Si existe un escenario para declarar la supremacía del principio de inocencia, es el sistema penal el único lugar donde no sólo debe retumbar sino hacerse bandera. Sin embargo, la actualidad remarca con la aparición -hace dos años- de un observatorio que pone en discusión la ejecución del servicio de Justicia, principalmente la del fuero penal. Se encarga de correr densos telones que esconden otras realidades y sólo dejan oírse malas entonaciones de un sistema que se autoproclama fundamentalista por el respeto a la Constitución y a tratados internacionales.Indiana Guereño dirige el Observatorio de Prácticas del Sistema Penal y disertó en las jornadas, que realizó (el jueves y viernes pasados) el Colegio de Abogados de Misiones, y que sirvieron de presentación formal de la Asociación Pensamiento Penal en la provincia.La abogada penalista representa como “amicus curiae” (amigos del tribunal) ante la Corte Suprema a Cristina Vázquez, condenada a perpetua por la muerte de Ersélida Dávalos en 2001, y a los también sentenciados por los abusos en el caso denominado “transportistas”, Lucy Olmo y Fabio Durán.“Tanto la Constitución como los tratados internacionales marcan que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, sin embargo, en la práctica este principio se invierte. Entonces cuando uno es acusado de un delito ya se lo presume culpable, ‘algo habrá hecho’. Y no es así, cuando uno empieza a estudiar la causa, a ver todas las instancias, se da cuenta que no, que se fue instruyendo una historia que no tenía verdaderos cimientos sino que se fue fundando en rumores”, disparó Guereño como prólogo del diálogo que mantuvo en exclusiva con PRIMERA EDICIÓN.Buscan rever las condenas de Cristina Vázquez y de los denominados “transportistas”, porque los fallos estarían mal fundados o con fallas en los expedientes…En el caso de los transportistas, las irregularidades son marcadas y es más sensible aún porque se trata de dos niños como víctimas. En este caso se debió haber extremado los cuidados y por el contrario sólo se siguió una línea de investigación y una vez llegado el juicio se trató de corroborar todo el tiempo que los culpables fueron ellos, pero no sobre base cierta. La condena a los transportistas se basa en la equivocación de la fecha y por otro lado en lo que dijeron los niños en la cámara Gesell. Sin embargo esa cámara no fue tal porque no cumplió con las formas adecuadas. Las profesionales en este caso pusieron en boca de los propios niños los nombres de los transportistas en lugar a que ellos los nombraran. Se construye la culpabilidad, cuando se debe demostrar de otra manera.La liberación de ellos corresponde porque su sentencia no está firme, están en prisión preventiva todavía, cuando la regla del proceso tiene que ser la libertad porque sino la máxima es al revés: se detiene para investigar. En el caso de los transportistas esto se evidencia, te meto preso primero y luego veo si te impongo la pena que ya están cumpliendo, más de ocho años llevan detenidos. Es anticonstitucional, un encierro cautelar, te detengo por las dudas.¿Cómo surge la tarea del Observatorio?Empezamos a trabajar hace dos años con la Asociación de Pensamiento Penal, y la idea era visibilizar las cosas que se hacían bien y las que estaban mal. Entre los primeros casos aparecieron las amigas de Cristina Vázquez y nos cuentan su historia, al tiempo se suma la familia de los transportistas y ya no nos podíamos quedar con los brazos cruzados, había que hacer algo más, comprometerse, que los operadores jurídicos tomemos consciencia cada uno desde nuestro lugar que nuestras acciones generan consecuencia y perjudican la vida de la gente, las personas quedan atrapadas al derecho. Nuestra tarea en el observatorio no es sólo mostrar estos casos, debemos intervenir de alguna manera ya sea como Amigos del Tribunal (Amicus curiae), o pidiendo informes y trabajando con documentalistas, periodistas, sociólogos, antropólogos y sabemos que la tarea puede resultar utópica pero no podemos quedarnos de brazos cruzados.Hace diez días se conoció el fallo de la Corte que declaró la inocencia de Fernando Carrera de la llamada “Masacre de Pompeya”.Lo celebramos, es muy bueno que la Corte Suprema tome ese compromiso, fue inédito, ya no dijo ‘fíjense ese fallo, hay que revisarlo’, acá dijo ‘listo, ya está, sobre esta persona no hay pruebas y por ende liberenla de este proceso interminable. Hay en los medios una idea cara a nuestra historia, la del ‘algo habrán hecho’ y si estás involucrado en un proceso penal ‘por algo será’, y lo que hay que entender que esto a cualquiera nos puede pasar. El sistema penal es selectivo y cae siempre encima de los sectores más vulnerables que les cueste defenderse en todos los sentidos, no sólo en los legales, a todos nos pueden atrapar. Por eso las garantías hay que entenderlas en un modo global.