La forestoindustria es uno de los motores de las economías de Misiones y Corrientes. Desde los viveros hasta la industria del mueble, el sector genera miles de puestos de trabajo y abastece mercados cada vez más exigentes. Pero detrás de cada tabla, cada hoja de papel y cada estructura de madera hay un proceso largo y complejo que empieza en la elección de la semilla y se completa en las prácticas de manejo a lo largo de toda la vida de la plantación.
En ese camino, el INTA Montecarlo se consolidó como referente nacional. Desde hace más de cuatro décadas, su equipo desarrolla programas de mejoramiento genético, instala ensayos y acompaña a productores con información técnica que hoy marca la diferencia entre un lote con destino incierto y un bosque productivo capaz de competir en calidad y eficiencia.
La genética como punto de partida
La disponibilidad de material genético de alto rendimiento industrial es un pilar fundamental para el sector forestal. En este aspecto, la Estación Experimental Agropecuaria Montecarlo del INTA se transformó en el principal proveedor de semillas de Pinus taeda en Argentina, la principal especie implantada en las forestaciones de Misiones.
El establecimiento de Huertos Semilleros Clonales permitió generar una fuente propia de germoplasma mejorado, adaptado a las condiciones locales. Esta estrategia no solo garantizó la autosuficiencia genética del sector, sino que también redujo la dependencia de semillas importadas de países como Estados Unidos y Sudáfrica. Hoy, para los clientes más exigentes, el INTA Montecarlo ofrece incluso semillas de su huerto semillero de segunda generación, lo que representa un salto de calidad en términos de productividad y adaptación.
El manejo: la otra clave de la productividad
Sin embargo, no todo es genética. La experiencia demuestra que la calidad de la madera y la rentabilidad del negocio dependen, en gran medida, de cómo se manejan las plantaciones a lo largo del tiempo. Densidades de plantación, podas tempranas, raleos oportunos y turnos de corta adecuados son piezas de un rompecabezas que, bien articuladas, permiten obtener madera de alta calidad y asegurar la sostenibilidad de los recursos.
Las primeras plantaciones comerciales de pinos en Misiones, hace ya varias décadas, eran densas y casi sin manejo, lo que limitaba a la madera a la producción de pulpa. Con la aparición de la demanda de madera sólida para aserrío y construcción, quedó claro que era necesario cambiar de enfoque. Fue entonces cuando el INTA Montecarlo instaló ensayos para evaluar espaciamientos, raleos y podas, construyendo la base de conocimientos que hoy orienta a productores y empresas.
Poda y raleo: prácticas que definen la calidad
La poda es el primer paso hacia un fuste limpio, condición indispensable para la industria del mueble y la construcción. Ensayos del INTA demostraron que una poda mal hecha deja cicatrices permanentes que reducen el valor de la madera. Por el contrario, una poda adecuada mejora el aspecto del tronco, incrementa la proporción de madera libre de nudos y reduce riesgos de incendio en las copas que potencian su propagación.
El raleo, en tanto, permite disminuir la competencia por luz, agua y nutrientes, favoreciendo el crecimiento de los mejores ejemplares. Investigaciones de INTA Montecarlo mostraron que la intensidad de los raleos influye más que su frecuencia en la productividad. Extracciones suaves maximizan la producción total, mientras que las más intensas generan árboles de mayor tamaño pero menor volumen global. El desafío está en encontrar el equilibrio que combine calidad y rendimiento.
De la experiencia acumulada por el INTA surgen algunas recomendaciones concretas:
• Definir el objetivo productivo desde el inicio (pulpa, aserrío, construcción).
• Realizar podas tempranas y bien ejecutadas.
• Planificar los raleos en tiempo e intensidad adecuados.
• Monitorear el crecimiento con parcelas de seguimiento.
• Usar herramientas como el simulador PlaForNEA (desarrollado por INTA) que ayuda a planificar la producción y reducir riesgos.
• Contar siempre con asesoramiento técnico especializado.
Gracias a décadas de investigación, el INTA Montecarlo aportó las bases científicas y técnicas que hoy permiten producir más y mejor madera, sosteniendo un sector que da trabajo, impulsa la economía provincial y proyecta a la región como líder forestal en el país.





