Conmovió a periodistas de todo el país y a sus seguidores en distintos medios audiovisuales, la foto que una docente subió al Facebook de la Escuela 948 mbya guaraní de Ruiz de Montoya, donde en el acto del 20 de junio, el abanderado estaba descalzo.La situación fue objeto de análisis, reparto de responsabilidades políticas y educativas, pero tardó en surgir un hecho más trascendente: la lamentable situación socio-sanitaria de la comunidad donde está inserto el establecimiento educativo. Por ello, hoy decidimos contarle a nuestros lectores que el problema detrás del abanderado descalzo no se soluciona con zapatos.Como en muchos otros casos, donde Asuntos Guaraníes del Ministerio de Derechos Humanos y hasta el municipio de Ruiz de Montoya siguen negando realidades o lo que es peor, justificando lo injustificable; si no fuera por las maestras muchos niños que asisten a esta escuela de jornada completa a 24 kilómetros del casco urbano de la mencionada localidad no comerían.Por ello, tal como informan profesionales que asisten a las comunidades mbya de la zona, hay una carencia nutricional infantil crónica, no tienen luz y menos aun agua potable. Sin embargo, para el intendente renovador Daniel Schweri “si bien falta algo, la aldea Ñamandú no está mal”. El conjunto de necesidades, que van más allá que un par de zapatillas, se termina llevando vidas de niños.Un dato es estremecedor y debe llevar a la urgente reflexión del Gobierno provincial para ajustar los mecanismos de prevención y atención en Ruiz de Montoya: el 91 por ciento de los niños menores de seis años fallecidos en esa localidad, son indígenas.¿Qué más se puede agregar? Que no hacen falta más justificativos y los clásicos argumentos infundados de la política. Falta la acción rápida de un Estado ausente.
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