Norma trataba de concentrarse en la música de Ciro y Los Persas que sonaba de fondo para tranquilizarse frente a lo que estaba pasando: su hijo, su pequeño bebé, estaba en proceso de nacer sólo 27 semanas después de haber sido gestado y con apenas 950 gramos. Una pulguita a la que pudo conocer tres días después en Neonatología, adonde paso a paso fue recuperándose. Hace nueve meses que Elías dejó el vientre materno y se contornea con una incipiente sonrisa en los brazos de su mamá. “Lo dejé en manos de Dios, si tenía que nacer en ese momento, por algo era”, recuerda ahora Norma, en una charla con PRIMERA EDICIÓN.Elías Francisco Olivera nació el 7 de agosto de 2015, el día de San Cayetano, mucho tiempo antes del estipulado como fecha de parto. Fue un bebé prematuro y como todos los bebés que nacen con menos de un kilo y medio y entre las semanas 25 y 36, fue a la incubadora. “Él estaba dentro del grupo de mayor riesgo”, reconoce su mamá.Este bebé es el primer hijo de Norma García y Francisco Olivera y, contra todos los pronósticos, estaba decidido a nacer. “Yo tuve un embarazo de riesgo por miomatosis, que son miomas (tejido y sangre) en el útero. Cuando quedé embarazada el mioma crecía a la par de él”. Tanto fue así que, al momento del nacimiento, el mioma pesaba ocho kilos y su bebé, apenas 950 gramos. Elías ya no tenía lugar donde crecer, es más, se ubicó en un pequeño costado de la panza de su mamá y durante cada ecografía era hasta difícil encontrar el latido de su corazón. Se dedicó a buscar un especialista dispuesto a llevar con ella ese embarazo de alto riesgo. Así se encontró con Roberto Luque, un “excelente médico”, dice. A los tres meses de embarazo tuvo que internarse debido al riesgo, dejó su trabajo como docente en la facultad y se dedicó tiempo completo a cuidar a ese bebé en su panza y, lo más importante de todo, a mantenerlo ahí. Ingresó en junio del 2015 y estuvo dos meses internada en Maternidad del Sanatorio Boratti hasta que Elías quiso nacer. Un objetivo claroPasaban los días, las semanas y las compañeras de cuarto de Norma llegaban y se iban. Ella se quedaba. Pero no importaba. “Mi objetivo era que él nazca. El doctor Luque me decía que teníamos que aguantar por lo menos hasta la semana 32, donde ya no hay tanto riesgo”. Todo venía bien, pero la última semana de julio comenzaron las contracciones. “Hay amenaza de parto”, le dijo la enfermera y el miedo la invadió. Era la semana 26 pero tras la toma de varios medicamentos, lograron contener a Elías dentro de la panza. Una semana después, el 7 de agosto durante la tardecita, comenzaron los dolores otra vez. No sólo eso, Norma había dilatado un 70% pero “no podía tener normal porque el mioma tapaba el canal de parto”. Enseguida vinieron otros doctores y comenzaron a revisarla. Cuando se dio cuenta, estaba dentro del quirófano. “¿Cómo quirófano?, yo recién tengo 27 semanas, me falta más de un mes para la fecha mínima”, le dijo a la enfermera. “El doctor ya viene, te vamos a preparar”, le respondieron.Sintió angustia y nervios pero no por miedo, si no porque la fecha mínima estaba lejos todavía. “Ya en el quirófano dije ’que sea lo que Dios quiera, si tiene que nacer ahora que nazca’ y eso me relajó. Me sentí, además, muy contenida por el cuerpo médico que me atendió”. Eran alrededor de 15 profesionales para la operación porque, hasta ese momento, no se tenía dimensión real del mioma y había que tomar recaudos. La cirugía del parto “fue tranquila, yo estaba despierta y me concentraba en escuchar Ciro y Los Persas mientras ellos me operaban. Tardaron veinte minutos en sacarlo, no me lo mostraron, pero escuché que lloró”. Elías se fue directo a “Neo”. Entonces, los médicos procedieron a retirarle los miomas dentro del útero. Los que quedaban, porque ya habían sacado siete antes de Elías. Los médicos consideraban imposible que un bebé pudiera gestarse en medio de ese ambiente. Elías pudo.Conocer a Elías“Como quien se despierta de una siesta, así me desperté yo después de la cirugía. Impresionada porque ya no tenía la panza”, señala hoy. En la habitación se encontró con un Luque sorprendido porque “las imágenes de la ecografía no mostraron la dimensión real del mioma”. Más allá de eso, Norma sólo quería saber cómo estaba Elías. Ya sabía que estaba en Neonatología. “Todo el tiempo me mantuve tranquila porque estaba confiada. Si Dios quiso que naciera en esas condiciones, iba a ser”, repetía en aquel entonces. La operación y el nacimiento fueron un viernes. El lunes “ya no daba más de la ansiedad, le dije al doctor que quería conocer a mi bebé”. Neonatología estaba llena de niñitos divididos en terapia intensiva, terapia