El año de elecciones de medio término sumergió rápidamente al país en un clima de campaña tensa, sobre todo al Gobierno nacional, que cuenta con alfiles entre los candidatos.
En este contexto, mientras se irán sustanciando los comicios en las provincias, la economía se orienta hacia el objetivo principal: octubre.
El Gobierno busca llegar a ese mes con un dólar accesible y estable, y con una inflación mensual que comience con 1. Esta es la estrategia y el verdadero potencial electoral que podría darle volumen al oficialismo en el Congreso.
En paralelo, la coyuntura encuentra a la sociedad pendiente de un drama que parece ser endémico: la inflación. Para la mayoría de la población, el interés se centra en levantarse cada mañana y llegar a la noche en las mejores condiciones posibles, y que el mes no se haga interminable. Tras año y medio de La Libertad Avanza, los precios siguen “despiertos” mientras el consumo y el salario continúan adormecidos.
En este escenario, es válido evaluar cómo funciona el plan económico, ya que no impacta de la misma manera en todos los sectores. Algunos están prosperando… otros no. No es lo mismo el trabajo formal que el informal, ni desarrollar una pequeña empresa que una de gran envergadura.
El consumo se convierte en un factor determinante, y las inconsistencias que se presentan mes a mes también influyen en el rumbo de la campaña.
Es cuando resurgen los discursos altisonantes y cargados de una agresividad difícil de ignorar. Sin duda, forman parte de la estrategia que los gobiernos utilizan históricamente cada vez que necesitan abrirse paso en medio de un universo de ambigüedades.
Entre varios tópicos, la estrategia puso en la mira al periodismo, un rubro “al que no se odia lo suficiente”.
Sin embargo, no deja de ser un ataque calculado. El Gobierno espera con esto redirigir el castigo electoral hacia sectores que no le son afines, ampliando la integración de lo que denomina “la casta”.
La matriz de este Gobierno es claramente populista, y el populismo requiere siempre del establecimiento de responsables o culpables. Antes era “el campo”, ahora es “la casta”; antes eran los “fondos buitre”, ahora son las “ratas miserables” del Congreso.
Todo está cuidadosamente calculado mientras la economía oscila entre avances y retrocesos. La cuestión radica en trasladar la tensión a otro ámbito. Se hizo anteriormente y se hace ahora, es la estrategia.
Ficha limpia
Y hablando del estratégico reparto de culpas, no son buenas las sensaciones que quedaron en el Gobierno tras la polémica sesión en la que fracasó la aprobación del proyecto de Ficha Limpia. Internamente en la Casa Rosada prevalece la sensación de que el Gobierno quedó claramente en offside. Hay mucho desconcierto y casi se rompió la relación con el PRO.
La versión que pone al conductor del Frente Renovador como responsable del voto de los senadores misioneros contradice y deja expuesto al presidente Milei y a su vocero presidencial y candidato a legislador porteño de La Libertad Avanza, Manuel Adorni, que sostienen que el bloque de LLA impulsaba el proyecto de Ficha Limpia.
De hecho llegaron a culpar al PRO por anticipar una sesión para la cual no estaban los necesarios 38 votos, pese a que luego el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, los contradijo y señaló: “Los 38 votos sí estaban y después se dieron vuelta, no sé por qué”.
Una vez más la estrategia consiste en centrar las culpas y la tensión sobre el último capítulo, en este caso el PRO y los senadores misioneros Carlos Arce y Sonia Rojas Decut. Pero son nada más que la última pieza de una larga trama que tiene como protagonistas al actual mandatario nacional y a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Ambos riñen fuerte públicamente sobre economía y se dan impulsos de tanto en tanto, cuando la crisis, los casos de corrupción y el vértigo cotidiano amenaza con olvidarlos, al menos por un rato.
También tienden puentes que les aseguren el protagonismo y la supervivencia. Es un acuerdo tácito, aunque no escrito. Una especie de pacto de no agresión en el terreno real.
