Era miércoles y continuaban sin electricidad y, por ende, sin el bombeo de agua potable. Algunos buscaron ser escuchados mediante el corte de la ruta 12, que se extendió por espacio de tres horas, hasta que apareció un camión con los empleados de la empresa eléctrica. Pero la ilusión duró poco porque una vez en el lugar donde debían hacer los trabajos, expusieron una ristra de pretextos, desde que no tenían la escalera apropiada, que necesitaban una grúa, hasta que carecían de los elementos mínimos para llevar a cabo una actividad tan riesgosa. Cuando los pobladores del barrio Bompadre amenazaron con cortar nuevamente la arteria nacional, les contestaron que “hacemos lo que podemos”.Finalmente, aseguraron que irían en busca de insumos y que regresarían a la brevedad. Pero pasaron las horas, los alimentos se descompusieron, otra noche llegaba, la oscuridad acechaba y la solución no aparecía. Para colmo de males, las comunicaciones estaban agotadas por la misma causa: la luz se había interrumpido el domingo, después del temporal, y las posibilidades que reanudaran el servicio, eran hasta ese momento prácticamente nulas. Internet y el servicio telefónico tampoco funciona. Decididos, algunos vecinos juntaron coraje y reunieron los elementos que tenían en sus domicilios, añadieron peldaños a las escaleras caseras y se pusieron a trabajar, levantaron postes y -aún sabiendo el riesgo que corrían- añadieron cables a una conexión de alta tensión. Desde las 17 y hasta las 21 estuvieron trabajando a destajo, pero cumplieron su objetivo. Una vez que todo parecía en orden, volvieron a comunicarse con los empleados de EMSA para que efectuaran el enganche final. Pero los trabajadores ya no regresaron. Pasaron unas horas más y los propios vecinos hicieron el enganche, haciendo que el servicio regrese. Están conscientes de la gravedad de la cuestión, que la actitud hasta puede calificarse como un delito, pero estaban desesperados, cansados del abandono y de la desidia, porque EMSA, una vez más, brilló por su ausencia, como los mismos protagonistas de esta patriada señalaron. De todos modos, el jueves por la tarde en la zona de colonias seguían sin energía al igual que en algunos barrios más alejados del casco céntrico. Es que en Mado-Delicia es prácticamente normal estar sin energía por el término de dos días. "Los de EMSA vienen, revisan, si pueden arreglan, de lo contrario lo dejan para otro día. ‘Mañana volvemos’, dicen, pero no regresan más hasta que nos hartamos de llamarlos pero no nos dan bolilla”, lamentó una vecina.
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