ENCARNACIÓN (Paraguay). El caer del sol cambió el contraste del cielo encarnaceno y la chimenea de “La Fabril Paraguaya” dejó ver el humo que emanaba, como hasta la década del 80, cuando como planta elaboradora de aceite de tung, algodón y soja daba vida a la región. Es que faltaban pocas horas para la gran fiesta inaugural, que contaría con la presencia del presidente de la nación, Horacio Cartes, luego de su paso por el parque Quiteria y la playa San José, del Centro Cívico.Finalmente la noche llegó y tras los discursos oficiales del presidente de la Entidad Nacional Yacyretá, Juan Scmalko; el intendente local, Joel Maidana, quien recordó a los presentes los padecimientos por los que pasó la ciudad, que dio su vida e historia en pos de la obra hidroeléctrica; y Horacio Cartes, la fiesta se desató.“Después de una año de intensas emociones, vuelven al fin los sueños e ilusiones del carnaval, que es samba y color, ritmo y belleza y amor”, se oyó mientras las reinas y musas de la celebración tradicional desde 1978 hacían su gran entrada, balanceando las caderas al compas, acompañando al Rey Momo vitalicio, Ernesto “Mapacho” Giménez.Bellas, irradiando alegría y contagiando el mágico espíritu de la fiesta carnestolenda, danzaron por la pista del nuevo sambódromo, el tercero más largo de América Latina y con capacidad para más de 10 mil personas.Cuando la última belleza finalizó su paso, con una calidad de sonido excelente, que se mantuvo durante todo el espectáculo, las luces del Centro Cívico para Eventos se apagaron, parecía la culminación de una gran noche, sin embargo la fiesta recién comenzaba. Las pantallas gigantes, con una locución de primer nivel, narraron la historia de este gran encuentro desde sus inicios, allá por 1916, coincidiendo con la llegada del ferrocarril Carlos Antonio López y de los inmigrantes europeos (en su mayoría italianos).“Los primeros carnavales eran más bien marchas en las que sólo participaban los hombres, en la avenida Mariscal Francisco Solano López conocida como la “Calle de la Vía”.Si bien el carnaval tuvo varios períodos de suspensión como en época de la deteriorada vida política de los años 20 o la Guerra del Chaco; en la década del 50 las chicas se animaron, vistiéndolo con elegantes y exóticos bailes, momento en el que no faltó el reconocimiento a la profesora Sussy Sacco y a Betty y Mario Pérez Soler.De repente la pista se tiñó de rojo y más de cincuenta artistas hicieron malabares en el suelo y el aire, con cintas y fuego, motivados por un contagiante ritmo “triball” que aportaban los músicos desde dos escenarios elevados que llegaron al centro del sambódromo estirados por camionetas.Para entonces, con el público extasiado como niños, sin saber desde donde un malabarista podría sorprenderlo, la medianoche caía sobre la orilla del Paraná y Encarnación continúo celebrando “sambullida de buen gusto”, como expresó su presidente, con un recital en vivo y un magnífico show de fuegos artificiales, prácticamente, hasta el amanecer.





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