dos balazos en la cabeza y otro en la espalda, presumiblemente por alguien que estaba sentado detrás de él.El caso conmovió a la provincia y la Justicia llegó a apresar a siete personas en el transcurso de la investigación -entre ellos, un policía- pero todos fueron liberados por falta de mérito.Hace pocos días, la causa pasó a manos de la Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas del Poder Judicial misionero, que ahora intentará echar un poco de luz sobre otro misterioso homicidio.Sin respuestaEl parte médico policial confirmó que Luis Semeguen (72) murió por asfixia, alrededor de las 3 del domingo 11 de mayo de 2008. El cuerpo estaba en el baño, boca arriba, maniatado con el cable de un prolongador y con una toalla alrededor del cuello.Una de las hijas del comerciante fue la que descubrió la dramática escena en la casa de la calle Iguazú, en el barrio Lomas de Jardín América, preocupada porque su padre no había ido a almorzar, como acostumbraba todos los domingos. Cuando llegó, el portón estaba cerrado con llave, la puerta de acceso entreabierta y las luces del interior encendidas.Apenas trascendió el caso, los investigadores hilvanaron la hipótesis de un trágico robo. Sin embargo, esa teoría perdió fuerza con el correr de los días, ya que de la casa no desapareció dinero ni objetos de valor, más allá del desorden que provocaron él o los homicidas. Hoy, a 3 años, 10 meses y 28 días, nada se sabe de los autores del hecho. A los familiares de Semeguen se les hizo difícil convivir con la impunidad y así fue que decidieron abandonar Jardín América para no volver nunca más.Frontera caliente“Tengo la certeza de que a Gabino lo mataron por sus denuncias”, le dijo a PRIMERA EDICIÓN hace poco más de un mes Raúl Romero, actual administrador de la Aduana en Bernardo de Irigoyen.Se refería a Gabino Sánchez (52), quien cumplía esa función cuando fue ultimado de un balazo en la noche del 29 de febrero de 2008. Ya era tarde cuando el homicida ingresó en la vivienda emplazada en la manzana 30 del barrio Soberanía de esa localidad y sorprendió a la familia. El forajido llevó a la esposa a una habitación, luego volvió a la sala, obligó a Sánchez a acostarse boca abajo en el piso y le descerrajó un disparo que lo hirió de muerte.Siempre se habló de un “homicidio en ocasión de robo”, tal como caratuló la causa la Justicia misionera. Sin embargo, Romero descarta esa teoría porque el homicida “sólo se llevó el celular de la señora para que no se comunique con la Policía. No se apoderó de nada, ni de bienes materiales, ni de dinero, ni de joyas. Tenía una tarea específica, que era matarlo”, y apunta a las investigaciones que la víctima realizaba en su función como encargado de un área de frontera tan sensible.El caso tuvo diez demorados a lo largo de las pesquisas, pero no se pudo probar nada en contra de ninguno. En aquel momento, el hecho tomó trascendencia nacional e incluso hubo un paro de aduaneros en todo el país en reclamo de una respuesta. Pero la justicia, esquiva, sigue sin llegar.Matar por un bebéUn desconocido irrumpió en medio de la noche y llenó de miedo a la humilde vivienda de Ñu Porá. Agela Duarte (34) miraba televisión junto a su pequeña hija recién nacida y sus sobrinos, cuando el homicida le quitó la beba de las manos y mató a la mujer de un disparo calibre .22 en la cabeza.Sucedió el lunes 26 de noviembre de 2007 y el homicida huy&oa
cute; junto a un cómplice a bordo de un Renault 12 blanco que se perdió en la oscuridad. Enseguida, la casa se llenó de efectivos policiales y comenzó la investigación, que increíblemente terminó a pocos metros de la escena del crimen.A los pocos días, una vecina que no tenía hijos se acercó al kiosco del barrio a comprar un chupete. A la kiosquera le llamó la atención y dio aviso a las autoridades. Cuando la Policía llegó, comprobó que esa era la beba que le había costado la vida a Agela.La mujer fue detenida y pagó sus culpas, pero nunca se halló al autor de los disparos que acabaron con la vida de la joven madre. Hubo dos hombres demorados, pero una vez más, la falta de pruebas jugó en contra de la investigación.“Mi sobrino siempre dice que quiere ser policía para vengarse de lo que le hicieron a su mamá”, contó el año pasado a este diario Marta, la hermana de Agela, que junto a su familia convive con el fantasma de la impunidad.Baño de sangreFue un cliente el que encontró sobre un charco de sangre a Juana Gladys Copa (47), en el piso del estudio jurídico en el que trabajaba como empleada administrativa, sobre calle La Rioja al 1.500, en pleno centro posadeño. Eran alrededor de las 11.30 del martes 26 de abril de 2005.En medio del revuelo generalizado, los médicos policiales confirmaron que el asesino la desnucó y posteriormente la apuñaló varias veces en el cuello, provocándole un mortal corte en la yugular.En la escena, los criminalistas descubrieron que en sus manos había rastros de cabello rubio, clara señal de que la mujer trató de defenderse. También constataron que el homicida tuvo tiempo de lavarse las manos en la pileta del baño antes de retirarse sin ser visto.Así las cosas, los uniformados iniciaron una extensa investigación que tuvo dos principales hipótesis: un crimen pasional o un ajuste de cuentas.En el marco de esas sospechas, la Justicia detuvo a una compañera de trabajo de la víctima, quien se ausentó entre las 9 y las 11 y poseía rasguños en el cuello. La mujer no supo justificar qué hizo en ese horario. Sin embargo, tuvieron que liberarla por falta de pruebas. Lo mismo sucedió con otra mujer que fue detenida tiempo después.El caso quedó en la nada y se sumergió en la impunidad, como el resto de las causas rememoradas en este artículo. Se trata de seis hechos que conmovieron a la sociedad y que siguen esperando por respuestas. Hay más todavía, en la próxima parte de este informe especial.
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