La fatalidad golpeó con fuerza a Misiones en la madrugada del domingo 11 de julio de 2010, con la trágica muerte de cinco hermanitos durante un terrible incendio que consumió una precaria construcción de madera que habitaban en Puerto Iguazú.
A la 1:15 de ese día, una llamada telefónica alertó a los efectivos policiales de que una vivienda ubicada en el barrio 1º de Mayo, en la zona de Pre-Chacras, estaba ardiendo. Cuando los uniformados se presentaron en el lugar, constataron el hecho y rápidamente solicitaron la ayuda de la dotación de Bomberos.
Momentos de tensión y mucho nerviosismo se vivieron en los primeros minutos que los uniformados llegaron a la casa, porque la pareja propietaria, de 29 y 24 años, estaban en el exterior tratando de extinguir las llamas, mientras gritaban desesperados porque dentro de la casa estaban sus hijos.
Lamentablemente, los bomberos no pudieron evitar que los niños fueran alcanzados por el fuego. Al cabo de unos minutos y con la vivienda consumida por completo, los efectivos policiales encontraron los cinco cuerpos totalmente carbonizados.

Los menores fallecidos fueron identificados por la Policía como Aurelino (7), Wilde (5), Rosaura (4), Alejandro (2) y Walter Gustavo (tres meses), mientras que su padre Gustavo Peralta sufrió quemaduras en el 80% del cuerpo y falleció en la madrugada del 20 de julio, tras más de una semana de agonía.
Las pericias realizadas apuntaron desde un primer momento a un escape de gas del cilindro existente en la casa como el causante del incendio.
“Cuando nos quisimos dar cuenta estaba todo hecho carbón”, describió a PRIMERA EDICIÓN la abuela de los niños, y agregó que “fue tan de repente que mi hija apenas pudo saltar por la ventana, en ese mismo momento llegaron los vecinos, pero apenas pudieron rescatar a Gustavo (su yerno), que salió ya con casi todo el cuerpo quemado”.
La mujer contó también que “ellos hace poco que vivían acá, apenas se estaban haciendo la casa, habían levantado una parte y ahora estaban construyendo otra”.

El humilde barrio Primero de Mayo se levanta bajo el tendido de alta tensión en la zona de Pre-Chacras, distante a unos diez kilómetros del centro de la capital del turismo misionero. En el lugar, al menos en esa época, sobresalían las precarias casillas dispuestas al azar, sin un orden más que el que entienden los propios lugareños, de condición humilde y que en su mayoría trabajaban en la construcción y como servicio doméstico.