¿Cómo se inicia este proceso de culpabilidad?Los primeros, los que empiezan a construir la historia, son los policías, los que llegan primero a la escena del crimen, los responsables de que toda esa prueba se conserve de manera correcta. Después siguen los operadores jurídicos, los que juzgan esa misma prueba. Por ejemplo, en el caso de Cristina Vázquez no hay huellas, no hay rastro, no hay ADN, no hay nada que la involucre con la muerte de Dávalos, y fue la policía la que recogió todo esto y después sin embargo los jueces son los quienes lo omiten.¿El caso Vázquez es polémico?La sentencia a Cristina es paradigmática, en los fundamentos se dice que no hay rastros, ni huellas de ella, no hay nada y después la condenan a prisión a perpetua. ¿Por qué no se investigaron otras hipótesis, por qué sólo fueron por ellos tres, por qué no llamaron a declarar a las otras personas que estuvieron con Cristina en Garupá?, esto no era tarea de Cristina, era de la propia Justicia, la de averiguar qué pasó esa noche. En este caso se invierten las cosas y le piden al imputado que demuestre su inocencia y no es así, es el Estado el que debe probar la culpabilidad.La visitaste a Cristina en prisión…Ella está ansiosa por ser excarcelada, porque su sentencia no está firme y ella tiene derecho a estar en libertad, es obligación del Estado liberarla y sin embargo sigue estando en la unidad penal. No sé por qué se demora tanto, se debe corroborar si la sentencia está o no firme, cuántos años lleva preso sin sentencia firme, en estos dos casos ocho, y bueno ya está, no hay que indagar tanto.¿El riesgo de no cumplir con el arraigo, de escapar, es latente?Tiene que ver con la selectividad del sistema. Cuando uno empieza a investigar si los parámetros de la libertad se cumplen efectivamente tiene que ver con gente que no es cliente habitual del sistema aún cuando tienen la posibilidad a mano de sacar un pasaje de avión y fugarse. Por ejemplo el caso de Carlos Carrascosa (condenado por la muerte de su esposa María Marta Belsunce), su condena no está firme y él está esperando la resolución en su casa, ¿e
so está bien?, si claro, puede desaparecer pero no lo hace. Lo que está muy mal es que Cristina Vázquez y los transportistas estén privados de la libertad en las misma situación.La lucha del Observatorio Penal parece "quijotesca"…Hay que hacerlo, hay que trabajar en capacitar a los operadores de justicia, mostrarles estas historias y que vean cuáles son las repercusiones de sus propios actos. Para caer en las garras del sistema es cuestión de un instante, sólo se necesitan cinco minutos, que alguien diga ‘fue él’. Para salir te cuesta años y años. Es como en (la novela) “El proceso” de Kafka, de hecho el observatorio utiliza una ilustración de un laberinto, no se sale. Aún cuando Cristina recupere su libertad, nadie le va a devolver todos estos años privada de la vida.¿Cómo se ubican en la discusión mano dura, elevar las penas, para que descienda la inseguridad?Hay que ir a los datos duros, tenemos una población carcelaria que supera los 60 mil detenidos, ¿y la inseguridad disminuyó?, no, al contrario, la sensación es que cada vez es mayor. Entonces no hay correlato entre las personas encarceladas y lo que sucede en la calle. No hay relación. Hay una creencia generalizada de que el sistema penal soluciona los conflictos, que es responsabilidad de los jueces el hecho que una persona sufra un delito. La Justicia actúa después que el delito se comete, no antes. El sistema no está pensado para darle una solución a la víctima del delito. Es una idea ficcional pensar que agravando penas todo se termina el crimen. No se piensa en la persona que se está perjudicando, sólo se ve un expediente y no a la persona detrás. Los jueces están pensando en su futuro y para ello ven qué es lo que les conviene, si es ir por la pena más gravosa aunque no sea lo que corresponda y bueno, vamos por acá. Si tenemos en cuenta que hay más de 60 mil presos, es evidente que a la mayoría de los jueces se los puede definir como ‘carcelera’. Necesitamos un cambio cultural radical, sino el futuro se presenta con peores condiciones de detención y mayor violencia.
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