En ese complicado panorama, una de las primeras medidas deberá ser -como para tantos otros rubros- el sinceramiento de las estadísticas. El Gobierno de Cristina Fernández mantuvo en los días recientes la tendencia de todos estos años y volvió a difundir una más que dudosa cifra sobre el desempleo.La desocupación, según el Indec, ascendió en el tercer trimestre de 2015 a 5,9 por ciento, mientras que la subocupación se situó en 8,6 por ciento. En ambos casos los guarismos oficiales son menores a los del mismo período del año pasado y, según el Gobierno, hay que remontarse a 1987 para tener cifras similares de desempleo.De ser correcto, realmente una maravilla y la envidia hasta del Primer Mundo. Debe tenerse en cuenta que hay expertos que destacan que un cinco por ciento puede ser considerado normal en determinadas economías, especialmente aquellas que suelen andar por los terrenos del desarrollo y la prosperidad.El desempleo puede tener como factor componente la transición de algunas personas que están momentáneamente desocupadas pues se encuentran buscando otros trabajos o a punto de ingresar a uno nuevo. Ese bache puede coincidir, justamente, con esa coyuntura.También las cifras de desocupación y subocupación se ven favorecidas cuando hay personas que se tornan "invisibles" al encontrarse en el estamento de quienes han dejado de buscar empleo -quizás desalentados por resultados negativos o porque pasan a depender de la ayuda de otro, como pareja u otros parientes- y "desaparecen" de la estadística tradicional.Pero lo concreto es que quienes han pujado por llegar al poder en esta histórica elección vieron a través de sus caminatas, giras y actos que los ciudadanos con dramas laborales son, solo a ojo de buen cubero, evidentemente muchos más que los que cantan las cifras gubernamentales.No hay mucho resquicio para desacreditar esta afirmación, ya que además se refuerza con una especulación tan simple como pasible de ser verdadera: si se han tergiversado impunemente los números de la inflación desde el INDEC amañado desde hace una ponchada de tiempo, por qué no sospechar que ha ocurrido lo mismo con los guarismos sobre el trabajo.Además, hay una severa contradicción con la realidad de varias actividades que entraron en retroceso o directamente en crisis. Estos días, nomás, pudo verse a centenares de trabajadores reclamando por sus puestos perdidos en una tradicional empresa avícola caída en desgracia. También en el área automotriz y agropecuaria las cosas no son precisamente de color rosa.En ciernes está además la posibilidad de que los nuevos gobernantes hagan caer contratos en áreas estatales avalados incluso recientemente por las autoridades salientes sin ton ni son, por lo que esas personas se sumarían, al menos transitoriamente, al cúmulo de desocupados.Alguien puede verse tentado a efectuar reservas a estas afirmaciones porque, siempre según las estadísticas del Gobierno, habría aumentado la actividad económica. Pero eso no se traduce automáticamente en creación de puestos de trabajo, sobre todo cuando son estertores como el mayor consumo, favorecido por el hecho de que a la gente le "quema la plata" en las manos y la gasta por temor al efecto de la inflación que destruye billete tras billete.Y si hubo alguna creación de empleo, puede decirse que fue casi absolutamente por impulso de la obra pública. Lo cual, obviamente, no significa una radiografía de la economía general.O sea que lo conocido estos días en materia de empleo y desempleo, incluidas dudas, sospechas y objeciones, no ha variado en nada con respecto a lo ocurrido en estos años de una gestión que se despedirá del poder el 10 de diciembre.Los que asuman ese día, ya se sabe, tendrán que reforzar cimientos y hacer una reconstrucción en casi todos los aspectos de la vida nacional. Y en ello tiene especial trascendencia la cuestión del trabajo, no solo por sus implicancias económicas, sino también por algo fundamental para las sociedades como la dignificación del hombre.No cabe duda de que para esto los gobernantes -que cuentan con la fortuna de tener un salario más que aceptable pagado por el pueblo- tienen la obligación de moverse a full y trabajar muchas, pero muchas horas extras.Fuente: Luis Tarullo, para Agencia de Noticias DyN
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