La Cuaresma es comúnmente comprendida como un tiempo de preparación espiritual en el calendario cristiano. Sin embargo, su esencia trasciende las fronteras de la religión y nos invita a un ejercicio profundo de autoconocimiento, reflexión y transformación personal. Más allá del aspecto litúrgico, la Cuaresma puede convertirse en una oportunidad para fortalecernos, reflexionar sobre la convivencia, fomentar el diálogo y mejorar nuestras relaciones interpersonales.
En un mundo caracterizado por la inmediatez, la polarización y el individualismo, aprovechemos este tiempo para detenernos y reflexionar sobre nuestras acciones y su impacto. La práctica del ayuno, por ejemplo, puede extenderse más allá de la restricción alimentaria y traducirse en un ayuno de palabras hirientes, de prejuicios o de reacciones impulsivas.
¿Cuántas veces nuestras respuestas automáticas generan heridas en quienes nos rodean? Privarnos de ellas, aunque sea temporalmente, puede abrir un espacio para la escucha activa y la empatía. Asimismo, la Cuaresma nos interpela en cuanto a la reconciliación. Enfrentar los conflictos con humildad y sinceridad, buscando el entendimiento en lugar de la confrontación, es un ejercicio que nos humaniza y nos acerca al otro. No se trata solo de pedir perdón, sino de desarrollar una actitud de apertura y comprensión hacia quienes nos han herido o a quienes hemos lastimado.
El silencio, valor fundamental en este período, nos brinda la posibilidad de redescubrir la importancia del diálogo verdadero. En un tiempo donde la comunicación parece basarse más en la rapidez que en la profundidad, aprender a callar para escuchar con el corazón es una herramienta poderosa para la construcción de relaciones sanas y auténticas.
Por último, la Cuaresma nos impulsa a un cambio que no solo es interno, sino también comunitario. La solidaridad y la compasión encuentran en este tiempo una plataforma ideal para materializarse en acciones concretas. Reflexionar sobre cómo nuestras palabras y actitudes pueden contribuir a la paz en nuestro entorno es un compromiso que va más allá de una práctica religiosa; es un llamado universal a la convivencia armónica y al respeto mutuo.
Que esta Cuaresma sea un tiempo de transformación profunda, en el que cada uno, desde su lugar, pueda sembrar semillas de paz, diálogo y reconciliación. Porque más allá de los credos, el verdadero sentido de este tiempo es la oportunidad de ser mejores seres humanos.
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
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