El último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) y la Fundación Navarro Viola reveló una alarmante realidad: uno de cada cuatro adultos mayores en el país se encuentra en situación de pobreza multidimensional. Esto significa que enfrentan carencias en derechos esenciales como la alimentación, la salud, la vivienda y el acceso a servicios básicos, profundizando las desigualdades sociales en este segmento de la población.
La presentación del informe, titulado “Desafíos y oportunidades en el envejecimiento: Un balance de la última década en la Argentina”, fue encabezada por Enrique Amadasi y Solange Rodríguez Espínola, con la participación de especialistas como Agustín Salvia, director del ODSA-UCA, y Gustavo Badino, vicepresidente de la Fundación Navarro Viola. El evento también contó con los comentarios de expertos como Rafael Rofman, de CIPPEC, y Julio Nemerovsky, ex presidente de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría.
Aumento de la inseguridad alimentaria y precarización
Un dato particularmente preocupante del estudio es el aumento de la inseguridad alimentaria entre las personas mayores, que creció 4,9 puntos porcentuales entre 2013 y 2023. Actualmente, muchos adultos mayores tienen dificultades para acceder a una alimentación adecuada debido a problemas económicos, lo que repercute negativamente en su bienestar físico y emocional. Este fenómeno afecta de manera más severa a los sectores más vulnerables, lo que pone en riesgo la salud de una población en crecimiento que ya supera los 7.5 millones de personas.
En términos de calidad de vida, el deterioro de las condiciones económicas y la precarización laboral en aquellos que continúan trabajando después de los 60 años son tendencias que han empeorado en la última década. El 25% de los mayores de 60 años no tiene suficiente para cubrir sus necesidades básicas, y las diferencias socioeconómicas marcan abismos en cuanto a las oportunidades de disfrutar de una vejez digna.
Durante la última década, se ha registrado un deterioro en las condiciones de empleo para aquellos mayores que continúan trabajando. A pesar del aumento en la longevidad y la tendencia a seguir económicamente activos después de la edad jubilatoria, los empleos que ocupan suelen ser de baja calidad, con altos niveles de precarización y subempleo inestable. Esto contribuye a la insuficiencia de ingresos en muchos hogares con personas mayores.
En cuanto a la percepción de ingresos, el estudio revela que 4 de cada 10 hogares con personas mayores consideran que los ingresos no son suficientes para cubrir sus necesidades básicas. La insuficiencia de ingresos es especialmente alta en los hogares de nivel socioeconómico bajo, donde hasta dos tercios declaran que “la plata no alcanza”. Aunque la percepción de insuficiencia mejoró temporalmente durante la pandemia, en la etapa pospandemia los niveles regresaron a los índices prepandémicos, agravando la situación.
Impacto en la salud y el bienestar emocional
El estudio también alerta sobre las consecuencias de estas carencias en la salud física y emocional de las personas mayores. Durante el período pospandemia, tres de cada diez personas mayores reportaron tener problemas de salud significativos, con un incremento en enfermedades crónicas y graves. A esto se suma la falta de ejercicio físico, que afecta al 71,1% de este grupo poblacional.
En cuanto al bienestar subjetivo, la tendencia hacia el aumento del sentimiento de infelicidad es otra de las conclusiones del informe, con un incremento de 4,6 puntos porcentuales en los últimos diez años. Este deterioro del bienestar emocional refleja las dificultades cotidianas que enfrentan muchos adultos mayores para acceder a condiciones dignas de vida.
Diferencias según el tipo de hogar y nivel educativo
El informe destaca que el tipo de hogar es un factor clave en la experiencia de la vejez. Las personas mayores que viven solas o en hogares donde conviven con menores de 60 años están más expuestas a la pobreza multidimensional. En contraste, aquellos que viven en hogares exclusivamente de personas mayores presentan menores tasas de pobreza.
El nivel educativo también es un predictor crucial de una vejez más favorable. La incidencia de pobreza entre quienes no completaron el nivel secundario es cinco veces mayor que entre aquellos que sí lo hicieron. Además, el acceso a la educación no solo mejora las condiciones económicas, sino que también actúa como un “seguro” contra otros déficits, como la precariedad laboral y el malestar emocional.
Un llamado a políticas inclusivas
El informe del ODSA-UCA y la Fundación Navarro Viola deja claro que la pobreza multidimensional es un problema que afecta gravemente a las personas mayores en Argentina. Aunque este grupo está relativamente más protegido frente a la pobreza extrema en comparación con los menores de 60 años, la realidad es que casi un millón de personas mayores viven en condiciones de pobreza severa, lo que representa una crisis silenciosa que requiere intervención urgente.
Ante este panorama, es crucial que se implementen políticas públicas que atiendan las necesidades específicas de los mayores, promoviendo el acceso a servicios de salud, la mejora en la calidad del empleo y una mayor protección social. Sin una acción decidida, el envejecimiento en Argentina continuará marcado por profundas desigualdades y carencias.
Si quiere leer el informe completo, aquí puede hacerlo 👇:
2024-Prensa-ODSA-Documento-Estadistico-Personas-Mayores