A pocos kilómetros del Litoral argentino, el sur de Brasil guarda rincones donde el mar se mezcla con la calma, lejos del bullicio de los grandes centros turísticos. Para quienes viven en Misiones, cruzar la frontera rumbo a las playas del sur brasileño es una escapada posible, accesible y con el encanto de lo natural.
Brasil siempre fue una tentación para los viajeros misioneros: su idioma familiar, su cercanía y la promesa de playas interminables hacen que cada verano más autos con patente de la Tierra Colorada tomen rumbo al norte. Pero más allá de los destinos clásicos, existen pueblos pequeños y tranquilos que conservan la esencia de la vida costera y donde el tiempo parece ir más lento.
Barra do Chuí
Es el punto más austral del litoral brasileño, justo en el límite con Uruguay. Barra do Chuí conserva el aire de frontera: lenguas mezcladas, costumbres compartidas y una vida tranquila junto al mar. Con menos de dos mil habitantes, ofrece playas amplias, dunas y un ambiente ideal para quienes buscan desconexión total.
El mar suele ser fresco y ventoso, perfecto para caminatas o pesca deportiva. En el pueblo predominan las posadas familiares y los restaurantes de comida casera donde se combinan sabores brasileños y uruguayos. Desde el sur misionero, es una de las opciones más cercanas para llegar en auto y disfrutar del Atlántico sin recorrer grandes distancias.

Torres
A unos 200 kilómetros de Porto Alegre, Torres es un destino elegido por quienes prefieren naturaleza y tranquilidad. La Praia da Guarita, rodeada de acantilados de piedra volcánica, es una de las más fotografiadas del sur brasileño. Además de disfrutar del mar, se pueden practicar surf, parapente o recorrer senderos con vistas panorámicas.
Torres mantiene el espíritu de un pueblo de playa clásico, con mercados de pescado, calles serenas y restaurantes frente al mar. Para los misioneros que viajan por ruta y buscan un destino costero accesible, representa una excelente alternativa: tiene infraestructura, pero sin el ritmo acelerado de los balnearios masivos.

Paraty
Más al norte, en el estado de Río de Janeiro, Paraty ofrece una experiencia distinta. Es un antiguo pueblo colonial del siglo XVII, rodeado por selva y mar. Su casco histórico, con calles empedradas y casas de fachadas blancas, invita a recorrerlo a pie y descubrir galerías de arte, bares y ferias.
Además de sus playas y su bahía de aguas verdes, Paraty es un punto cultural: durante todo el año celebra festivales de música, literatura y gastronomía. Es una opción ideal para quienes buscan combinar descanso con historia y naturaleza.

Un verano a ritmo brasileño
Para muchos misioneros, el viaje en auto hasta el sur de Brasil es ya una tradición. Cruzar la frontera, cambiar de idioma y de paisaje, pero seguir sintiéndose cerca, tiene su encanto. Entre Barra do Chuí, Torres y Paraty, el verano ofrece distintas formas de disfrutar del mar con ese toque de serenidad que solo los pueblos pequeños conservan.






