Aparecía como un “hombre de fe” para sus vecinos y allegados, pero detrás escondía una historia aberrante. La pesadilla sólo salió a la luz cuando una de sus hijas se animó a romper el silencio. Ella y su hermana habían sido abusadas durante más de una década por el hombre, su propio padre, nada más y nada menos que el líder de una congregación religiosa. Ahora, casi dos años después de que se conociera su verdadera cara, el acusado aceptó la responsabilidad de los hechos y firmó un juicio abreviado por el que fue condenado a trece años de prisión, poco más de lo que duró la pesadilla para sus hijas, abusadas desde que tenían siete años.Así lo pudo saber PRIMERA EDICIÓN mediante sus fuentes, quienes consignaron que el pastor, de 47 años, debía ser juzgado este mes en el Tribunal Penal 2 de Posadas pero finalmente decidió confesar y aceptar el juicio abreviado. De otra manera, se enfrentaba a una pena que podía llegar incluso a los 20 años de cárcel.Horror en el barrio FátimaEl drama que vivieron las dos jóvenes se conoció en 2013, una vez que la menor de las hermanas, que en ese momento tenía 19 años, se decidió a contar la verdad sobre lo que ocurría en la casa familiar del barrio Fátima, hacia el sur del Gran Posadas.La muchacha le contó a su madre su versión de los hechos. Dijo que desde que tenía siete años era abusada por su padre, quien la manoseaba y le daba besos. La joven aseguró además que en 2003, cuando cumplió los diez años, el hombre incluso trató de accederla pero no pudo debido a que ofreció resistencia.Aquel relato espeluznante y esclarecedor sirvió para que su hermana mayor tomara coraje y relatara los padecimientos. Ella dijo que también había sufrido manoseos desde que tenía siete años, es decir, en 1999. Y mucho peor: cuando cumplió diez años, el degenerado se salió con las suyas y comenzó a violarla por vía vaginal y anal. Esa pesadilla duró hasta los 18 años, cuando abandonó la casa paterna cansada de los abusos y formó su propia familia.El relato de las pequeñas fue coincidente con el resto de las pruebas. El pastor las sometía a maltrato verbal, psicológico y físico, mediante insultos, golpes y patadas. Incluso aseguraron que sus hermanos menores sabían de la situación pero también vivían atemorizados porque había amenazado con degollarlos si contaban algo.Las jóvenes brindaron más detalles. Aseguraron que los abusos solían suceder comúnmente cuando la madre no estaba y en el dormitorio de los hermanos. El hombre aprovechaba su poder y les ordenaba a los pequeños que “miraran para otro lado”. A veces hasta llevaba a las víctimas a la habitación matrimonial.A las pocas horas de radicadas las denuncias, las autoridades detuvieron al líder religioso. El caso conmovió al sur posadeño. Y el pastor no volvió a salir de prisión. A punto estaba de enfrentar el juicio oral cuando por recomendación de la defensa decidió aceptar los hechos y firmar un juicio abreviado en el que aceptó el infierno al que sometió a sus dos hijas. Le espera ahora pagar por lo que hizo.“Es como si fuera un demonio que está y luego desaparece”El drama que soportaron las dos jóvenes desde que tenían apenas siete años se conoció gracias a la valentía de una de ellas, que decidió romper el silencio en 2013, después de más de una década de pesadillas. Es que eso permitió que su hermana también se animara y relatara lo sucedido cuando la madre salía de la casa familiar.Sabido es que, lamentablemente, la recuperación para una víctima de este tipo de delitos es traumática y muchas veces no se logra. Eso y mucho más quedó reflejado en el testimonio de una de las hermanas, cuando las autoridades le preguntaron qué la había llevado a radicar la denuncia en contra de su padre.“Últimamente no puedo dormir, por las noches siento que me están tocando y parece ser mi padre, pero cuando miro bien ya no veo nada; es como si fuera un demonio que está y que luego desaparece”, fue la respuesta de la muchacha, quebrada por la triste historia que le tocó vivir nada más y nada menos que a manos de su padre.
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