El sector yerbatero despide un 2025 marcado por la crisis y con escasas certezas sobre el año que comienza. Así lo expresó Jorge Skripczuk, productor de Aristóbulo del Valle, quien advirtió que la falta de incentivos, la caída de la rentabilidad y la ausencia de respuestas oficiales profundizan un escenario que definió como “uno de los más complicados” de los últimos tiempos.
En diálogo con la FM 89.3 Santa María de las Misiones sostuvo que “este fue uno de los años más difíciles desde esta nueva administración nacional”, y señaló que, pese a los discursos sobre un aumento de las exportaciones, esa mejora no llega al productor. “Para nosotros no hay incentivos para seguir en la actividad, y esto se repite en casi todas las producciones agropecuarias”, afirmó.
Uno de los puntos que generó mayor preocupación en el sector fue la designación del nuevo presidente del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM). Según Skripczuk, el nombramiento había despertado expectativas de diálogo y articulación, pero con el correr de los días esa esperanza comenzó a diluirse.
“Veíamos ese nombramiento con muy buenos ojos, pero se va apagando la llama de la esperanza en los productores”, resumió. Frente a este escenario, asociaciones y cooperativas decidieron volver a insistir con pedidos formales de audiencia. En las últimas horas, cinco asociaciones y cuatro cooperativas presentaron una nota conjunta solicitando ser recibidas.
“El objetivo es claro: poner sobre la mesa la problemática del sector y la falta de rentabilidad que hoy atraviesa al productor”, explicó.
Consultado sobre las primeras decisiones del nuevo titular del INYM, Skripczuk se refirió tanto al aumento del estampillado como a la reducción de personal dentro del organismo, una medida que, aseguró, tomó por sorpresa al sector y agravó la incertidumbre.
“Mientras no tengamos una voz oficial que nos diga qué se espera para el 2026, la incertidumbre es total”, remarcó, al advertir que el sector necesita definiciones claras para poder planificar.
La crisis no es solo discursiva. Según relató el productor, el impacto ya se siente en la vida cotidiana de las chacras. “Se aguanta con muchas dificultades”, dijo, al mencionar casos de productores a los que les cortan el servicio de energía eléctrica y otros que ya no pueden realizar tareas básicas de mantenimiento y cuidado de los yerbales.
“Uno va tratando de aguantar, mientras tenga salud, no sé hasta cuándo”, reconoció.
De cara al 2026, Skripczuk sostuvo que el camino seguirá siendo el diálogo colectivo, con el objetivo de restablecer derechos del sector. Entre los principales reclamos mencionó la necesidad de recuperar facultades del INYM para evitar que los productores se vean obligados a vender sus chacras y abandonar la actividad.
También expresó su preocupación por la eliminación de la prohibición de cosecha en los meses de octubre y noviembre, una medida que habilita la cosecha durante todo el año. “Eso va a influir en la calidad de la yerba, sin dudas”, advirtió.
Al cerrar, el productor alertó que la crisis yerbatera no afecta solo a quienes producen, sino que puede repercutir en la economía de pueblos enteros. “Es una actividad que mueve mucho económicamente. Si esto no se corrige, la crisis va a impactar en todas las localidades”, sostuvo, con la expectativa de que el 2026 sea, al menos, un poco mejor que los años anteriores.




