El Chevrolet Agile negro fue perfectamente acondicionado. Por un instante casi burló la inspección de los agentes aduaneros quienes lo obligaron a cruzar por tres controles. Fue un procedimiento de casi dos horas hasta que la droga fue detectada, envuelta en papel metalizado que se mimetizaba ante los rayos del escáner. Pero el conductor del coche no logró salirse con la suya y acabó preso.El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Posadas condenó el martes a siete años de prisión a José Antonio Palazzo, un cordobés de 64 años que cayó con un cargamento de 18 kilogramos de pasta base de cocaína en el puente San Roque González de Santa Cruz, en septiembre de 2014.Luego de casi dos horas de deliberaciones, los jueces Norma Lampugnani, Manuel Alberto Jesús Moreira y Mario Hachiro Doi lo consideraron autor penalmente responsable del delito de “contrabando de importación de estupefacientes en grado de tentativa”.La representante del Ministerio Público Fiscal, Vivian Barbosa, había pedido una pena de ocho años de prisión de cumplimiento efectivo. La defensora oficial Susana Criado de Ayán, representante del imputado, manifestó que en más de una oportunidad había solicitado el juicio abreviado pero “nunca” se llegó a un acuerdo con la Fiscalía. Y requirió la condena de cuatro años y seis meses de prisión, pena mínima para este tipo de delitos.Durante el debate, como en muchos anteriores, quedó la sensación de que el hilo se corta por lo más fino. Es decir, no se exhibe una amplitud de investigación para determinar si hay una organización que opera detrás de cada imputado. En definitiva, la percepción es que no se persigue a los “peces gordos”. Una actitud que lo delatóDurante los alegatos, la fiscal señaló que, la noche del martes 9 de septiembre, Palazzo ingresó al carril 3 del viaducto en un Chevrolet Agile, con una actitud “sospechosa. Se puso inquieto, nervioso y cuando se le preguntó de dónde venía dijo ‘soy de Córdoba y voy a Posadas’. Pero no dijo de dónde venía. Su estado de nervios activó las mayores sospechas y los agentes son hábiles para detectar cuando están frente a este tipo de delitos. Y cuando los agentes se acercan al torpedo, Palazzo retrocedió, se alejó del coche”. Esos movimientos derivaron en un escaneo digital del rodado y el hallazgo de 32 paquetes con la droga, en total 18,645 kilogramos, ocultos en conductos del aire acondicionado y en los paneles de tres de las cinco puertas. Una vez que se abrió el torpedo del vehículo y se encontraron los primeros ladrillos de cocaína, se desmantelaron las puertas y se detectó el resto. La suerte de Palazzo estaba echada.
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