Conducir con una licencia adulterada no es una viveza ni una infracción menor: es un delito penal. Así lo recordó la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) tras un reciente operativo sobre la Ruta Nacional 34, en la localidad santafesina de Susana, donde un chofer de camión intentó eludir un control presentando una Licencia Nacional de Conducir falsificada. El documento, que carecía de hologramas y presentaba signos evidentes de alteración, había sido adquirido -según admitió el propio conductor- a través de redes sociales.
La ANSV advirtió que quienes circulan con licencias truchas se exponen a una causa judicial por uso de documento público falso, multas que en algunas jurisdicciones, como la provincia de Buenos Aires, pueden llegar a $1.700.000, y la inmediata retención del vehículo. La Ley Nacional de Tránsito 24.449 es clara: todo conductor debe portar una licencia vigente y habilitante para el vehículo que maneja. Su incumplimiento constituye una falta grave.
Durante los controles, los agentes verifican la autenticidad de la documentación mediante el sistema nacional, constatando que la licencia corresponda a la persona, esté vigente y coincida con lo exhibido en el control. Las irregularidades suelen detectarse por detalles físicos del plástico: ausencia de tintas UV visibles bajo luz ultravioleta, errores de impresión o datos inconsistentes.
Si se confirma la falsificación, se inicia el procedimiento judicial y la infracción correspondiente. Para continuar la marcha, el vehículo solo puede quedar en manos de un conductor habilitado; de lo contrario, es retenido. Desde la ANSV recuerdan que la Licencia Nacional de Conducir digital disponible en la app Mi Argentina también es válida en los controles, conforme al Decreto 196/25 ya adoptado por 22 provincias y la Ciudad de Buenos Aires.
La licencia oficial cuenta con varios mecanismos de seguridad —como número de insumo único del SINALIC, tintas especiales y un código individual— que permiten a los inspectores detectar rápidamente cualquier adulteración.
Desde el organismo remarcan que manejar es una responsabilidad social, no un trámite para sortear con atajos. La licencia no es simplemente un plástico: es la certificación de que una persona reúne las condiciones legales y técnicas para estar al volante. Utilizar o comprar una licencia trucha, además de ser un delito, “pone en riesgo la vida propia y la de los demás en la vía pública”, enfatizan.









