“Jesucristo, Señor de la Historia, te necesitamos”, es el lema con el que el próximo fin de semana vamos a celebrar el XI Congreso Eucarístico Nacional en Tucumán, con centenares de personas que se aprestan a participar activamente, mientras que muchos otros lo harán desde sus provincias, pero acompañando con sus oraciones.Qué bueno que todo esto se lleve a cabo en este lugar donde se gestó la independencia de nuestra patria, justamente en este año del bicentenario de nuestra emancipación, para que reflexionemos sobre la gran libertad que nos regala Jesús, vivo y presente en la Eucaristía. La Eucaristía que marca la celebración de la presencia real de Cristo en la Iglesia, mantiene vivo el espíritu de comunión como Iglesia. Es la comunidad que celebra su fe en Cristo y cada Eucaristía nos recuerda que Él es la cabeza de la Iglesia y la Iglesia reunida celebra el misterio de nuestra fe – la muerte y resurrección de Cristo. Es lo que nos une como hermanos en la fe. Los tiempos modernos que vivimos nos apartan cada vez más de la comunidad. A menudo nos sentimos superados por las ocupaciones y preocupaciones, por lo que no tenemos tiempo para pensar en la comunidad. Obviamente cuando se satura la agenda y el tiempo nos falta, es común dejar de lado los momentos esenciales de la vivencia de nuestra fe. De allí que celebrar la Eucaristía no debe ser precisamente el cumplimiento de una obligación de nuestra fe, sino que es la celebración del culmen de nuestra vida eucarística, donde en cada momento de la vida imitamos al Maestro. Cada mañana el despertar debe ser una acción de gracias al Dios de la vida, ya que cada dolor y sufrimiento nos acerca a la pasión, muerte y Resurrección de Cristo. Por eso cuando experimentamos la pérdida de un ser querido nos unimos al misterio de la resurrección de Cristo. Y es esto lo que celebramos cada día y cada domingo en la Eucaristía – la vida en Cristo. Celebrar la Eucaristía con la debida preparación como culmen de nuestra vida, nos trae la gracia que encierra el sacramento. Cada Eucaristía es un momento central de la escucha de la Palabra, oración, perdón y reconciliación, acción de gracias, compartir generoso de unos con otros y un celebrar gozoso de esa paz que nos viene de Cristo. La predisposición y preparación interior, nos ayudarán a vivir el verdadero gozo de esta memoria. Cada proclamación de la Eucaristía es una vivencia comunitaria y personal de nuestra fe en Cristo. Es un momento para hacer ofrenda y acción de gracias por tantas bendiciones recibidas. Es una verdadera ocasión para que en comunidad, pidamos a Dios intercediendo el uno por el otro. La celebración de la Eucarística va íntimamente unida a una actitud de entrega generosa. Así como Jesús nos dice: “Hagan esto en memoria mía”, es una invitación para entregar la vida unos a otros por amor. Nos invita a una gran generosidad y entrega. Además en nuestros templos tenemos la oportunidad de vivir momentos de “adoración eucarística”, que es un regalo de nuestra fe. Nos invita a contemplar la presencia de Jesús Eucaristía para contemplar la manifestación viva de Dios en nuestra vida, de poder entrar en comunión y diálogo íntimo con nuestro Dios. Como nos dijo el papa Benedicto XVI: “Es un momento de encuentro personal con Jesús, donde sin barreras podemos hablarle y escucharlo”. La Eucaristía mantiene viva la comunión como Iglesia, donde nos encontramos en la fe para celebrar. Que cada celebración de la Eucaristía nos lleve a una mayor comunión como hermanos en la fe, superando tantas divisiones y diferencias que vivimos en el mundo por tener distinta nacionalidad, ideología, situación social y económica. Ojalá podamos descubrir nuestra verdadera identidad de “hijos de Dios” por encima de las barreras que nos colocamos mutuamente.
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