De cara a una próxima autoevaluación institucional con autoridades de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), la Universidad Nacional de Misiones (UNaM) trabaja en un informe que, entre otros datos, revela que el 55,4% de los estudiantes inscriptos logra permanecer en la institución después de cursar el primer año.
La cifra corresponde al periodo 2018-2023 y se ubica levemente por debajo de la media nacional, que la Secretaría de Educación de la Nación calcula en 56,1% para el nivel universitario de gestión pública.
Para Gisela Spasiuk, a cargo de la Secretaría General Académica de la UNaM, el dato pone en evidencia los desafíos de retención y acompañamiento que enfrenta la universidad pública, en un contexto de incertidumbre presupuestaria y crisis económica que impacta en estudiantes de edades, condiciones de vida y trayectorias cada vez más heterogéneas.
“Por qué se abandona no es solo una definición personal de los estudiantes, hay una serie de cuestiones que hacen a las condiciones de posibilidad de cada uno, muchos tienen otro ritmo porque tienen que ver las condiciones y posibilidades de su vida para venir y sentarse a cursar regularmente”, aseguró Spasiuk a PRIMERA EDICIÓN.
Ingreso y retención
El abandono o desgranamiento universitario es un fenómeno que las autoridades universitarias registran hace varios años. Según detalló Spasiuk, cuenta con varias etapas. La primera se produce al inicio de cada ciclo lectivo, cuando muchos estudiantes indecisos se inscriben en varias carreras y luego eligen una.
Otro grupo son aquellos que cursan el trayecto de ingreso a la vida universitaria (a modo de cursillo de ingreso) y comienzan a cursar efectivamente el primer año. Spasiuk precisó que los datos del sistema SIU Guaraní ubican en 55,4% el nivel de retención general de estos estudiantes.
Esto quiere decir que “de 100 personas que se inscriben, 55 al finalizar el primer año siguen permaneciendo en la Universidad Nacional de Misiones”, afirmó la secretaria, agregando que estos estudiantes “pueden haber hecho todas las materias, quedado libres en alguna porque les costó más o no haber hecho todas las materias porque trabajan y decidieron hacer solo algunas”.
Otras cifras complementarias indican que hay variaciones de retención según el tipo de carrera. En el caso de las carreras de grado, se eleva al 57% de permanencia; en los profesorados se ubica en el 54,4%; en carreras de pregrado, como las tecnicaturas, es del 52,5% y en otras carreras, como las ingenierías, asciende al 65%.
Trayectorias heterogéneas
Sobre el 44% de estudiantes que se va, como también en el caso de aquellos que permanecen, Spasiuk marcó la incidencia del factor económico, que en los últimos dos años reduce las posibilidades de permanencia de los alumnos por costos de vida, alquiler y servicios.
Esto deriva en la reducción de materias cursadas (ya que deben buscar uno o más trabajos o afrontar tareas de cuidado), como también en la extensión de los plazos de finalización de las carreras y el abandono total o temporal de los estudios.
“Muchos de nuestros estudiantes trabajan, tienen que aumentar las horas de trabajo ante la situación económica o bien ponerse a trabajar si solo estaban para estudiar, son estudiantes que cuidan, que tienen familias, todo eso de alguna manera incide en las posibilidades de permanecer en la universidad”, aseveró la secretaria.
A este escenario sumó otros factores que inciden en la permanencia, como el gusto personal y la disciplina de estudio que exige el nivel universitario, que cada vez encuentra brechas más amplias con los saberes y prácticas de lectura de los jóvenes que egresan del nivel secundario o de los tiempos que pueden dedicarle aquellas personas que retoman estudios.





