La Iglesia Evangélica del Río de la Plata realizó un balance del 2025 marcado por la profundización de las dificultades económicas y emocionales en amplios sectores de la sociedad. Desde su trabajo territorial, el pastor Carlos Kozel describió un escenario atravesado por la pérdida de empleo, la caída del poder adquisitivo y un crecimiento sostenido de personas que recurren por primera vez a la asistencia comunitaria.
“Para muchos fue un año bastante difícil”, sostuvo en FM de las Misiones al analizar el contexto general. Desde el contacto cotidiano con barrios populares, proyectos sociales y comunidades de fe, señaló que la situación se vivenció “casi en el día a día”, con una presencia cada vez mayor de familias que buscan acompañamiento. “Vemos una mayor cantidad de personas que están viniendo a pedir ayuda, y uno trata de colaborar y ver la forma de brindar esa ayuda, que también es una tarea bastante difícil este año”, expresó.
El pastor explicó que la Iglesia articula gran parte de su trabajo a través de la Fundación Hora de Obrar, que coordina la búsqueda de recursos para proyectos sociales en distintos puntos del país. “Trabajamos no solo en barrios de Buenos Aires, sino también con pueblos originarios, escuelas y comunidades que reciben la demanda directa de la gente”, indicó, al tiempo que remarcó que el volumen de solicitudes creció de manera sostenida.

Desde su rol en Eldorado, Kozel también se refirió a la situación de los adultos mayores. Allí, la Iglesia acompaña un hogar de ancianos que durante este año enfrentó serias dificultades.
“Fue una tarea de mucha contención emocional y de buscar respuestas, sobre todo por la cuestión de los medicamentos”, señaló. En ese sentido, advirtió que la quita de algunas ayudas estatales generó preocupación y obligó a reforzar gestiones ante el Estado provincial. “Siempre estamos tratando de articular para ver si podemos conseguir alguna mejora”, afirmó.
Consultado sobre las prioridades más urgentes, el pastor puso el foco en el empleo y la salud. “Gente que perdió su trabajo, suspensiones, familias que no llegan a fin de mes”, enumeró. A eso se sumaron situaciones sanitarias complejas que requirieron acompañamiento extra. “Hubo que brindar albergue en algunos casos, porque trasladarse también tiene un costo, y todo eso se fue acumulando”, explicó.
Kozel reconoció además que la crisis impactó en el sostenimiento de los propios proyectos sociales. “Dependemos muchas veces de contrapartes europeas que nos ayudan con fondos, y este año también tuvieron dificultades para enviar recursos”, señaló. A ese cuadro se agregó el efecto del tipo de cambio y la suba de precios. “No siempre alcanza para lo que uno tenía pensado”, admitió.
Ese escenario obligó a tomar decisiones difíciles. “No solo quedaron proyectos inconclusos, sino que en algunos casos hubo que reducir personal”, indicó. Aun así, destacó avances en iniciativas vinculadas a la justicia climática y la deforestación en Misiones.
“Pese a los recortes, se pudo avanzar bastante, aunque hoy las preocupaciones pasan más por lo social, lo económico y las familias”, remarcó.
Uno de los puntos que más inquietud genera dentro de la Iglesia es la situación de los jóvenes. Kozel habló de una “desesperanza” creciente en ese sector. “Vemos muchos problemas de salud mental, frustraciones, angustias, y no saber dónde canalizar lo que les va sucediendo”, expresó. Frente a ese panorama, destacó el trabajo comunitario como herramienta de contención. “Tratamos de brindar espacios donde puedan expresar desde su fe lo que están sintiendo”, señaló.
El pastor también alertó sobre el vínculo entre la crisis emocional y el consumo problemático. “Es uno de los temas que aparece cuando se habla de salud mental”, afirmó. Según explicó, muchos jóvenes llegan con relatos de situaciones cercanas y falta de información para abordarlas. “Uno trata de escuchar, estar atento y acompañar en ese momento”, dijo.
En medio de un contexto adverso, Kozel subrayó el rol de la fe como sostén colectivo. “Muchas personas se están reguardando en la fe, si no, no se podría sostener lo que venimos viviendo”, expresó. En esa línea, resaltó la fuerza de la comunidad como motor del trabajo social. “Lo que nos sostiene es la convicción del trabajo que se viene haciendo y la comunidad que acompaña”, afirmó.
Como ejemplo, mencionó la reciente inauguración de un albergue en Posadas. “Es un espacio para gente con problemas de salud que necesita una cama, agua caliente, lavar la ropa o simplemente compañía”, explicó. Según remarcó, ese proyecto se sostiene gracias al compromiso comunitario. “Es la comunidad la que sostiene ese trabajo”, enfatizó.
Finalmente, Kozel destacó que, pese a las limitaciones económicas, la solidaridad sigue presente.
“La gente es solidaria”, afirmó. Si bien reconoció que las ayudas monetarias disminuyeron, remarcó otras formas de colaboración. “Se acercan con ropa, participan de colectas, ofrecen tiempo para ayudar en comedores o jugar con los niños”, describió. Para el pastor, ese gesto tiene un valor central. “No es solo lo material, también es dedicar tiempo a servir al otro, contener emociones, lágrimas y situaciones muy difíciles”, concluyó.