Cristina sabe que no terminará detenida y que podrá seguir siendo candidata. Lo sabe y usa esa dinámica trayendo una y otra vez el argumento del “lawfare” y la “proscripción”, algo que le dio rédito casi siempre, cuando buscó abroquelar a la militancia (hoy dispersa por su interna con Axel Kicillof).
Milei sabe que es mejor para su joven construcción política, nutrida de la casta que asegura odiar, seguir teniendo en la vereda opuesta a esa dirigente que, al fin y al cabo, lo catapultó a la Presidencia. Por eso también, de tanto en tanto, trae al ring de la discusión económica a la que afirma ser su antítesis. Por eso ella, de tanto en tanto, lo recuerda en sus redes sociales en extensas cartas que marcan los errores del plan económico.
Las críticas del libertario a la expresidenta y viceversa aparecen cuando el olvido amaga con profundizarse entre los argentinos. Cuando se siente que la crisis la pagamos todos menos la casta.
En noviembre de 2024, cuando el propio oficialismo no dio quorum para el proyecto Ficha Limpia en el Parlamento, alegó que “Javier Milei cree que para derrotar al kirchnerismo y a Cristina Kirchner hay que hacerlo en las elecciones”. Fue Guillermo Francos el que lo dijo.
En ese entonces la fallida sesión en la Cámara Baja, disparó hacia todos lados un discurso crítico de la diputada Silvia Lospennato: “Todos sabemos que esta sesión se cayó porque la impunidad es muy poderosa en la Argentina”.
Minutos después del fracaso de Ficha Limpia en el Senado la noche del miércoles pasado, Lospennato, acodada en el piso del canal TN, planteó que “si alguien especula que es bueno tener a Cristina en la cancha porque eso va a facilitar una elección, yo creo que está cometiendo un enorme error”.
Eso y lo que surgió casi de inmediato en la transmisión (el video de una entrevista a Rojas Decut atribuido a “la única radio no cooptada (?)”, dejaron en el aire el mismo tufillo de noviembre de 2024.
Casi 24 horas después del estridente fracaso de Ficha Limpia en el Senado, el mandatario fue presentado por el conductor Daniel Parisini, conocido como “el Gordo Dan”, quien lo recibió con un cálido abrazo en su streaming “Carajo”.
De inmediato, el jefe de Estado rompió el hielo: “Te hago una pregunta, porque veo que estás ahí con una libreta. ¿Tenés ahí los nombres de los periodistas que tengo que meter en cana y de los funcionarios que tengo que echar?”. Fue el preludio de una charla en la que el mandatario se vanaglorió, destacó logros del Gobierno y cuestionó a la oposición, a los periodistas y a los economistas, entre otros. Fueron seis horas de streaming con “el Gordo Dan” que no cambian meses de un acuerdo de película con Cristina.
El peligro del búmeran sigue siendo latente y la sensación es que no se evaluó correctamente la relación costo-beneficio de sostener durante tanto tiempo la estrategia.
Mientras tanto, el clima de campaña también se percibe con intensidad en Misiones. Detenido e investigado por intento de sedición y conspiración, Ramón Amarilla finalmente competirá en las elecciones del 8 de junio como candidato a diputado provincial, tras el aval del Tribunal Electoral.
La definición, sin embargo, terminó afectando a quien era el principal armador y vocero del Partido por La Vida y los Valores, el diputado Miguel Núñez, quien terminó siendo expulsado tanto del bloque legislativo como del espacio político por el Consejo Provincial del PRO Misiones. Desde el espacio consideraron que el legislador actuó en favor de una lista ajena a la coalición que integran con la UCR y la Coalición Cívica.
Y mientras los cientos de candidatos en Misiones entran en ritmo de campaña, la Cámara de Representantes de la provincia tuvo su primera sesión ordinaria del nuevo período legislativo. Entre los hechos destacados cuenta la asunción de la productora Nancy Umfurer, en lugar de Karen Fiege, quien presentó su renuncia a principio de este año; y la sanción de un proyecto de ley para integrar sistemas de inteligencia artificial (IA) en la educación.










