Las conclusiones de las peritos en salud mental del Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial provincial fueron categóricas en sus conclusiones y coincidentes en las dos niñas, 7 y 4 años, hijas de una exagente del Servicio Penitenciario Provincial, fueron abusadas sexualmente por su progenitora y una presunta pareja de ella en el barrio Sol de Misiones y sometidas a castigos físicos que incluyeron cintarazos, golpes con palos y encierros en la oscuridad absoluta en una habitación en la que solo tenían un colchón con su alrededor orinado y defecado.
Los actos fueron ratificados y relatados según las psicólogas que las entrevistaron durante tres jornadas hace pocas semanas, pericias solicitadas por el juez de Instrucción 3, Fernando Luis Verón, en la causa iniciada en febrero pasado como lo publicó PRIMERA EDICIÓN.
“Al tratarse de dos niñas fuimos designadas dos psicólogas a atender el caso, lo primero que hacemos es tener una entrevista con la abuela de las niñas (…) Relata que había una denuncia de maltrato infantil y después se suma una denuncia de abuso sexual. La abuela nos refiere que fue en Buenos Aires en la casa del padre, que ahí relatan los abusos, que estaban ahí por las fiestas y que en las fiestas y ese interín las nenas le cuentan al papá y la abuela los hechos de maltrato y abuso que vivieron con la madre y la amiga de la madre”.
En el caso de la menor ‘A’ (7), se pudo establecer en el informe forense que “cuenta con múltiples indicadores de abuso sexual y maltrato infantil, tiene un discurso explícito todo el tiempo, que no podría venir de otro lugar que no haya sido de la experiencia”.
“Abuso sexual se observan en los gráficos, en los discursos, en los juegos y hago hincapié en el discurso, es una niña que ingresaba verborrágica, con altísimos montos de ansiedad que es un indicador. Un desborde de ansiedad que al principio era expulsivo en el sentido de la información que daba y al principio el miedo de retomar contacto con la mamá, que la mamá aparezca en la escuela, llegó a perder el control de esfínter en el momento que ella ve que la madre estaba afuera de la escuela, esto fue a comienzo del ciclo escolar, primera quincena de marzo”.
“La pérdida de control era por miedo de tener que explicarle a sus compañeritos porque su mamá le gritaba de la ventana de la escuela, dice que se puso muy nerviosa y se hizo un poco de pis. ‘Me mojé la bombacha’”, dijo.
La ansiedad de ‘A’ se habría manifestado “con agresividad y falta de control de ira. Su discurso está muy relacionado al enojo puntualmente esto se observa también en los gráficos y en defender a otro, que ella golpea a alguien para defender a sus compañeros, para resolver los conflictos. También con los movimientos que hace en las sillas como frotarse las zonas erógenas. Esto es un indicador de niños abusivos, como que cuando se sienten nerviosos buscan la forma de calmar ese nerviosismo”.
En otro tramo, resalta que ‘A’ “hace mención de los abusos por parte de su mamá, de la amiga de la mamá y a veces habla de un tercero (amigo de la pareja) que a veces aparecía y hay mención de otro menor de edad, que sería el hijo de la amiga de su madre y con el que le hacían darse besos o tocarse entre ellos”.
Amplía los abusos sexuales con detalles aportados por la víctima y apunta a la madre y su pareja como las autoras. También describe “golpes con palos, con hebillas del cinto y que cuando ellas (hermanas) se portaban mal las encerraban en la habitación por mucho tiempo en un colchón pelado y a oscuras y que tenían que hacer pis o caca estando en la habitación”.
“En una sola sesión ‘A’ relató que se subieron a un auto y escuchaban que se las iban a llevar a un lado y que ella cree que el auto era del amigo de su madre, esa fue la única vez que contó lo del vehículo porque todas las sesiones son de los abusos y maltrato y del miedo de volver a su casa o que la mamá le haga algo a la abuela o al papá, es una nena que vive aterrorizada”.
“Sufrimiento psíquico que no le permite tener un sueño tranquilo, está siempre muy alerta. Si la hermana se mueve, ella escucha y va a ver si está bien. Son indicadores del sufrimiento y efectos postraumáticos (…) ‘A’ dijo que esto empezó desde que ella era muy chiquita y que primero fueron golpes”.
“La relación que ella tiene con la madre no es ambivalente, de ‘te odio’ por lo que me hiciste pero ‘te amo’ por ser mi madre. En ‘A’ solo hay rechazo, enojo, no hay nada afectivo por eso da cuenta de lo brutal que fueron los abusos”.
En la declaración judicial, la perito resalta que los abusos podrían haber sido fotografiados y filmados por los presuntos victimarios: “‘A’ dice que ella cree que sí, que le han tomado fotos, que estaban todo el tiempo con el celular cuando estaban ellas ahí, que dirigían el celular hacia ellas”.
De las conclusiones de la otra psicóloga, que también declaró en el expediente esta semana y que analizó a la víctima de 4 años, se destacó que dibujó “un círculo” al que identificó como su madre que “le hacía ir a ella y a su hermana a una habitación oscura donde le hacían daño” y que cuando se avanzaba sobre ese punto “ella se pone inquieta y no responde, por lo que no se volvió a indagar sobre esta situación, fue muy angustiante”.
“En el resto de los encuentros y como es una niña enérgica que no quiere perder tiempo hablando, solo quiere jugar, ella dibujó a su papá, a su abuela, a mí y a ella y en algunos momentos hace referencia que su papá está triste porque la extraña. En algunos dibujos está feliz y en otros está aburrida. En la última sesión dibujó una carita con un corazón y dijo que ese es su papá y que ella dibujó el corazón porque lo extraña. Le pregunto por su mamá y responde: ‘Ella nos encerraba en el cuarto porque es mala’. Le pregunto si pasaba algo en el cuarto y no quiere hablar de eso, busca juguetes y juega. En otro dibujo dice que está asustada porque no le gusta la oscuridad, yo le pregunté si ella estaba mucho tiempo en la oscuridad y dijo que ahora ya no”.
Inicio de la causa
La denuncia penal se presentó el 28 de febrero y fue la mujer de 63 años, enfermera y técnica en higiene y seguridad laboral, quien detalló ante las funcionarias policiales lo que sus nietas le confiaron cuando viajaron a Buenos Aires a visitar a su padre (38) pocos días antes.
El dato que encendió las alarmas fue que las nietas tenían el cuero cabelludo y parte del rostro quemado por el insecticida que le habrían aplicado su progenitora y la respectiva pareja para combatir los piojos. No solo las menores continuaban con liendres en la cabeza sino que se evidenciaban temor y dolores en el cuerpo.
La mayor de las víctimas rompió en crisis de llanto y súplicas para no regresar a la casa de su madre porque ya no querían estar en contacto con la pareja de ella, una mujer de 34 años que la sometía a los abusos sexuales. Al retornar a Posadas, se concretó la primera denuncia en la Justicia de Familia (Juzgado 3 de la Primera Circunscripción Judicial) en la que la abuela solicitó una medida de “Protección Integral” para las dos víctimas. Se ordenó que en el marco de la acción solicitada continúe la abuela paterna con el resguardo mientras se resuelve la tenencia.
El próximo viernes 6 de junio, el hombre mencionado por las menores deberá presentarse a indagatoria. Las ya implicadas, están imputadas y supeditadas a la evolución del expediente y con prohibición de acercarse a las víctimas.
Vale recalcar que, también el juez Verón, en agosto de 2022 detuvo a la hoy exsuboficial del SPP denunciada por estafar a sus camaradas y allegados con gestiones en el Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional (IPRODHA) para obtener viviendas familiares.









