Cada 26 de agosto se conmemora en Argentina el Día Nacional de la Solidaridad, en homenaje al natalicio de la Madre Teresa de Calcuta, nacida en 1910 en Skopje, actual Macedonia del Norte, con el nombre de Agnes Gonxha Bojaxhiu.
La fecha fue instaurada en 1998 mediante el Decreto N.º 982, un año después de su fallecimiento, con el objetivo de promover la práctica solidaria como un valor esencial de la vida en comunidad.
Reconocida mundialmente por su entrega a los más pobres y enfermos, especialmente en la India, la Madre Teresa se convirtió en un símbolo universal de servicio y fraternidad. Su ejemplo recuerda que la solidaridad es una forma concreta de construir un mundo más justo y humano. “El amor se entrega en mayor medida mientras menos poseemos”, decía la madre Teresa
En esta fecha, la FM 89.3 Santa María de las Misiones dialogó con el vicepresidente de Cáritas Posadas y párroco de la iglesia Sagrada Familia, quien invitó a reflexionar sobre el rol de la solidaridad en la vida cotidiana y en la identidad nacional.

“Vivimos una época donde se respira un cierto aire de individualismo”
El referente de Cáritas advirtió que la sociedad atraviesa un tiempo en el que el individualismo y el egoísmo parecen imponerse sobre los valores comunitarios. “Vivimos una época donde se respira un cierto aire de individualismo, de egoísmo, de olvido del otro, del desinterés por el otro”, expresó.
Sin embargo, el referente de Cáritas Posadas hizo una profunda reflexión: “De igual manera, creo que en la Argentina hay una mayoría de gente, sobre todo sencilla, que tiene un corazón solidario.

“El pueblo latinoamericano es solidario”
Ya en un plano más general y abarcativo, el reconocido párroco misioneros reflexionó y dijo: “Después uno tendría que evaluar también como pueblo, como Nación; más allá de las evaluaciones personales y creo que como pueblo argentino entroncamos en la patria grande latinoamericana, que nació como un pueblo solidario”.
“El pueblo latinoamericano es solidario con sus sombras, con sus dificultades, pero es un pueblo solidario, un pueblo empático, un pueblo que sabe compartir, preocuparse por el otro dar una mano en el dolor”, reconoció.
En otro tramo de la charla remarcó que a veces nos enfrentamos a momentos históricos donde “aparecen como oleadas, como pasa en este momento en la Argentina; oleadas de individualismo, de egoísmo, de sálvese quien pueda, a mí no me importa el otro y creo que son los tiempos en donde tenemos que volver a nuestras raíces, ¿quién somos?, ¿de dónde venimos?¿qué pueblo formamos?”.

“No somos un pueblo egoísta”
“Si vamos a nuestras raíces, ahí descubrimos nuestra verdadera identidad. No somos un pueblo egoísta, insolidario. Nuestras raíces son otras, pero corremos el riesgo, sí, de ir como debilitando debilitándolas si nos dejamos ganar por esta cosa que parece estar de moda”, remarcó.
De regreso a la identidad argentina dijo que “nuestro pueblo sigue manteniendo esa solidaridad, sobre todo en el pueblo más humilde, más sencillo; tal vez esos que no aparecen en las tapas de los diarios o en las redes; pero hay un pueblo sencillo que todos los días es solidario”.
Hay una solidaridad habitual en nuestro pueblo que es muy fuerte; y después sí, es verdad, también hay sectores muy egoístas, individualistas que tal vez son los que más se notan. Pero creo que está lo otro también y eso es lo que nos va a salvar de la destrucción del tejido social, que siempre es una tentación en cualquier país”, detalló sobre dos miradas muy habituales en nuestro país.

“La solidaridad es mirar al otro, ser capaz de mirar al otro como alguien importante, como mi hermano, como mi hermana a quien puedo darle una mano siempre. La solidaridad es fruto del amor, no del amor religioso necesariamente, que es la caridad, el amor humano”, reconoció Barros.
Para luego agregar que “Cuando uno es capaz de amar, es decir, buscar el bien del otro; es capaz de mirar a la otra persona y cuando nos acostumbramos a mirar a la otra persona, descubrimos lo que necesita”.
Sin ir más lejos y para hacer aplicable todos los días Barros reconoció que la solidaridad “a veces puede ser una palabra de aliento, a veces será un abrazo, a veces será compartir ese tiempo con esta persona que está enferma y se alegra con una visita, un llamado telefónico; compartir los bienes que tengo, la comida con el que no tiene, la ropa que le falta. Tenemos mil formas cotidianamente de hacer el bien, de eso se trata la solidaridad, ¿no?”
“Lo contrario es la indiferencia, la no mirada al otro. La persona indiferente se mira a sí mismo, el corazón indiferente, solo se mira a sí mismo. En su individualidad solo le interesa su propia comodidad y bienestar. El corazón individualista e indiferente, es un corazón que no sabe mirar a los demás y a veces no mira ni siquiera a los de su propia familia”, reflexionó.




