A 72 años del evento que cambió el rumbo del planeta, la ciudad japonesa de Hiroshima rindió homenaje a las víctimas que provocó la caída de la bomba nuclear arrojada en ese lugar. Fue un acto en el cual estuvo presente Luciano Gabriel Kikue como representante de la colectividad nipona de Misiones, al ser descendiente de una de las pocas familias que vinieron a este país desde aquellas tierras devastadas por la segunda guerra mundial. El joven de Leandro N. Alem participó en compañía de su prima, Erika Beatriz Kikue, de una serie de actividades que comprendieron 10 días en Japón. Fueron los únicos argentinos de un grupo integrado por 18 personas que conformaron la comitiva de América. Compartió la experiencia con gente de distintas partes del mundo que viajaron hasta la “Tierra del Sol Naciente”. Apenas arribó a Misiones, luego de más de 36 horas de viaje, PRIMERA EDICIÓN entrevistó a Luciano, quien relató que “en el acto del domingo hubo personas de todo el mundo. Habían carpas para cubrirnos porque hacia mucho calor por el sol. Se presentaron aquellos que tuvieron parientes que vivieron las consecuencias de la bomba y formaban una fila muy larga para colocar una flor, como eran muchos estaban desde las cuatro o cinco de la mañana para dejar la ofrenda en el acto”. Casi sin respiros y visible emoción, Luciano agregó que “había personas de Estados Unidos, europeos, africanos, el primer ministro de Japón y el gobernador de Hiroshima”.Ansiedad y muchas horasViajar hasta el lejano país no fue nada fácil, fueron muchas horas de viajes para encontrarse con una realidad muy distinta a la de Argentina. “El avión hizo una escala en Chile, en Santiago; de ahí a Toronto, Canadá; luego a Tokio; Haneda y finalmente Hiroshima. En total fueron 36 horas de viaje, sin contar las ocho horas que tuvimos que esperar en Toronto en compañía de mi prima. Fue nuestra primera vez en Japón, una experiencia única”, reconoció.En cuanto a cultura japonesa, el joven expresó que “ aprendimos a cocinar algunas comidas típicas, observamos varias cosas que nos llamaron la atención, como por ejemplo que los horarios se cumplen estrictamente, nadie llega tarde, siempre hay que estar presentes como 10 minutos antes. También las personas de allá son muy amables, cuando uno les pide ayuda te la brindan e incluso si no saben explicarte hasta se disculpan”.En la ciudad que vivió la caída de la primer bomba quedó en pie un templo que, con los años, se convirtió en un museo viviente, en el cual se pueden observar objetos que recuerdan las consecuencias del impacto radiactivo. El recuerdo sigue vivo en aquellos supervivientes de la catástrofe y eso lo reafirma Luciano. “Mi abuelo y bisabuelo se encontraban en una parte alejada del lugar donde cayó la bomba nuclear y no les alcanzó la radiación. Mi abuelo y sus hermanos, en aquel momento, fueron capaces de ver el hongo que generó la explosión en Hiroshima, pudieron ver claramente. Con el paso de los años no quisieron hablar mucho de ese tema a la familia”, comentó. De Japón directo a Misiones Este Diario también dialogó con la familia de Luciano, desde el costado histórico y ellos relataron el camino realizado por los primeros inmigrantes japoneses para llegar a la “tierra colorada”. Juan Carlos Kikue, padre de Luciano, explicó que “mi abuelo participó en la Segunda Guerra Mundial junto con sus hermanos y después de la guerra ellos vinieron para la Argentina en el año 1958, a Colonia Lujan, en Garuapé y luego se distribuyeron a lo largo de la provincia. Fueron unos de los primeros inmigrantes que vinieron directo desde Japón sin hacer escala en Brasil ni en Paraguay como hicieron muchos”. Más adelante, Carlos se refirió a las costumbres y tradiciones japonesas y dijo que “cuando llegaron acá la mantuvieron. En casa con mis padres utilizamos el idioma, las comidas típicas, si bien quedó un poco en el tiempo porque Japón ya evolucionó, ellos quedaron más aislados acá, la religión por ejemplo es budista, bien típico de la zona oriental”. Ese estilo de vida influyó en las nuevas generaciones. La convocatoria para participar de la conmemoración de la caída de la bomba atómica surgió cuando “el Gobierno japonés llamó a referentes de la colectividad, como el señor Yamada Noriyuki, quien reside en Jardín América y también es descendiente de habitantes de Hiroshima. Él nos preguntó si estábamos interesados porque desde la ciudad japonesa enviaron una beca, así surgió el viaje. Lo inscribimos a Luciano, que aceptó con gusto, fue elegido porque somos pocas las familias que vivimos en Misiones y somos parientes directos de personas que habitaban esos suelos. Somos cuatros familias: Yamada; Kikue; Ida, en Colonia Luján y Tsuchioka, en Jardín América”, explicó Juan Carlos. “Me gustaría volver”Luciano Kikue, comentó en otro tramo de la charla que asiste “a una escuela donde aprendemos japonés, con lo cual tenemos la posibilidad de poder viajar de vuelta a Japón a través de un concurso que consiste en escribir algo sobre ‘El orgullo de ser descendiente’. Me gustaría poder volver porque es un lugar realmente muy bonito. Tengo tíos que viven allá, incluso a uno que reside en Osaka y lo pudimos ver, además hay otro que está en Tokio”. Luciano se sinceró sobre la posibilidad de vivir en Japón, “no se si podría hacerlo pero me gustaría ir más seguido, es muy distinto a este país. Se nota que hay personas muy buenas y te das cuenta de como se exigen entre sí, siempre están con actividades, no paran, por eso siempre andan renovando e inventando cosas nuevas”.
Discussion about this post