Pueden cambiar ligeramente las formas de llamarlo y los argumentos sobre cómo llegamos, pero, sostiene el saber popular, “si tiene cola y hace miau es gato”. El Gobierno se esmeró el viernes y durante todo el fin de semana en explicar que las bandas de flotación son un sistema de límites entre los que se moverá el precio del dólar y se definirá la intervención del Banco Central y sus renovadas reservas. Todo para evadir el concepto que viene evitando desde hace meses: devaluación.
Fue el propio Gobierno el que repitió una y otra vez que para levantar el cepo la inflación tenía que converger al 1,5% y desaparecer el “sobrante” monetario… pero ninguna de las dos metas se cumplió y lo que sí ocurre desde ayer no es otra cosa más que una devaluación.
Durante meses Javier Milei y Luis Caputo trataron de “econochantas” y “mandriles” a todos aquellos que marcaron las inconsistencias del esquema cambiario vigente hasta ayer y que anticiparon lo que finalmente pasó el viernes: devaluación.
El anuncio del viernes y la cadena nacional llegaron cargadas de un triunfalismo que, con el paso de las horas, fue decayendo toda vez que se supo que numerosas restricciones cambiarias seguirán vigentes y que nos fuimos haciendo conscientes de que el índice inflación, informado ese día más temprano, fue realmente alto comparado con los salarios. Qué pasará ahora con las paritarias que cerraron anticipadamente previendo una inflación baja para el primer semestre.
Parafraseando al vocero presidencial y candidato libertario: devaluaron… fin.













