Muchos de nosotros hemos vivido cargando historias que ya no necesitamos y verdades que nos limitaban, hemos vivido bajo patrones y esquemas que guiaban nuestra conducta. Cometimos errores y al final hemos llegado ahí, al pozo profundo donde nos hemos visto reflejados con la realidad de quienes somos, con nuestras debilidades, con nuestra sombra y con nuestra luz, nos rendimos y a veces incluso hemos pedido la muerte, porque en los pozos muy oscuros el alma se pierde.
Y sí, somos escuchados, pues en esos momentos morimos y al morir, vemos un poco de luz porque, aunque no lo parezca en esos instantes, la luz siempre está ahí; nos eleva y nos permite hacer saltos de consciencia. Esa luz tal vez es comprender algo profundo o recordar el plan divino para volver con las cosas claras. Lo cierto es que en algún momento hemos de tomar la decisión: ser quienes realmente somos, ser auténticos.
Eso no es fácil después de haber vivido toda una vida construyendo nuestras personalidades, nuestras máscaras con las que nos presentamos al mundo, a nuestra familia, a nuestros amigos. Cambiar se hace más difícil pues está el peso que nos pone la gente que nos rodea, que cree que nos conoce de verdad y que conocen nuestras debilidades y defectos, muy pocos tal vez nuestras virtudes.
Es difícil cambiar en un lugar donde nos han catalogado y etiquetado por nuestros hechos pasados, nos sentencian con un “ella siempre es así o él siempre hace eso” y donde nos imponen sus creencias como “nunca vas a cambiar” o “siempre vas a ser igual”. Nosotros también solemos hacer eso. Y eso hermano, no es libertad, no es amor.
Cambiar profundamente es un acto de valentía, supone renacer con consciencia, atrevernos a romper esquemas y patrones propios e impuestos. Supone sorprendernos de nosotros y sorprender a los demás.
Observa cómo las serpientes para crecer se desprenden de su piel, aprendamos de esa sabiduría, sin temor, porque cada vez que dejamos nuestra piel (personalidad), crecemos y nos acercamos más a la esencia de quienes en verdad somos. Por eso no temas dejar tu personalidad, tu nombre si es necesario, porque a veces hasta tu nombre te ha condicionado toda la vida.
Cambia profundamente, renace como lo hace nuestra madre Pachamama, cada año, cada día, cada hora, observa como todo está en permanente cambio, todo está resonando y esa es la fuerza que te impulsa. No dudes de ti y permítete ser más la esencia que habita en ti. Sé esa nota musical que aporta a la armonía del universo. Nos vamos acompañando.💖
Karina Holoveski
Mujer Medicina-Chamana.
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