Por la noble actividad que realiza, la Escuela Especial 5 “República de Polonia” se ha ganado un lugar en el corazón de todos los apostoleños. Entonces, a su aniversario número 50 nadie quiso faltar. “La mejor forma de celebrar fue con globos, peloteros y música, como también con juegos para los chicos, como un buen cumple”, señaló a PRIMERA EDICIÓN Patricia Gunski, directora de la escuela, “porque los chicos esperan con ansias las actividades planificadas para esta fecha”, agregó. La escuela fue construida por la Fundación Bronislaw Sychowski y cuenta con un plantel de 48 docentes y concurren 158 alumnos. Su historia es rica y Gunski la vivió de cerca. Ella sabe de los sacrificios de las maestras que no tenían edificio propio, la relación con los padres – que no es la de los últimos tiempos- y otras varias situaciones inherentes a la creación de una institución. Pero nada se compara con el orgullo que siente la “dire” cuando ve a sus alumnos ahora grandes, hombres de familia, trabajadores, que pasan por su casa a saludarla y agradecerle. “Uno está a cargo de la planta de reciclaje, otro del camión municipal, son muy trabajadores y gente de bien, han salido adelante”, reconoció emocionada la mujer que tiene más de treinta años de experiencia.La primera directora fue Ana Delgado, la mamá de Gunski. Patricia recuerda que a las maestras de la institución las reconocían como “las de guardapolvos azules” porque así vestían y recorrían casi todo el pueblo. “Iban a las casas de los chiquitos para trabajar y enseñar”, explicó. La primera sede funcionaba en lo que hoy es el Centro Cultural De la Vid. “Allí los chicos ya venían a la escuela, las aulas eran grandes y estaban divididas por cuatro. Así hasta 1991. Esos primeros tiempos costó bastante, porque no teníamos la apertura que existe ahora hacia la educación especial”, reconoció Gunski y agregó “se trabajaba más con el papá que con el chico. No era fácil sacarlos de la casa. Además, en aquella época no existían docentes con la preparación específica”. Sobre padres y especializacionesEs cierto. No era fácil tratar con los padres y su labor cambió mucho. “Antes la relación era poca. Es más, la maestra tenía que hacer todo. Por ejemplo, los chicos venían con cortes o lastimados y uno tenía que llevarlos al hospital. Quizá eso también lo hacemos ahora, pero hay más compromiso de los padres. Convocamos a reuniones y ellos vienen, colaboran, les importa la educación de sus hijos. Antes era sólo el docente con los alumnos”, manifestó Gunski. En ese panorama, la especialización docente fue más que importante. “Los docentes profundizaron sus conocimientos en varios temas: con respecto a los padres y en relación a trabajar con ellos. Ayudar a concientizarlos, no para hablarles de lo malo de su hijo, sino de sus progresos, de lo bueno que hace. Ir cambiando la mirada”, indicó. Una atención para todosLa escuela se especializa en el trabajo con chicos que sufren de diversas patologías: autismo, sordera, síndrome de Down, EGB y retardo mental. Además trabaja en estimulación temprana, con chicos de 0 a 3 meses. “En los casos más delicados, la clase es atención personalizada, se trabaja sólo con el docente”, explicó Patricia a PRIMERA EDICIÓN.Trabajar en una escuela especial no es tarea sencilla, al contrario. Entonces, la vocación es un ingrediente importante. “Hay que respetar el tiempo y el espacio de los chicos. Pasa que les enseñás una letra, mañana lo saben y pasado se olvidan. Hay que trabajar con eso, con esa frustración personal”, indicó Patricia. “Siempre les digo a los docentes que cuando planifiquemos, sean objetivos cortos para que puedan alcanzarlos. También con los papás, porque son personas con las que tenemos que tener mucha paciencia. Seguramente vienen frustrados, necesitan contención y que se los entienda. Debemos trabajar mucho con la aceptación”, señaló. Historias que miman el almaPatricia Gunski se emociona cada vez que se encuentra alguno de sus alumnos en la calle y los ve encaminados. Varios ejemplos llegan a su memoria: “Tenía un chico que se llamaba Pacho, era terrible. Era el ‘terrible sano’. Él hacía rápido, me decía ‘poneme un te felicito, mae’. Su problema era el aprendizaje. Pero creció y tengo una satisfacción enorme porque es quien maneja el camión de la Municipalidad. Está casado y tiene hijos. Un día paró el camión, tocaron el timbre y cuando abrí me encontré con un hombre que me dijo ‘hola maestra’. Me largué a llorar pero de alegría. Además, es un excelente empleado”.Así, muchas historias. “Otro de nuestros orgullos es Julito Ostrowski. Está encargado de la planta de reciclaje. Así hay muchos, pasan y te dicen maestra y son hombres de familia. Nosotros nos quedamos con la imagen de la criatura. Otra situación es que a mí me gustan mucho las flores de paraíso. Cuando era maestra les decía a mis alumnos que no me traigan otros regalos más que la flor de paraíso. Al día de hoy, todos los días del maestro, Juani Prokovich -otra de mis alumnas- llega con sus hijos a mi casa con flores de paraíso para mí. Eso no tiene precio”.
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