El climaterio, esa etapa de transición natural en la vida de toda mujer, a menudo se asocia con bochornos, cambios de humor y un sinfín de molestias. Sin embargo, más allá de los síntomas visibles, se trata de una fase de profundos cambios hormonales que, si no se manejan adecuadamente, pueden impactar la salud a largo plazo. Lejos de ser un destino inevitable, la nutrición emerge como una herramienta poderosa para navegar este período con mayor bienestar y vitalidad.
Se trata del proceso gradual en el que el cuerpo de la mujer disminuye la producción de hormonas, principalmente estrógenos, hasta que cesa el ciclo menstrual. Este descenso hormonal es la causa detrás de síntomas como los sofocos, la sudoración nocturna, y también un mayor riesgo de aumento de peso, particularmente en la zona abdominal, y una propensión a desarrollar resistencia a la insulina.
En diálogo con la FM 89.3 Santa María de las Misiones, la licenciada en Nutrición, Carina González, destacó que aunque estos cambios son inevitables, la alimentación puede ser un gran aliado para mitigarlos. “Estos cambios hormonales se presentan con sudoración o calores externos. La alimentación puede ayudar con estos síntomas del sofocón nocturno”, explica la especialista.
La dieta como estrategia de bienestar
Adaptar la dieta en el climaterio no es solo una cuestión de peso, sino una estrategia para fortalecer el cuerpo de cara a los desafíos futuros. González subrayó la importancia de consumir alimentos que contengan isoflavonas y fitoesteroles, como la soja, que ayudan a equilibrar los síntomas hormonales. Del mismo modo, el consumo abundante de frutas y verduras es crucial para aportar la fibra necesaria, mejorar la digestión y contribuir al control del peso.
Para proteger la salud ósea, es fundamental incorporar alimentos ricos en calcio, como la leche, el yogur y el queso, ya que el riesgo de osteoporosis aumenta significativamente con la disminución hormonal. Este esfuerzo debe ir de la mano con la ingesta de Vitamina D, indispensable para la correcta absorción del calcio y que se puede obtener a través de la exposición solar o suplementos. Además, los ácidos grasos omega-3, presentes en pescados como el atún, resultan esenciales para la salud cardiovascular y cerebral.
Así como hay alimentos que benefician, existen otros que pueden exacerbar los síntomas. Según la nutricionista, es importante reducir o eliminar el consumo de azúcares refinados, que contribuyen al aumento de peso, y de sustancias como el alcohol y la cafeína, que pueden potenciar la aparición de los bochornos y los sofocos nocturnos. Sustituirlos por opciones como jugos naturales, infusiones o agua es una alternativa saludable.
Un enfoque integral
Más allá de la alimentación, la licenciada González insiste en que el cuidado durante esta etapa debe ser integral. “No debemos dejarnos estar”, advierte.
Mantener una rutina de actividad física regular es vital no solo para controlar el peso, sino para fortalecer los músculos y los huesos, y mejorar el estado de ánimo. De la mano de esto, beber abundante agua es fundamental para el funcionamiento óptimo del organismo. La consulta con el médico y un nutricionista es indispensable. En algunos casos, puede ser necesaria la suplementación con calcio o vitamina D, lo cual solo un profesional puede determinar.
El climaterio, en esencia, es una invitación a la mujer a redescubrir su cuerpo y brindarle los cuidados que necesita. Con una alimentación consciente, ejercicio regular y la guía de profesionales, es posible transitar esta etapa no como un fin, sino como el inicio de una fase de mayor bienestar y plenitud.




