Señora Directora: Me duele e indigna la irresponsabilidad y desaprensión de algunos conductores que no saben respetar la propia vida y la de terceros. Son aquellos que, en el “apuro”, cruzan semáforos en rojo o ignoran los límites de velocidad permitidos. Es como si fueran suicidas que desconocen que la vida es un don que Dios nos dio para que la disfrutemos.
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