Un nuevo informe del Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, a cargo de Federico Sturzenegger, confirmó lo que los productores yerbateros de Misiones vienen advirtiendo hace meses: el precio real de la yerba mate cayó un 44,3% desde diciembre de 2023, luego de la desregulación que eliminó las facultades del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) para fijar precios y controlar la producción. El documento celebra esta baja como un “logro de eficiencia y competitividad” derivado del Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023, impulsado por el presidente Javier Milei. Según el Gobierno, el nuevo esquema permitió “liberar el mercado” y facilitar un “aumento récord” de la producción y las exportaciones.
Pero en los yerbales misioneros la lectura es completamente distinta. El precio que reciben los productores ronda los $200 por kilo de hoja verde, mientras el costo de producir supera los $420, sin contar los gastos de cosecha, flete e impuestos. “No llegamos a cubrir los costos, y muchos ya no limpian las plantaciones porque no hay plata”, explicó Juan Manuel Jones, productor de Andresito. “Producir yerba hoy no es negocio”, resumió con crudeza.

Las dos caras
El trabajo oficial destaca que entre 2019 y 2023 hubo “estancamiento” en la actividad, y que tras la desregulación la producción de yerba mate canchada alcanzó un récord de 345.491 toneladas en 2024, un 29% más que el año anterior. También subraya que las exportaciones crecieron 16,6%, llegando a 42.695 toneladas. El propio Sturzenegger afirmó que el decreto “transformó al sector yerbatero en un mercado más competitivo y eficiente”.
Desde la óptica oficial, la eliminación de los precios mínimos y de los cupos de siembra permitió abaratar el producto al consumidor y expandir la oferta. Sin embargo, para los productores misioneros ese “mercado libre” es un eufemismo: significa competir en desventaja frente a la industria, con precios que ya no cubren el costo de la hoja verde y con un Estado que renunció a proteger a la economía regional.
Efectos en el sector
En Misiones, donde se produce más del 90% de la yerba mate argentina, la desregulación golpeó de lleno en las chacras y cooperativas. Los productores más pequeños redujeron la cosecha y pospusieron tareas de mantenimiento, mientras que las grandes industrias concentradas -algunas con sede fuera de la provincia- son las únicas beneficiadas por la caída del precio.
El último informe del INYM, que aún sigue elaborando datos pese a su vaciamiento institucional, confirmó que entre enero y septiembre se procesaron 863 millones de kilos de hoja verde, por debajo de los 968 millones de 2024, cuando el instituto aún conservaba herramientas de control. En paralelo, el mercado interno mostró un leve crecimiento del 7% interanual, mientras que las exportaciones aumentaron un 26% en volumen.
Para la cartera económica nacional, esto demuestra “eficiencia y dinamismo”; para Misiones, un desequilibrio que traslada el beneficio del productor al consumidor y a las grandes marcas.
Contexto y contraste político
El informe se difundió pocos días después de las elecciones del 26 de octubre, en las que los principales municipios yerbateros -como Andresito, Apóstoles, Oberá y San Vicente- votaron mayoritariamente por el candidato libertario. En esos lugares, donde la yerba es el motor de la economía local, el voto de protesta coincidió paradójicamente con una medida que hoy los empobrece.
Mientras la Nación celebra el descenso del precio en las góndolas del AMBA, en el corazón yerbatero de Misiones la “eficiencia” se traduce en desánimo y pérdida de rentabilidad. La asimetría entre el discurso oficial y la realidad revela un modelo donde el alivio para el consumidor urbano se sostiene en la espalda de los trabajadores rurales.





