La mañana del 20 de agosto de 1965 sorprendió a los obereños con la caída de nieve, que fue cubriendo la ciudad con el paso de las horas, convirtiéndose en un hecho realmente inédito para la región. La jornada amaneció muy fría, con un cielo gris oscuro y a las 10 se inició el fenómeno que generó “conmoción” entre los lugareños y “curiosos” que llegaron de otras partes, incluso de Posadas, para constatar lo que allí sucedía.
De inmediato, los vecinos dejaron a un lado sus tareas para disfrutar de este fenómeno climático tan extraño para la zona. Los directivos de las escuelas permitieron que los alumnos salieran antes del mediodía, mientras las calles y los techos de las casas se vestían de blanco. En los patios aparecieron los tradicionales muñecos, de variados tamaños, y, por instantes, Oberá se asemejó a un paisaje patagónico. La nevada duró unas cinco horas y dejó veinte centímetro de nieve, la que se diluyó luego de una pertinaz llovizna al caer la tarde.
Ricardo Argañaraz (76) cursaba el tercer año de la Escuela Normal, turno tarde, cuando se produjo la nevada. Su mamá, María Elena Goncálvez de Oliveira, le había dado dinero para comprarse unas zapatillas de gimnasia. Cuando llegó al centro, encontró a su amigo José Bielakovicz, que estaba haciendo el servicio militar y le pidió que lo acompañara hasta “Blanco y Negro”, que era una tienda situada sobre la avenida Sarmiento y Tucumán. “Mientras estábamos comprando, entró una persona y dijo: parece que está nevando. Varios salieron a ver, y entró un viajante, con acento porteño o rosarino, que aclaró: no es nieve, es nevisca. Cuando salimos del negocio y caminamos por el bulevar de la avenida Sarmiento hacia el centro -estaba lleno de azaleas en floración-, supimos que era nieve, porque no se derretía y comenzaba a sedimentarse. Al llegar a la catedral San Antonio, estaba casi blanca. Nos juntamos con los chicos a jugar”, recordó quien lamentó no haberse tomado una fotografía que certificara el suceso.
Añadió que “esto sucedió a las 10. Al mediodía estaba todo blanco y empezaron a llegar automovilistas desde Posadas y tomaban imágenes. Es que LT 4, que era la única radio, divulgó la noticia y muchos optaron por viajar, recorriendo rutas de tierra: el asfalto llegaba hasta Santa Ana”.
Vivía en Villa Lohr y regresó a casa cerca de las 14. “Había faltado al colegio y mamá estaba preocupada. Nos habíamos quedado en la plaza. Lo viví intensamente, fui protagonista. Para mí la nieve era un fenómeno nuevo, pero para los inmigrantes, no era una cosa más, era volver a sus orígenes, era la nostalgia”, dijo, quien años después escribió el libro “Nevada en Oberá”, utilizando el género literario ficción realista.
Su teoría es que “nevó en los nueve municipios del Departamento Oberá. Al frente de la San Antonio había un espacio donde se instalaban los circos y ese día se convirtió en un lugar de juegos”.