intermedia y engorde. Elías estaba en terapia intensiva. “Lo vi chiquitito, transparente. No podía tocarlo porque los bebés prematuros son tan sensibles que le quedan hematomas, entonces me enseñaron cómo acariciarlo para que me sienta y que le hable mucho para que identifique mi voz”.En ese momento “comenzó todo un mundo nuevo que para el que no pasa por eso, no existe. Un bebé prematuro es otra cosa”. Norma detalla las razones del porqué de esa afirmación. “Se tiene un desconocimiento total y absoluto de cómo manejarte con un bebé que no está terminado de formarse biológicamente. Es un niño que se termina de gestar fuera de tu útero, es algo que no se puede dimensionar. Tenés ganas de agarrarlo, tenerlo con vos y está conectado a aparatos. La angustia de escuchar que llora y todas las situaciones que uno ve dentro de Neo… los niños que no logran salir, son cosas que te marcan para siempre”. La tarea de mamáUna semana después del nacimiento, Norma recibió el alta. Se tuvo que ir sin su bebé. No importaba, gracias a las nuevas legislaciones, ya podía ir a ver a su hijo en el horario que quería: iba desde las 7 de la mañana hasta las 23. “Allí aprendí a cómo manipularlo, cómo manejarme con él. En esa situación también se genera un vínculo con las otras madres, son como esas amigas que conoces de toda la vida pero en dos días. El sufrimiento y la angustia son las mismas, entonces se crea un vínculo donde hay mucha contención”.Tres meses después de vivir allí adentro, el 29 de octubre escuchó de la doctora las palabras más esperadas: “ustedes ya están listos para irse”. La profesional le aseguró que Elías estaba en perfectas condiciones y que como ella ya lo manejaba súper bien, podían irse a su casa. “Le dieron el alta el 29 de octubre y nos avisaron que tenía que pasar un mes sin v
isitas”.Ahí comenzó otro mundo, otra vez. Tuvieron que preparar la casa para él, “no había cuna, ropa, nada. Tuvimos que esterilizarla, no podíamos usar desodorantes de ambiente, perfumes, teníamos que lavar toda la ropa con jabón neutro, fue muy estricto”. Estar los dos solos en su casa “fue tan raro. Las primeras noches no dormí, estaba muy atenta a todo lo que pasaba con él”. Elías ingresó en el programa de control de seguimiento hasta los seis años. Esto implica “un control integral cada quince días con kinesiólogos, dermatólogos, neurólogos, estimuladoras tempranas, un equipo médico que lo revisa, más la pediatra”. Después de los seis años “habrá que hacerle controles porque comienzan con la escuela y hay que saber si no necesitarán una ayuda especial, porque no se sabe hasta dónde se ve afectado su sistema neurológico”. Todavía, sin dudas, queda un largo camino por recorrer. Norma mira enamorada a su bebé, inquieto y despierto. “Él gatea para atrás, no se queda quieto, le están por salir los dientes”. Dice que no conocía a nadie que haya pasado por una situación semejante y hoy forma parte de “Padres prematuros. Así se llama el grupo de Misiones y hay redes de padres con hijos prematuros en todo el país. En el grupo les decimos guerreros de la vida, porque eso es pelear por la vida. Uno se pregunta cómo algo tan chiquitito no baja los brazos. Es de admirar”. Decálogo del prematuro1. La prematurez se puede prevenir en muchos casos, por medio del control del embarazo al que tienen derecho todas las mujeres.2. Los recién nacidos prematuros tienen derecho a nacer y a ser atendidos en lugares adecuados.3. El recién nacido prematuro tiene derecho a recibir atención adecuada a sus necesidades, considerando sus semanas de gestación, su peso al nacer y sus características individuales. Cada paso en su tratamiento debe ser dado con visión de futuro.4. Los recién nacidos de parto prematuro tienen derecho a recibir cuidados de enfermería de alta calidad, orientados a proteger su desarrollo y centrados en la familia.5. Los bebés nacidos de parto prematuro tienen derecho a ser alimentados con leche materna.6. Todo prematuro tiene derecho a la prevención de la ceguera por retinopatía del prematuro (ROP).7. Un niño que fue recién nacido prematuro de alto riesgo debe acceder, cuando sale del hospital, a programas especiales de seguimiento.8. La familia de un recién nacido prematuro tiene pleno derecho a la información y a la participación en la toma de decisiones sobre su salud a lo largo de toda su atención neonatal y pediátrica.9. El recién nacido prematuro tiene derecho a ser acompañado por su familia todo el tiempo.10. Las personas que nacen de parto prematuro tienen el mismo derecho a la integración social que las que nacen a término.Fotos: M.Colman
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