Señora Directora: Ya durante el acto de apertura de los Juegos Olímpicos realizados en Brasil, quedó demostrada la capacidad organizativa del gigante sudamericano. Y el acto de clausura confirmó el enorme talento de miles de técnicos que se lucieron con la electrónica.Realmente envidiable porque en nuestra Argentina brilla el talento, pero para el mal. Los delitos de todo tipo y la falta de leyes que no permiten esas prácticas. Pero, me permito hacer un breve racconto.Cuando en 1983, el Dr. Raúl Alfonsín asumió la Presidencia de la Nación, con la cuasi heroica voluntad de encaminar con una sólida democracia un sostenido progreso, ya habían emigrado más de trece mil ingenieros hacia Estados Unidos para especializarse y quedarse allí. Entonces, el Dr. Alfonsín fue a la Facultad de Ingeniería de Buenos Aires y les pidió: “Por favor, cuando se reciban, quédense que los necesito”.Desconozco si todos han hecho caso, pero la realidad que estamos viviendo es ésta. Cuando el Congreso y la Justicia formaron pareja, nacieron tres hijas: inseguridad, injusticia e impunidad. Las madrinas se llaman: irresponsabilidad y corrupción, la de algunos integrantes de las Fuerzas de Seguridad.Somos más de 40 millones de habitantes, de los cuales el 99% estamos esperando que el 1% –los legisladores del Congreso—dicten leyes que nos protejan. Mientras ese 99% somos rehenes del delito que camina libremente por las calles, armados con armas de fuego de todos los calibres, sin autorización. Vivimos detrás de las rejas y los delitos son defendidos con total desprecio hacia las víctimas, muchas veces mortales. Desapareció la dignidad y el respeto.Si alguna autoridad dispone de una medida para bien, como el orden y la seguridad, nunca faltan quienes critiquen eso con dureza.





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