POSADAS. Julio César Villalba recordó que aquel miércoles 26 de septiembre de 2012 estaba apurado. Tenía que jugar al fútbol con sus amigos a las 20.30 e iba a intentar llegar a tiempo para el partido, aunque faltaban apenas diez minutos. Partió en su moto de 110 cc. llevando a un compañero de equipo y, al llegar a la calle Rauber y su intersección con la avenida de acceso al barrio San Francisco de Puerto Rico, vio una camioneta. Villalba no olvidaría ese detalle, pues las horas e incluso días venideros serían de mucho impacto para el pueblo en general. “Pese a la oscuridad reinante en la calzada y a que llevaba puesto un casco, logré ver una express de color rojo. Molestaba en el lugar donde estaba estacionada, no vi a ocupante alguno”, explicó el testigo, el cuarto que en el marco del juicio oral y público por el crimen de la adolescente Angélica Ramírez (14) afirma que vio dicho vehículo -similar al del imputado- cerca de la escena donde se perpetró el atroz homicidio. Su relato coincide con la “camioneta roja” que vieron otras tres mujeres que declararon el pasado lunes. Todo esto complica aún más la situación del “panadero” Francisco Bourscheid (53), quien tiene hasta el momento otra evidencia irrefutable en su contra: una prueba de ADN de la víctima hallada en una de las zapatillas que fueron incautadas en su domicilio. A 24 horas de finalizar la etapa de testimoniales del juicio, que se lleva a cabo en la sala de audiencias del Tribunal Penal 1 de Posadas, el círculo se sigue cerrando sobre el principal sospechoso. Otro de los testigos que aportó elementos de contundencia ayer fue Carlos Wolheim, el médico forense del Poder Judicial que practicó la segunda autopsia a la víctima. El facultativo estableció -en base a indicios y al examen sobre el cadáver- que el horario del fallecimiento de la menor fue entre las 21 y las 22 del miércoles 26 de septiembre de 2012. La infortunada jovencita, quien a decir del profesional no tenía signos de abuso sexual, murió a raíz de al menos cinco golpes en la cabeza, con una mecánica de agresión espeluznante. “Un primer impacto con un elemento romo, similar a los garrotes incautados en la escena, la dejó en estado de indefensión, le produjo un sangrado impresionante de la nariz. Los demás golpes los recibió en otras partes del cráneo y le ocasionaron una inflamación del líquido cerebral, con resultado mortal. Incluso en las vías respiratorias profundas tenía rastros de tierra, que podrían haber sido aspirados por la víctima cuando fue arrastrada desde el lugar donde la golpearon por primera vez (en el camino de acceso al barrio donde residía) o cuando estaba agonizante, sobre el piso terrado”, precisó el médico. También prestaron declaración ante el cuerpo tribunalicio dos vecinos del acusado. Primero lo hizo el transportista Gerardo Dieterte, quien dijo que el día del hecho, alrededor de las 21.50, llegó de un extenso viaje en su camión a su domicilio y que vio la camioneta de Bourscheid estacionada dentro del garage, limpia, y que las luces de la vivienda de su vecino estaban apagadas. En segundo término compareció el comerciante Eduardo Hahn, cuyo negocio es lindante con el del acusado y dijo que el panadero le hizo compras el día del crimen, entre las 21 y las 21.10. Finalmente, un perito toxicológico afirmó que la víctima no estaba drogada o alcoholizada. Amenazas de muerte Llamativa fue la actitud que admitió tener un joven remisero, quien ayer declaró a pedido de la defensa. Se trata de Carlos Alberto Pérez, un conocido de Angélica (tenían un amigo en común) que le prestaba su teléfono celular. El trabajador del volante afirmó que recibió textos con amenazas de muerte de un número con característica de Puerto Iguazú, justamente una línea con la cual la víctima solía mensajear. Frases como “sos mala persona” y “cuidate porque te voy a matar” fueron recepcionadas por el remisero, pero no les prestó atención porque sabía que no estaban dirigidas a él e incluso no le dijo nada a la Policía tras el homicidio de Angélica. “Pensé que eran cosas de pendejos”, dijo Pérez al ser consultado por Mario Cáceres, el abogado del imputado. Por su parte la Fiscalía, a cargo de Liliana Picazo, solicitó que comparezca Tilo Eichberger, padrastro de una menor de 17 años que está siendo investigada por falso testimonio durante el presente juicio. El hombre, quien es expadrastro de la chica, fue quien firmó la declaración que hizo la adolescente en la instrucción de la causa y donde afirmaba que Angélica le dijo que salía con un “viejo panadero por plata”. El testigo señaló que “no recordaba haber escuchado esa parte de la declaración” de su exahijada.
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