Señora Directora: En la niñez uno no se da cuenta de las habilidades y trucos que realizan con las manos quienes dicen llamarse magos y a través del ilusionismo tratan de hacer creer a los espectadores que pueden hacer "aparecer y desaparecer" cosas con magia. Resulta que ahora los argentinos estamos viviendo un cambio de gobierno a nivel nacional y aparecen algunos protagonistas, que no quieren aceptar la derrota. Expresan distintos conceptos que no dejan de ser irrisorios dado que si ellos ganaban, todo hubiese seguido normal, como si nada, cuando a decir verdad ni un mago hubiera impedido la suba de precios en todos los conceptos. La hipocresía y la testarudez son características de las personas que son insensatas y que creen tener siempre la verdad, no dando lugar a opiniones contrarias a las suyas. Ya es hora de que los argentinos entendamos que todo sistema democrático lleva su tiempo y que debe existir el debate respetuoso en todos los frentes que hacen a la estructura que componen todos los organismos del gobierno. No se puede pretender enquistarse en el poder por el solo hecho de imponer ideas propias, como si los demás no tienen derecho a opinar e incluso de ocupar el sillón presidencial. Utilizar recursos económicos y mentiras para conquistar voluntades, realizar despilfarros económicos y valerse de la ignorancia y la necesidad de quienes viven en la marginalidad para conseguir votos es simplemente un calificativo totalmente negativo, porque esa gente seguirá en la misma situación, a pesar de las falsas promesas que reciben. Incluso permitir la invasión de votantes que han recibido el documento argentino cuando todos sabemos que residen en el extranjero y son ciudadanos de su país, ya es una actitud antipatriota. Por algo alguien dijo alguna vez: “Cómo nos cuesta a los argentinos defender nuestra patria, quizás porque no tenemos identidad nacional”; y algo de cierto hay en el fondo, porque analizando vemos como todo aquel que puede, prefiere vacacionar fuera del país y hasta le da más valor a la moneda extranjera y no a la propia, que se sabe que en el pasado, fue la única vez que el peso argentino se igualaba al dólar norteamericano. Ha pasado muchos años y el ego junto a la ambición, impidieron que la Argentina creciera para ser un país poderoso y con reglas claras en beneficio de todos sus habitantes. Faltan funcionarios patriotas y honestos para terminar con la administración fraudulenta que ya nos tiene acostumbrados.





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