Aunque parezca increíble terminó julio, que marca la mitad del año, dando lugar a la llegada de agosto. Y el inicio de este mes, se caracteriza por el tradicional homenaje que se rinde a la naturaleza para alejar todos los males y dar la bienvenida a una buena salud, tomando “una copita de caña con ruda”. Esta costumbre tiene su origen en los pueblos guaraníes que utilizaban la ruda como un elemento medicinal, especialmente contra los parásitos, malestares estomacales y la irritación de picaduras de insectos. Pero más allá de sus propiedades medicinales, con el paso del tiempo la ingesta del brebaje se convirtió en una suerte de conjuro contra las malas ondas, la envidia ajena y la mala suerte.Creo que es una hermosa oportunidad para priorizar tantas cosas que nos trae la buena salud y la buena suerte en la vida. Es bueno que nos preguntemos: ¿qué es la suerte?, ¿existe la buena suerte? ¿Cómo lograr esta buena suerte? El diccionario de la Real Academia española define la palabra suerte como: “Encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito o casual. Circunstancia de ser, por mera casualidad, favorable o adverso a alguien o algo lo que ocurre o sucede”. Así que podemos decir que la frase: “buena suerte” se aplica al hecho afortunado que vive una persona en un momento dado.A menudo estamos en contacto con personas que nos ofrecen elementos o medios para lograr la “buena suerte”. Desde artículos diversos como pulseras, anillos, amuletos, perfumes, etc., como también servicios de lectura de cartas, transmisiones de buenas vibraciones, etc., que supuestamente permiten alcanzar la tan codiciada “buena suerte”. Otras veces algunos han recibido por e-mail o por correo normal una carta donde se exhorta a continuar la cadena para transmitir “buena suerte” y condena al que no continúe la cadena a tener mala suerte.Frente a tantas situaciones que generan una serie de confusiones y malas prácticas o costumbres, la Biblia pone claridad y nos enseña a confiar únicamente en la Palabra de Dios, que nos presenta a un Dios Todopoderoso y es fuente de bendición inagotable que nos anima en los momentos difíciles de la vida. Nos fortalece y alienta cuando atravesamos momentos difíciles y enfermedades, asegurándonos la mano poderosa de Dios en todos los momentos de la vida. Lo único que debemos hacer entonces es confiar en Su Palabra y abandonarnos en las manos de un Dios que nos ama y nos bendice. “El Señor es mi pastor, nada me falta. Él me hace descansar en verdes pastos. Me conduce hacia fuentes tranquilas. Él restaura mi alma. Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo, tu vara y tu cayado me infundirán aliento (Salmos 23:1-4).La confianza en Cristo y en su Palabra es fuente de bendición y bondad inagotable para el ser humano. Sin duda que cuando nos abandonamos en las manos de Dios podemos dar un nuevo sentido a nuestra vida, superando toda situación de adversidad que tildamos de “mala suerte” y sentiremos la alegría de amar, de servir y de ayudar. Atentos a todo esto, estemos expectantes no a la “buena suerte” que nos llegue por casualidad, sino a la certeza de bendición que nos trae la confianza puesta en ese Dios que nos ama y quiere lo mejor para cada uno de nosotros.
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