Este domingo 21 de septiembre, el cielo ofrecerá su último gran acto de ilusionismo del año: un eclipse parcial de Sol. Sin embargo, la platea para este espectáculo será tan exclusiva como remota. Lejos de las miradas de las grandes urbes, la sombra de la Luna solo rozará la Tierra en las gélidas latitudes de la Antártida y en las antípodas, en la región de Nueva Zelanda. Para la Argentina continental, el evento pasará completamente desapercibido.
“Técnicamente, sí se verá en Argentina, porque la Antártida es territorio argentino”, aclaró con una mezcla de rigor científico y humor el divulgador astronómico Alejandro Sommer, representante Darksky International, en diálogo con la FM 89.3 Santa María de las Misiones. Y es gracias a la tecnología y a las bases científicas apostadas en el continente blanco que el resto del mundo podrá seguir la transmisión en vivo, una cortesía de la comunidad global de astrónomos que socializa sus datos y sus telescopios a través de internet.
Este eclipse, como todos, no es un hecho aislado. Responde a una mecánica celeste precisa, conocida como el “ciclo de Saros”, que dicta estas alineaciones casi perfectas entre el Sol, la Luna y la Tierra. En esta ocasión, el alineamiento no será total, de ahí su carácter “parcial”. La Luna apenas morderá un borde del disco solar, un fenómeno sutil pero de gran interés para los científicos que estudian la actividad de nuestra estrella.
Astroturismo
Pero más allá del evento de mañana, que para la mayoría será una anécdota digital, la verdadera noticia se está escribiendo a largo plazo. El hemisferio sur, y en particular Argentina, se convirtieron en un escenario privilegiado para los próximos grandes fenómenos celestes, abriendo una puerta a una industria tan fascinante como lucrativa: el astroturismo.
“Existe un turismo muy fuerte que se moviliza por los eclipses”, explicó Sommer. Y los operadores turísticos globales ya tienen sus calendarios marcados. El próximo gran hito será en 2027, cuando un eclipse total recorra una franja que incluye a Chile, Argentina (con Las Grutas como punto neurálgico), Uruguay y el sur de Brasil. Se espera una movilización masiva de aficionados y profesionales de todo el mundo, un verdadero motor para las economías locales.
Es aquí donde el futuro le hace un guiño directo a la tierra colorada. Sommer reveló un dato que debería estar ya en las carpetas de planificación estratégica de la región: “Dentro de algunos años, en septiembre de 2034, nos va a tocar un eclipse anular de Sol que afectará directamente a Misiones, en la zona de Apóstoles”.
Un eclipse anular, conocido como “anillo de fuego”, ocurre cuando la Luna está más alejada de la Tierra y su disco no llega a cubrir completamente al Sol, dejando un espectacular borde dorado a su alrededor. Para el resto de la provincia, el fenómeno se verá como un eclipse parcial de gran magnitud. El impacto visual y la rareza del evento lo convierten en un imán para el turismo internacional.
Sin embargo, el éxito no está garantizado. La planificación es la clave. Una de las zonas de máxima visibilidad estará sobre los Esteros del Iberá, un ecosistema de altísimo valor ecológico pero con una infraestructura turística limitada para recibir a “cientos o miles de turistas” de forma súbita.
“Cuando hablamos de este tipo de turismo, tenemos que hacerlo de manera responsable y sustentable”, adviertió el experto. La oportunidad obliga a pensar desde ahora en la creación de un “corredor de cielos oscuros” que una a Misiones y Corrientes, desarrollando servicios, capacitando a la población local y estableciendo protocolos para que el impacto económico sea positivo y el ambiental, nulo.
Lo que antes parecía ciencia ficción, hoy es una previsión concreta. “Cuando empezamos a hablar de esto, faltaban diez años; hoy ya faltan ocho”, remarcó. Ocho años es un plazo ideal en la industria turística para diseñar, promocionar y hasta prevender paquetes y experiencias de alto valor. Permite organizar desde zonas de acampada controladas hasta eventos masivos con la antelación necesaria.
Mientras el eclipse de este fin de semana se despide discretamente en el confín del mundo, el verdadero espectáculo para la región no está en el cielo de mañana, sino en el horizonte de la próxima década. La astronomía, con su precisión matemática, nos regaló una fecha y un lugar. Transformar ese evento cósmico en una oportunidad de desarrollo tangible y duradero es un desafío que ya comenzó.




