La crisis en el sector yerbatero volvió a recrudecer en los últimos días. Desde el inicio de mayo, la mayoría de los secaderos que operan para grandes molinos comenzaron a bajar de forma sostenida el precio que le pagan a los productores por kilo de hoja verde, perforando incluso el umbral de los $200.
Un relevamiento realizado por PRIMERA EDICIÓN en las zonas productoras más importantes de la provincia, especialmente en la región centro y sur, confirmó que actualmente hay ofertas de compra que van desde los $170 de contado, hasta $230 por kilo, pero con un pago en cuotas: la mitad en efectivo y la otra mitad a 60 días. “Nos quieren pagar con papelitos para cobrar dos meses después, cuando ya gastamos todo en combustible, jornales, y no sabemos ni si va a alcanzar para reponer lo mínimo”, expresó un productor de la zona de Oberá, que pidió no ser identificado.
El cambio drástico en la ecuación comercial encendió las alarmas entre asociaciones, cooperativas y cosecheros independientes. Las entidades señalan que esta situación se profundizó tras la desregulación del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), dispuesta por el Gobierno nacional libertario, que eliminó el esquema de precios de referencia y dejó librado al libre mercado la definición del valor que se paga por la materia prima.
Desde entonces, las grandes industrias han ofrecido precios que ni siquiera cubren los costos de producción y están por debajo de lo que pagaban en 2023, sin considerar toda la inflación acumulada. En las góndolas, el paquete de yerba mate ha bajado, situación festejada por el Gobierno nacional, pero el costo es altísimo: empobrecimiento de 13 mil familias productoras y enriquecimiento de un puñado de diez grandes industrias.
“Esto no tiene nombre. Estamos regalando la yerba. Se están aprovechando de que el INYM ya no puede fijar precios. Los grandes molinos se frotan las manos y exprimen al pequeño productor”, remarcó otro referente yerbatero del municipio de San Vicente. “Es una película que ya vimos, con final anunciado”, agregó.
Actualmente, muy pocos colonos están cosechando. La ecuación económica no cierra: los costos de contratar peones, comprar gasoil, mantener las herramientas y trasladar la carga superan lo que reciben por kilo entregado. “Nadie está fertilizando ni limpiando, no hay plata. Es una campaña de subsistencia”, indicaron desde la zona de Campo Viera.
A pesar del “cese de cosecha” que impulsan varias asociaciones como estrategia de defensa, la medida no tuvo hasta el momento el efecto esperado de generar una baja de stock en los secaderos y, con ello, una suba en los precios por ley de oferta y demanda. “Estamos frenando todo lo que se puede, pero el mercado está frío. Esperábamos que el faltante empiece a sentirse y no está pasando. No todavía”, señalaron desde la zona de San Pedro.
Según estimaciones del sector, por primera vez en la historia en este período, Corrientes fue la provincia que más hoja verde ingresó a los secaderos en el primer trimestre del año. Allí la cosecha se sostuvo a un ritmo alto, en contraste con Misiones, que tuvo una actividad mucho más baja.
Sin embargo, hay confianza en que ese ritmo en Corrientes no se podrá mantener por mucho más tiempo: “Allá ya cosecharon a fondo, y no tienen mucho más margen. En cambio, nosotros no tocamos casi nada. Si seguimos con el cese y ellos no pueden sostener la presión de oferta, se va a sentir en los precios”, explicaron productores de Andresito.
Mientras tanto, el malestar va en aumento. Las bases yerbateras se están organizando para visibilizar la situación y volver a reclamar un esquema de protección frente a lo que describen como “la entrega del mercado a los más poderosos”.
Asambleas en reacción
En ese sentido, este sábado 10 de mayo se realizará una asamblea en San José, a la que están convocados productores de toda la zona centro y sur. Además, el próximo 22 de mayo está prevista otra asamblea en Campo Grande, sobre la ruta nacional 14, aunque sin cortes ni protestas viales.
Y, como parte de una escalada progresiva, ya se analiza una gran concentración en Posadas el 25 de mayo, en la plaza 9 de Julio, para visibilizar el impacto de la desregulación y exigir medidas urgentes.
“El productor chico no aguanta más. Nos dejaron sin herramientas, sin reglas de juego. Esta política de dejar hacer, dejar pasar, es un tiro en el pecho de la economía yerbatera. Los molinos grandes se acomodan, pero nosotros estamos al borde del colapso”, concluyó un colono de Aristóbulo del Valle, que participará de la movilización.
Números en caída
La producción cayó más del 30% durante el primer trimestre del 2025 por el cese de cosecha en Misiones debido a la inviabilidad económica.
La falta de cosecha afecta a tareferos y cosecheros. Muchas familias quedaron sin ingresos durante semanas completas. Las ventas internas también bajaron. Según el INYM, cayeron 11% durante 2024. Se comercializaron poco más de 238 millones de kilos. Es el volumen más bajo desde 2016.
La caída interanual fue de casi 25 millones de kilos. El consumo no repuntó pese al hábito histórico. El mate sigue presente, pero con menos compras por hogar.
Las exportaciones fueron el único dato positivo de 2024. El sector envió al exterior más de 41 millones de kilos. Eso representó un aumento del 13% frente al año anterior.
Reacciones de la Provincia
Frente al derrumbe del precio de la hoja verde, el Gobierno provincial intentó dar señales al sector, pero sin lograr revertir la crisis.
Por segunda vez en pocos meses se anunció la inminente puesta en marcha del molino yerbatero de la Cooperativa de Andresito, con la promesa de acopiar hoja y defender el precio, pero al cierre de esta edición, la planta aún no estaba operativa.
Además, se lanzó el sistema de trazabilidad como una herramienta para transparentar la cadena yerbatera y frenar los abusos de precio.
Sin embargo, la herramienta no tiene capacidad legal ni técnica para exigir que se pague lo que el productor necesita, ni castigar a quienes incumplen.
Para muchos colonos, estas medidas son “manotazos de ahogado” de una Provincia que perdió margen de acción tras la desregulación del INYM y que ahora intenta contener una situación desbordada sin poder real para intervenir el mercado.





