El último informe del Observatorio “Argentinos por la Educación” detalló que en el país solo 45 de cada 100 alumnos alcanzan el sexto grado en tiempo y forma. Además, Misiones se encuentra entre las cuatro provincias con menos del 90% de sus estudiantes de primaria que alcanzan el rendimiento esperado.
En diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones, la pedagoga y presidenta de la Asociación Civil Educación para Todos, Irene Kit, explicó que “tenemos que brindar un apoyo muy intensivo en lengua y matemática, ya que la base con la que llegan es débil y, obviamente, no podrán abordar los contenidos de secundaria”.
A pesar de reconocer que Misiones ha mejorado significativamente en los últimos años en la cantidad de estudiantes que llegan a tiempo, Kit enfatizó que es necesario revisar “por qué no están llegando en forma” en todo el sistema educativo nacional.
La psicopedagoga explicó que “llegar en tiempo y forma” se refiere a los alumnos que, tras ingresar a primer grado a los seis años, deberían estar finalizando la primaria a los 11 años. Sin embargo, se enfrentan a un panorama complicado, especialmente al ingresar a la educación secundaria, donde se estima que el 55% de los estudiantes carecen de las habilidades necesarias en lengua y matemáticas.
Además, opinó que se debe lograr que “las situaciones de enseñanza en la escuela sean más consistentes, de mayor calidad, que tengan toda la fuerza necesaria para desarrollar los aprendizajes”. Asimismo, destacó que esto no implica necesariamente aumentar la carga de trabajo y que “tenemos que respetar el trabajo de los docentes, no sobrecargarlos”.
Analizó que, en el estudio presentado, muchos de estos alumnos “recorrieron parte de su escolaridad durante la pandemia” y aseguró que la intención de retomar rápidamente la “normalidad” en las escuelas “podría haber impedido que el sistema educativo reconozca la necesidad de realizar una compensación, una recuperación muy intensiva y bien pensada”.
Sin embargo, aclaró que se agravó un problema que ya existía. A medida que se agregan contenidos en diferentes áreas, “la escuela se evalúa principalmente por cómo enseña a leer y escribir y cómo enseña el pensamiento matemático”, añadió. En comparación con otras épocas, recordó que padres y abuelos que quizás no completaron su escolaridad comprenden perfectamente ejercicios básicos de matemática, como la regla de tres simple.
A pesar de mencionar la importancia de todas las áreas, como la educación ambiental, financiera y la educación sexual integral (ESI), afirmó que hay un mensaje ambiguo y contradictorio para las escuelas que busca “quedar bien con todos”. En este sentido, recomendó considerar la cantidad de horas en la semana y cuáles son las verdaderas prioridades a ser evaluadas.
Destacó la importancia de priorizar lengua y matemática, “no por ser materias estrella, sino porque forman el pensamiento humano, una construcción sobre la cual se basa todo el conocimiento científico”. Relató que se necesita un entrenamiento para alcanzar un buen nivel de comprensión lectora.
Como otra alternativa, sugirió trabajar en una educación informal, involucrando a los medios de comunicación y a influencers para abordar ciertas temáticas. De este modo, la escuela “tendría tiempo para enseñar aquello por lo que después se evaluará”.
Resaltó que la familia también comparte la responsabilidad con la escuela para que los niños asistan a clases, realicen sus tareas y refuercen los contenidos. Para ello, se pueden aplicar técnicas o juegos que estimulen el pensamiento y las capacidades de los niños, alineados con el trabajo en lengua y matemáticas.
En cuanto al impacto de las pantallas en los más jóvenes, Irene Kit mencionó que esta herramienta tecnológica genera “un tipo de inmediatez que no se refleja -o no es natural que aparezca- en los aprendizajes complejos de lengua y matemática”. Al pensar en la infancia, afirmó que “el niño de dos años necesita salir y jugar”.
Por último, criticó que “la pantalla te pone en una posición pasiva porque no estás trabajando con situaciones reales, lo cual no es bueno para los niños”. No obstante, como recurso para el aprendizaje de contenidos, “es bienvenido que, en la escuela, y en el grado que sea oportuno, se use la pantalla para aprender bien”, concluyó.