La Biblia dice que “para Dios un día son como mil años y mil años como un día, como ser humano tengo vivido el versículo, cada día para mí es como si fueran mil años y cada día me duele muchísimo”, relató François Nuno Setario, el brasileño que desde hace dos años lucha en la capital misionera contra viento y marea para ver a su pequeña hija y que el viernes pasado decidió apostarse frente al Superior Tribunal hasta tanto se cumpla la sentencia, en la que consta su derecho a visitar a la niña.François recordó que incluso antes del nacimiento de su “bajita” intentó comunicarse con su ex, por los rumores de que estaría embarazada, pero ella nunca contestó.“Nos conocimos en Camboriú y me vine a vivir con ella a Garupá, fuimos pareja durante cinco meses, incluso iniciamos los trámites e hicimos los análisis pre-nupciales para casarnos, pero ella no quiso seguir la relación; entonces volví a Brasil”, recordó este hombre a PRIMERA EDICIÓN.Y añadió que “pasados nueve meses, cuando ya estaba por nacer mi hija, su hermana me llamó y me avisó, aunque ella me negaba que fuera así, regresé. Cuando llegué me presenté en el hospital Madariaga, donde me informaron que estaba internada, que daría a luz a una niña, pero no me dejaron conocerla, entonces comenzó mi lucha”.“Nunca respondió a mis llamados, hice denuncias en varias comisarías, exposiciones, me presenté en Acceso a la Justicia, en el Tribunal, por impedimento de contacto, comunicación y contacto, régimen de visitas, alimentos, tenencia en caso de que ella no estuviera en condiciones de hacerse cargo, se iniciaron varios expedientes, muchos con resoluciones, pero ninguna de ellas se cumple, hay sentencia ya de régimen de visitas, que nunca se cumplió”, dijo François.Incluso “en la sentencia por régimen de visita determina que se cumpla en un plazo de 48 horas, ya pasó casi un año; no sé cuando se empiezan a contar esas 48 horas; el fin de semana pasado le dieron 72 horas más, ya no entiendo nada, después de un año me pidieron que prorrogue por 72 horas más la oportunidad de abrazar a mi hija”, opinó el padre angustiado.“Me denunció por decir que era mi hija, estuve preso, sin pruebas, sólo por decir que era mi hija, hasta que un ADN lo comprobó, me dejaron en libertad, pero ella siguió como si nada. Intenté denunciarla por calumnias, pero no me toman la denuncia”, añadió.“Ya tiene dos años mi hija y nunca estuve con ella, nunca la pude alzar, nunca estuve junto a ella, en ninguna ocasión, nunca le pude decir hola o escuchar su voz y eso me duele mucho, por eso estoy acá ahora”, refirió.Y subrayó que “el viernes me instalé acá, vino Acceso a la?Justicia, me dijeron que saque la carpa, que el lunes me iban a llevar a ver a mi hija; después de dos años, para que saque la carpa me prometen eso, saqué la carpa y la llevé a la parroquia Santa Catalina, cuando estaba allá me llamaron y me dijeron que el miércoles le iban a preguntar a la madre si podía ver a mi hija, entonces volví y me voy a quedar hasta tener una respuesta definitiva”.
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