La mañana que PRIMERA EDICIÓN llegó a la escuela secundaria BOP 107 de Paraje La Corita, los chicos estaban en recreo. La curiosidad, las risitas de vergüenza y las miradas de asombro se mezclaban ante la sorpresiva llegada de “los extraños”, quienes irrumpieron en la normalidad acostumbrada con sus grabadores y cámaras fotográficas. A causa del calor, el patio -o la única área que está techada- se encontraba abarrotado. En esa escuela, cuyo edificio es un ala ampliada del CAPS del pueblo, asisten regularmente 97 chicos.“El 90% de los alumnos proviene de las colonias en los alrededores de Santa María: Caaguazú tiene el mayor número de inscriptos, Itacaruaré y Concepción de la Sierra. El boleto estudiantil gratuito fue clave para facilitar la oportunidad de asistir a la escuela”, fue la respuesta del director suplente, Carlos Brítez, a la consulta de este Diario sobre las nuevas posibilidades de acceso a una oferta de educación secundaria tradicional, tras su apertura en 2010. La institución busca, desde sus años iniciales, garantizar el derecho a la educación de adolescentes que residen en poblaciones rurales. Para Brítez, pese a todas las problemáticas reconocidas e imaginables en instituciones alejadas de las ciudades más grandes es “un avance en materia de derechos educativos”. Según sus palabras implicó la visibilización de sectores vulnerables de Misiones e históricamente postergados en el acceso a la enseñanza de nivel secundario en las picadas. Su construcción tuvo lugar en el marco de distintas políticas que llevaba adelante la provincia para impulsar la creación de, al menos, una escuela secundaria en cada municipio misionero.En el año inicial, por una cuestión de demanda, se admitieron estudiantes de primero y segundo año. Con el paso del tiempo se fueron agregando los cursos siguientes hasta que en 2013 se completó el ciclo de primero a quinto. El BOP 107 es una escuela pequeña. El edificio fue construido por la municipalidad durante la gestión de Mario Norberto Ruhmling (recientemente electo diputado provincial). Hasta 2012 compartió edificio con la Escuela primaria 30. Ahora, aunque las aulas ya funcionan exclusivamente para el secundario, se comparte terreno con el centro de salud. Como sus docentes no paran de “soñar” empezaron las gestiones ante Nación para llegar a “la casa propia”.Brecha que se acortaLa escuela rural brinda la misma educación que un secundario común. Funciona únicamente en el horario de la mañana, de 7.30 a 12.30 y tiene orientación en Ciencias Sociales y Humanidades. El plantel es de 25 docentes, en su mayoría mujeres, dos preceptoras, una secretaria y un directivo.La matrícula inicial del ciclo lectivo vigente fue de 107 alumnos; sin embargo, por diversos motivos como dificultades para llegar, por trabajo o distancia, hubo una tasa de abandono de 10 alumnos.Para dar clases los chicos no son los únicos que se movilizan: ninguno de los maestros es de Santa María, la mayoría proviene de Concepción y de San Javier, principalmente, e Itacaruaré. “Todavía no tenemos un docente que haya salido del seno de nuestra comunidad, pero ya tenemos egresados que están estudiando la carrera y pretendemos que algún día vengan a trabajar acá”, contó Brítez.No obstante, la formación docente sigue sin aparecer en el universo de expectativas laborales de estos estudiantes. La gran mayoría opta por seguir alguna carrera de formación militar: Ejército, Gendarmería, Prefectura, Policía y algunos, los menos, permanecen en la zona para trabajar en la chacra con sus padres. La tasa de egresados todavía es baja, reconoció del director, con un promedio de entre 10 y 15 egresados por año. Este año serán 14. “Desde la primera promoción hasta ahora, salvo un caso con el cual hacemos un abordaje particular porque es mayor de edad y está trabajando, no se llega a cumplir con todo, de ahí que están rindiendo sus materias para poder egresar”, dijo sobre la tasa de permanencia y repitencia. En ese sentido Britez aseguró que “con los talleres y la función tutorial que se envía desde el Ministerio de Educación logramos que los chicos se lleven menos previas. Algunos ingresaron con sobreedad y están llegando con sobreedad a quinto, pero van siendo los menos. Las tasas y los grupos se van ajustando a las expectativas”. Sonó el timbre y hubo que volver a los salones a continuar con las clases. Los chicos miraron de reojo a los periodistas mientras regresaban a las aulas. Faltan días para terminar el año lectivo y hay que hacer honor a ese derecho de aprender que establece la Constitución, pero que la ruralidad les negó por mucho tiempo.
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