El sobrepeso en niños es una problemática que sigue en ascenso y tiene muchas consecuencias a nivel emocional, alimentario y sanitario.
En diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones, la licenciada en Nutrición Carina González señaló que “tiene muchas implicancias y una de ellas es sobre la autoestima del niño, por lo que es necesario el acompañamiento en la alimentación pero también hay que evitar los comentarios sobre su apariencia, como decirle que está pasado de kilos. Por eso, como familia, es importante que busquemos ayuda profesional con un nutricionista y también con un psicólogo para que saquemos esa ansiedad”.
Señaló que, en la actualidad, se trabaja en forma más articulada con los médicos pediatras y son estos los primeros en detectar el exceso de peso de un niño o cuando hay algún valor de laboratorio que no les da bien, “son los pediatras los que nos derivan para poder comenzar con el cambio de hábito. Por eso, es importante hacer la consulta anual con el pediatra para el control de la salud de los niños”, remarcó.
Cambio de vida
El cambio de hábitos incluye no solo organizar la alimentación, sino también que el niño tenga un buen descanso y actividad física. “Los chicos están mucho tiempo con la pantalla, jugando o mirando dibujitos… antes jugábamos a la pelota o andábamos en bici, hoy están sentados con el celu”, indicó la profesional.
No obstante, recomendó que los cambios sean paulatinos “vamos a reemplazar de a poco, siempre digo que no hay que restringir ningún alimento porque ellos están en crecimiento y tenemos que darles todos los nutrientes. Los cambios tenemos que hacerlos de a poco, hay gente que me dice que a sus hijos no les gusta tomar agua y solo toma gaseosa o jugos… en esos casos, le preguntamos qué le gusta de la gaseosa, si es el gas, podemos hacer un jugo de frutas con soda como alternativa. El pan y las galletitas las dejamos para el desayuno y la merienda y no para el almuerzo y la cena. También organizamos para que el niño coma una sola porción, porque a veces comen muy poco o no desayunan y después comen dos o tres platos de comida al mediodía… en estos pequeños cambios se nota la diferencia”, aseguró.
Buen descanso
El buen descanso es fundamental y, según indicó, “tiene que ser parte de una rutina, el niño tiene que dormir temprano y no porque va a la escuela en el turno tarde puede pasar toda la noche despierto y levantarse al mediodía. La cuestión hormonal y el metabolismo se estabiliza cuando la persona tiene un buen descanso y en horarios adecuados: para las 22 a más tardar 23 horas el niño tiene que estar durmiendo, dormir ocho horas”.
En este contexto, la profesional indicó que “los papás tienen que organizarse para poder ofrecer a los niños las cuatro comidas del día, que puedan hacer alguna actividad física en función de sus intereses o aunque sea llevarlos a la plaza para que jueguen porque eso les ayudará no solo a hacer actividad física sino también a calmar la ansiedad y mejorar el humor”.
Problema de salud en crecimiento
Las estadísticas mundiales muestran un crecimiento del sobrepeso y obesidad ligados a los cambios culturales de las últimas décadas. Además, el aislamiento social obligatorio durante la pandemia de COVID tuvo un alto impacto tanto a nivel emocional como nutricional.
Según indicó González, “en enero de este año comenzamos una estadística que terminaremos en diciembre de este año sobre la prevalencia de enfermedades que se visibilizan en consultorio… sabemos que el sobrepeso y la obesidad están muy por encima de lo que es la desnutrición o el bajo peso”.
El año pasado, el Programa de Salud Escolar (PROSANE) cuya continuidad quedó bajo financiación provincial, hizo controles de salud a 9.870 en 294 escuelas primarias del sector público de Misiones. De acuerdo a los datos recogidos, la cantidad de niños con sobrepeso y obesidad pasó del 18% en 2023 al 15% en 2024. Es decir que al menos 1.480 chicos de 6 a 12 años presentaron sobrepeso y obesidad. En tanto, el 4% de los chicos tuvieron bajo peso y el riesgo de bajo peso. Estos datos, sin embargo, no son representativos de la situación de la población infantil de la provincia porque solo incluyen a niños que asisten al sistema público de educación.
En tanto, según la última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (2019), el 41% de los chicos y adolescentes de entre 5 y 17 años tienen sobrepeso y obesidad en Argentina en una proporción de 20,7% y 20,4% respectivamente.

Argentina también prohibiría colorantes alimentarios
El ministro de Salud de la Nación, Mario Lugones, confirmó que el Gobierno nacional prohibirá el uso de colorantes sintéticos derivados del petróleo que se usan en las golosinas y otros alimentos ultraprocesados y que, según evidencia científica, dañan la salud física y mental. En Estados Unidos, la Food and Drug Administration (FDA) también lleva adelante un plan similar.
De los ocho aditivos que Estados Unidos planea suprimir (Rojo Cítrico N°2, Naranja B, FD&C Verde N°3, FD&C Rojo N°40, FD&C Amarillo N°5, FD&C Amarillo N° 6, FD&C Azul N°1 y FD&C Azul N°2), seis se encuentran incluidos en el Código Alimentario Argentino.
El primer paso a nivel local sería iniciar una ronda de consultas con representantes de la industria para determinar qué alcances tienen hoy esos aditivos.
Días atrás, en la cumbre de AmCham, cámara que reúne a las empresas estadounidenses en Argentina, Lugones se preocupó por describir y argumentar un círculo vicioso, al afirmar que la industria alimenticia genera obesidad que luego requiere de medicamentos para combatirla. “Eso tiene que ser al revés”, dijo el ministro. Y advirtió: “la industria (farmacéutica) consiguió que viviéramos más tiempo. Nos hicieron enfermos crónicos, no nos curaron”.
Estos colorantes sintéticos se encuentran presentes en todo tipo de alimentos ultraprocesados. Por ejemplo, en golosinas como caramelos, chocolates y gomitas; también en bebidas de tonos intensos (rojo, amarillo o naranja); algunos postres, como gelatinas y yogures, además de ciertos lácteos y mermeladas. Algunos estudios muestran que estos colorantes representan un riesgo de exposición comunitaria similar a la contaminación atmosférica, siendo algunas personas más vulnerables que otras.









